/0/20000/coverorgin.jpg?v=e52d67d6d2d6a84b7c520adc47d0be03&imageMogr2/format/webp)
Carlos Montoya se despertó como lo hacía todos los días, exactamente a las seis de la mañana. A esa hora, el sonido de su despertador se mezclaba con la suave luz del sol filtrándose a través de las cortinas de su dormitorio. Su cama, grande y elegante, permanecía ocupada solo por él. Sofía, su esposa, ya no compartía las noches con la misma cercanía que antes. Aunque dormía en la misma habitación, siempre había una distancia invisible entre ellos que parecía aumentar con cada año que pasaba.
Carlos estiró los brazos y se incorporó lentamente, observando la vista desde su ventana: la ciudad que nunca dormía, el ajetreo que no descansaba, y la misma sensación de insomnio que invadía su vida personal. Había construido su imperio a base de trabajo incansable, decisiones firmes y un enfoque inquebrantable. Pero cuando se trataba de su matrimonio, parecía que la estructura que había creado con tanto esfuerzo se desmoronaba poco a poco, como un edificio que había perdido su cimiento.
Se levantó y fue directo al baño, donde los rituales matutinos se sucedieron de manera casi automática: el agua fría, el afeitado con la precisión de un cirujano, la ducha rápida para despertar los sentidos. Todo era parte de la rutina que Carlos conocía de memoria. Cada día era igual, marcado por las mismas acciones, los mismos horarios, y, sin embargo, con una sensación cada vez más agobiante de vacío.
Tras vestirse con un traje oscuro de corte impecable, Carlos descendió las escaleras de su casa. En la cocina, Sofía estaba sentada en la mesa, leyendo el periódico. Su presencia no alteraba el aire, no había calidez ni alegría en su rostro. Sofía ya no era la mujer con la que Carlos había soñado casarse. Ni siquiera sabía si había sido él quien cambió o si era ella la que se había desvanecido en la monotonía de su vida.
-Buenos días -dijo Carlos, sin mirarla realmente, más por costumbre que por deseo genuino de conexión.
Sofía levantó la vista, pero su sonrisa era fría, casi mecánica.
-Buenos días -respondió, como si esas palabras no significaran nada, como si los buenos días se hubieran convertido en una formalidad vacía entre ambos.
Carlos se sirvió un café, el mismo que siempre tomaba, fuerte y sin azúcar. Sofía no hablaba mucho últimamente. Habían pasado por momentos difíciles, y la distancia emocional que se había ido gestando entre ellos era más evidente ahora que nunca. Carlos sabía que algo no iba bien, pero la verdad era que ya no sabía cómo arreglarlo. No era por falta de intentos, sino porque, en algún punto, se dio cuenta de que las cosas simplemente habían dejado de importar.
Sofía dejó el periódico sobre la mesa y se levantó para recoger su bolso. Carlos observó cómo se movía por la casa con esa misma expresión distante, como si ya no fuera parte de su vida. Ella había estado más centrada en sus propios intereses últimamente, en sus amigos, en sus proyectos personales. En parte, Carlos sentía que todo eso era una forma de escapar de él, de un matrimonio que ya no tenía chispa. Pero él no podía culparla. Tal vez era él quien no sabía cómo volver a encender esa chispa.
Cuando Sofía se acercó para darle un beso en la mejilla antes de irse, la sensación de frialdad en el aire se volvió más densa. Fue un gesto automático, sin pasión, sin intención. Como si fuera un acto de cortesía para dar por terminado otro día más.
-Nos vemos esta noche -dijo ella, y antes de que Carlos pudiera responder, ya estaba fuera de la casa.
/0/20069/coverorgin.jpg?v=20251104185342&imageMogr2/format/webp)
/0/16428/coverorgin.jpg?v=d4da6bcc1cf95daaccef8412e8416f09&imageMogr2/format/webp)
/0/6019/coverorgin.jpg?v=6e91dd567c81eec15f732bb3f092f400&imageMogr2/format/webp)
/0/16044/coverorgin.jpg?v=22532312abb581bb0af87ccc4a8b6038&imageMogr2/format/webp)
/0/3578/coverorgin.jpg?v=ed2553e1ad5fef93b249688d7875b453&imageMogr2/format/webp)
/0/13983/coverorgin.jpg?v=8cef38100be44f37fa766693c967bdbf&imageMogr2/format/webp)
/0/11956/coverorgin.jpg?v=e2488bd01024b25c8ce030ae7e300435&imageMogr2/format/webp)
/0/10483/coverorgin.jpg?v=13bf2cf559ae0c358dea4ec274f17591&imageMogr2/format/webp)
/0/5550/coverorgin.jpg?v=47d0e921121e5025f4e950cbb32752b8&imageMogr2/format/webp)
/0/17887/coverorgin.jpg?v=15b4fd69a12a571891912b9db56944a5&imageMogr2/format/webp)
/0/10923/coverorgin.jpg?v=79616351820c33f12462636a149cc989&imageMogr2/format/webp)
/0/15027/coverorgin.jpg?v=5be7d0d1b3d70647a2f0a76063e2a821&imageMogr2/format/webp)
/0/15287/coverorgin.jpg?v=20241230135614&imageMogr2/format/webp)
/0/3557/coverorgin.jpg?v=44e83b5e035208bb162c34ef23609fbb&imageMogr2/format/webp)
/0/15299/coverorgin.jpg?v=c6887b1cb0cdc14347d474c4ec518c89&imageMogr2/format/webp)
/0/6213/coverorgin.jpg?v=53f5127dab973b65f0e6d4ad6300bdf7&imageMogr2/format/webp)
/0/11959/coverorgin.jpg?v=20240206152116&imageMogr2/format/webp)
/0/3935/coverorgin.jpg?v=6efd034f64bcb61d5e0d57f672e67eac&imageMogr2/format/webp)
/0/11927/coverorgin.jpg?v=59d8de70daa6e0fd3ade1bde612fcb20&imageMogr2/format/webp)
/0/15271/coverorgin.jpg?v=379bc41567f2d8f78b57a31debdfe088&imageMogr2/format/webp)