contesta su puto móvil y no tengo idea de dónde puso la carpeta con los documentos que se suponía que debía compartir con ellos. ─ Me desabrocho el traje y me siento en mi silla. ─ ¿No era posible hacerlo sin estos documentos? ─ No, en ellos estaba toda la información importante que marcaría la diferencia en las
negociaciones. No puedo creer que toda esta mierda esté pasando, algo me avisó sobre contratarla pero fui inocente e ignoré mi intuición. ─ Debe haber habido una emergencia, ella lleva meses trabajando contigo y no
recuerdo que hayas comentado ningún problema ─ dice pensativo sentándose frente a mí. ─ Recibí un mensaje tuyo informándome que tu hijo se despertó enfermo por la mañana, por lo que lo iba a llevar a
urgencias y no podría venir a trabajar. Si tan solo me hubieran avisado con antelación... ─ Si se trataba de un problema médico, no había manera de que ella pudiera haberlo predicho, Henry. ─ No me importa, João, al menos debería haber atendido mis malditas llamadas. Es una puta secretaria ejecutiva, debería estar
preparada para todas las situaciones. Si perdemos este contrato, juro que podré perder a mi primer infractor.
─ Estás siendo un idiota, Henry. Larissa siempre ha sido una excelente secretaria, apuesto a que no eres solo tú quien se siente frustrada, ella tiene que preocuparse por su trabajo y su hijo que está enfermo. ¡No seas hijo de puta! No pienso pagar para verlo, pediré a RRHH que te despida, cubriremos todas nuestras obligaciones, pero necesito urgentemente una nueva secretaria. ─ Bebamos. ─ Me levanto apresuradamente.
necesito alcohol o me voy a desquitar con la primera persona que aparezca frente a mí. ─ ¿Te has vuelto loco? Todavía son las diez de la mañana, Henry. ─ Si no quieres acompañarme, iré solo. ─ Joder, eres muy cabezota. Será mejor que vaya contigo, con tu enfado podrás pelear con todos y mañana tendrás tu cara en
todos los periódicos de la ciudad. No me importa, no será la primera ni la última vez que apareceré en las páginas del periódico. No soy el tipo de persona fácil de tratar y no me importa mi puesto, si algo me desagrada lo hago evidente. Salimos de mi ofcina y algunos empleados nos saludan, respondo con un
movimiento de cabeza, dirigiéndome al estacionamiento. Suena mi celular y en la pantalla aparece el nombre de mi hermana, era justo lo que necesitaba para hacerme el día más jodido. ─ Sé breve, Luz.─ Mamá quiere
que vengas a cenar con nosotros esta noche. ─ No estoy de humor. ¿Era solo eso? ─ pregunto, subiendo al coche, João me seguirá en su moto. ─ ¿Cuándo vas a dejar de comportarte como un adolescente gruñón?
¿Sabes cuántas veces rechazaste una invitación de nuestra madre? ─ Escucho tu voz irritada. ─ Deja de hacer el idiota y ven o te paso a buscar a tu casa. ─ Luz, hoy es un mal día para que llenes mi puta paciencia.
Tuve que posponer una reunión importante, no sé si conseguiremos este contrato y mi secretaria me decepcionó. Así que hazme un favor y cállate. Termino la llamada, impaciente. Sé que le debo una visita a mi madre, pero hoy, de todos los días, es un mal momento, porque sé que cuando empiece a decir que necesito
una esposa y todas las demandas tontas, soltaré alguna respuesta que defnitivamente la lastimará. . Tengo relaciones sexuales cuando me apetece, entonces, ¿por qué encerrarme en una relación?
¿Recuerdas ese día en el que queremos tirar el despertador a la pared? Ese es mi deseo, pero luego recuerdo que no puedo romper mi amado y único celular. Esta rutina me está matando, necesito urgente encontrar un colegio más cerca, sin poder levantarme a las cinco de la mañana todos los días. Me obligo a levantarme de la cama, voy al baño y me doy una ducha fría, perfecta para despertarme por completo. Opto por un vestido hasta la rodilla y meto una chaqueta en mi bolso, nunca se sabe cuándo puede hacer frío. Preparo la mochila
de Carina, poniéndole algo de ropa extra, ya que mi ex va a pasar el fn de semana con ella. Tengo la custodia.
de nuestra hija, pero él se queda con ella los fines de semana. Aunque era un pésimo novio, no puedo decir lo mismo de su fgura paterna, al menos en eso era bueno. Tomo una buena taza de café, no tengo tiempo de enfermarme. Con el reloj marcando las seis de la mañana y con el corazón apesadumbrado, camino hacia la
habitación de mi pequeño. ─ Es hora de despertar, cariño. ─ Te dejo besos por toda la cara. ─ Vamos hija, no querrás llegar tarde a ver a tía Débora, ¿verdad? Murmura algo incomprensible y se vuelve hacia el otro lado.
Esta niña no niega que es mi hija, si pudiera se pasaría todo el día durmiendo, porque solo tiene cinco años. ─
Vamos hija, mami no puede llegar tarde al trabajo. Antes de mudarnos, yo tenía un trabajo estable, pero
pensé que sería mejor buscar nuevas oportunidades y eso incluía un nuevo trabajo. Después de casi un mes