icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
En Brazos Del Enemigo

En Brazos Del Enemigo

Irene Davison

4.8
calificaciones
61.1K
Vistas
31
Capítulo

—¿Es ella su amante? —No. Es su esposa. —vio al hombre lamentar pasar la información cuando la expresión facial de su Jefe cambió, viéndose perversa. Ella era el único vínculo para llegar al traidor. —Disfruten de la comida muchachos y luego no se olviden de cortar cada parte de su cuerpo para luego arrojar los pedazos a la mansión en llamas. Ella pensó que la muerte sería su escape, pero se encontró en las garras de otro monstruo debido a la traición de su esposo. Lo que ella no sabía era que cometería un pecado, enredándose en un amor prohibido con otro hombre incluso estando casada. El final de su tortuosa vida le abrió otro camino pecaminoso. El deseo tomó lugar. ¿Aceptará esta vida o se liberará de todos los posibles grilletes que arrastra?

Capítulo 1 PRÓLOGO

Nueva York, Estados Unidos.

—Las rosas son rojas, el cielo es azul; déjame decirte, que eres una mierda. —lanzó el hombre el acertijo en la línea.

—¿Cómo estás, hombre? Espero que estés disfrutando tu tiempo sin problemas.

Esta llamada telefónica recibida a altas horas de la noche puso a todos en alerta máxima. Cada persona en la mansión puso sus traseros a funcionar. La seguridad se duplicó en cada rincón de la propiedad, lo que la hizo parecer una zona personalizada de alta seguridad. Un hombre que caminaba dentro del salón principal detuvo su camino cuando escuchó pasos detrás de él.

—Él estará llegando en cualquier momento—. La declaración parecía normal, pero solo él sabía qué tipo de amenaza oculta había en ella.

—Llame a nuestros hombres para que estén listos en sus respectivas posiciones. Ningún error puede suceder. — un hombre de unos treinta y tantos años ordenó a sus subordinados mientras presionaba con fuerza un botón de su teléfono. No se pudo contactar con otras fuentes en ese momento. De diez respuestas de respaldo que había pedido, ninguna había conseguido. Si la situación continuaba así, de ninguna manera podría enfrentar solo lo que se le avecinaba con la llegada de ese hombre.

—¿Por qué estás pensando que el viene a atacar en primer lugar? Podría estar de visita como de costumbre—. Anthony trató de eliminar algún tipo de idea pesimista de la cabeza de su líder.

—Él no nos está visitando solo porque sí. En su última llamada tenía un tono de advertencia. Y si no me equivoco esta vez ...— No pudo terminar la frase porque no podía decirle sus verdaderos temores a cualquiera. Ni siquiera sus subordinados hasta que obtuviera una ventaja completa sobre el asunto.

Anthony no dijo nada cuando cayó en cuenta que su líder reprimía sus últimas palabras, quizá ocultando algo.

—Si todo lo tenemos correcto, no debemos preocuparnos.—. Las palabras de Anthony hicieron que el terror del otro hombre se incrementara.

—Claro.— contestó, pensando que era el momento de desaparecer. Entonces caminando como un loco en el pasillo, decidió entrar en la sala de seguridad para comprobar los arreglos finales.

12 en punto de medianoche

El reloj marcó el número doce haciendo un sonido resonante en todo el lugar. Empezaron a oírse pesados pasos por el pasillo. Todas las cámaras de seguridad que apuntaban hacia la entrada mostraban una enorme variedad de personas armadas con trajes negros.

—Ya vienen para discutir—. El guardia principal informó una persona que ya estaba en el interior de la mansión, en la sala de reuniones.

—Envíalos—. Se escuchó una voz y se abrió la puerta.

❀~✿ ❀~✿

Un hombre de unos treinta años, iba por un pasillo siendo llevado por dos guardias al lugar donde iban a tratar el asunto. Al entrar a esa estancia, los guardias se colocaron en la puerta cuando él tomó asiento.

—¿Dónde está tu gran líder? — preguntó el hombre del interior. Su tono burlón no parecía divertido sino más bien amenazador.

—Vendrá pronto—respondió Anthony sentado en el lado opuesto esperando que su líder llegara a tiempo.

—No creo que su líder salga de su guarida. Estoy seguro de que ha escapado y los ha dejado a todos para que se pudran en el infierno—. Su mandíbula apretada y sus ojos llenos de rabia provocaron escalofríos a todos los que estaban presentes en ese momento.

—Pero señor, él dijo que estaría...— Antes de que Anthony pudiera terminar, el hombre respondió de nuevo, interrumpiendo sus palabras.

—Simplemente lo dijo, Anthony. Hay una gran diferencia entre decir y hacer—cuando él terminó sus palabras, se escuchó un fuerte disparo, entonces un cuerpo cayó al suelo, sin que el hombre se inmutara siguiendo tranquilamente sentado en su posición. Anthony, por su parte, se quedó sin aliento.

—No te preocupes Anthony, acabamos de empezar. Espero que terminemos pronto—. Diciendo esto el hombre empujó la silla para ponerse de pie y camino por la habitación.

—Jefe, no sabemos nada. Créanos—. Anthony declaró.

—Lo sé. Él mantuvo a mucha gente en la oscuridad, sin saber nada. Ahora tienes dos opciones. O lo sueltas todo o sigues contando los cadáveres—. Sonrió después de colocar su arma sobre la mesa y empujándola hacia el otro extremo, levantó la ceja para dar su veredicto final. —Toma esta mansión ahora. Saca a todos los traidores que él usó para ir en mi contra. Él pudo haber olvidado que siempre hubo un Rey y siempre habrá uno. La administración siempre estuvo gobernada por mí y seguiré gobernándola—Anthony miró el arma. Pasar el arma de esta manera no significaba más que dos cosas. O tenía que pegarse un tiro o se entregaba para morir torturado si era declarado culpable. Nadie en el mundo de la mafia permite respirar a un traidor. Su líder había traicionado a la organización y ahora el Jefe había llegado para adquirir todas esas cosas. Nadie podría salvarse, sino que todos serían torturados hasta la muerte.

—No sé nada sobre la traición, pero puedo asegurarles, mi lealtad hasta mi último aliento—. Anthony se puso de pie con la pistola y se rindió. Dos de los guardias lo agarraron por el cuello y lo arrastraron fuera de la habitación. Luego los hombres del jefe se apoderaron de toda la mansión. Anthony buscó a su líder pero no pudo encontrarlo. Sintiéndose dolido, entendió por qué su líder entró en pánico cuando el Boss le informó que haría una visita, porque sabía que pronto quedaría expuesto.

Anthony vio a algunos de sus hombres tirados en el charco de sangre. Fueron brutalmente asesinados. Después de esto, dos cuerpos femeninos fueron desnudados frente a ellos.

—Parece que sus putas tienen más información que su personal—. El hombre habló mientras fumaba un puro sentado en el gran sofá del salón principal, manteniendo una pierna sobre la otra como un verdadero Rey.

Sus hombres seguían rebuscando todos los rincones para sacar documentos, dinero oculto, drogas y muchas más cosas. Una a otra, las cosas se fueron amontonando en el salón principal mientras el resto de los guardias de la mansión decidieron rendirse porque ir en contra de la administración nunca era una solución factible.

—¿Sabías que tu líder trató de unirse a Irish para derrotarme? — La pregunta fue un golpe directo para Anthony, porque aunque notó sospechosos algunos de los movimientos de su líder, nunca pensó escuchar algo así.

—No sabíamos nada de eso.

—Espero que tu respuesta salve tu hermosa vida— respondió el jefe y siguió mirando a su alrededor y ordenando a sus hombres que siguieran hicieran el alboroto. Nadie pensaba en dejar de matar ni por un segundo. Los pocos hombres que quedaban fueron tomados como rehenes, pero murieron en una fracción de segundo, asesinados. Esos hombres estaban listos para bañarse en el charco de sangre.

—Hemos terminado, jefe.— informaron los hombres.

—Prendan fuego a la mansión—. Dio instrucciones el jefe y se levantó del sofá para ajustar el botón de su traje antes de irse. Sus hombres transportaron todas esas cosas importantes a los respectivos autos. Todo el mundo había venido preparado para este ataque. Después de todo, vino a matar a su compañero de toda la vida y a su mano derecha.

Anthony miró a su alrededor para ver cuántos de sus hombres habían muerto, incluidos hombres y mujeres. El resto fue brutalmente herido o tomado cautivo para sacar información. Anthony sabía que se le consideraba la persona más leal y se mantuvo callado con respecto a este asunto. No sabía si sobreviviría o moriría. El Jefe lo miró antes de gritar su nombre.

—¿Te gustaría que te quemaran aquí o te gustaría unirte para localizar al traidor? —le preguntó.

—Siempre fui parte de la administración y fui leal al alto mando. Hice lo que me dijeron, así que seguiré haciendo lo mismo—. Anthony sabía que todo el grupo fue traicionado y muchos de sus hombres probaron la muerte debido a esto.

Una vez que estuvieron listos para prender fuego antes de salir, uno de los hombres del Jefe arrastró algo frente a ellos, como si fuese un trapo y todos escucharon un chillido torpe.

—Encontré esta pieza en una de las habitaciones. También había algunos archivos importantes y un casillero pequeño—informó el hombre entregando esos archivos y el casillero entonces los ojos de Anthony y los demás se posaron en lo que había en el suelo.

—Oh ...— salió de la boca de Anthony. Había olvidado de esa persona, ya que había pensado que su líder se había ido con ella, pero aquí la dejó sola.

Estaba tendida en el suelo sin una sola expresión de dolor o miedo. Ella estaba mirando al hombre parado frente a ella. Una patada aterrizó en su estómago por el hombre que la arrastró hacia abajo. Tosió mucho y se agarró el estómago, pero no pudo dejar escapar otro gemido para llegar a los oídos de los demás.

—¿Es su puta?— El hombre que la pateó habló.

—No. Es su esposa. — Anthony lo corrigió, pero inmediatamente se arrepintió de sus palabras cuando la mirada de Carlos cambió a otra cosa que no tenía nada que ver con la lástima. Una sonrisa siniestra apareció en su rostro al ver a la joven tirada impotente. Mientras Anthony estaba parado frente a él bloqueándole la vista, no pudo obtener que perdiera el interés en ella. Entonces empujó a Anthony, miró el rostro pálido de la muchacha y se rio entre dientes.

—Disfruten de la comida muchachos y luego no se olviden de cortar cada parte de su cuerpo para luego arrojar los pedazos a la mansión en llamas.

Seguir leyendo

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro