-Este plano está mal diseñado, no podemos entregar algo tan mal hecho, porque si se plasma en una obra, se vendría abajo un edificio, quiero una reunión urgente con todo el personal de diseño y de proyección.
Lorenzo estaba furioso con todo el personal.
Orlando, su socio y amigo trataba de contenerlo, aunque él estaba igual o peor que Lorenzo, pero se controlaba un poco más.
En ese momento suena un celular.
-Hola cielo.
Le dice Majo, la novia de Lorenzo.
-¿Qué necesitás?
Ni siquiera la saludó, no entendía porque lo llamaba a cada rato, esa actitud de ella lo estaba hartando.
-Te quería contar que esta noche nos reunimos con...
-Estoy con mil quilombos acá, en la oficina, después te llamo.
Le cortó sin preocuparse en despedirse.
Majo a veces era insoportable, no entendía que había momentos en que él tenía que trabajar y había momentos en que él necesitaba cierto espacio personal.
Hacía dos años que salían y estaba próximo a fijar su fecha de casamiento, pero realmente no estaba convencido de hacerlo.
Dejó de pensar en su novia apenas cortó y se dirigió a un pequeño auditorio,
todavía se felicitaba a sí mismo por haber diseñado el salón para reuniones con el personal, es que tenían realmente muchas personas trabajando para ellos.
Las secretarias corrían disponiendo todo y apurando hasta al último de los proyectistas, necesitaban que todo el personal correspondiente estuviera reunido en menos de cinco minutos.
Cuando Lorenzo estaba en la oficina se hacía todo muy difícil, él era un hombre muy difícil de tratar.
Era mucho más fácil cuando el que pasaba por allí era Orlando.
Por suerte no estaban mucho por allí ninguno de los dos, salvo que hubiera una obra como la que estaba en marcha, que era un mega proyecto.
En estos días todo el personal estaba corriendo, rogando que no hubiera ningún contratiempo.
Cuando estaban todos reunidos, comenzó a hablar Orlando, en uno de los planos había un error gravísimo que si se plasmaba en una obra, todo el prestigio si iría por el retrete y perderían, mucho más que su fama impoluta, tal vez perderían una fortuna, no todo lo que tenían, ya que los dos habían invertido en distintas empresas, pero tampoco iban a permitir que por gente incapaz, se desmorone esa empresa.
-No estoy para corregir errores de novatos, quiero la renuncia del responsable de ese diseño y que le quede en claro que nunca más va a trabajar de proyectista en ninguna empresa, por supuesto que el jefe de ese sector también va a renunciar, por permitir que ese error siga corriendo.
Dijo Orlando, tratando de no perder su aplomo.
La reunión se extendió por casi dos horas, donde se les explicó a todo el personal lo que se necesitaba.
-Esta reunión de instrucción ya la tuvimos y esto es inaudito.
Fue lo único que dijo Lorenzo, por suerte él revisaba todo siendo muy exhausto con todos los proyectos, porque sino sería un desastre total.
-Se terminó la reunión, todo el personal del departamento en donde surgió el error, que se quede, más todos los arquitectos e ingenieros de todas las áreas.
En dos minutos en ese salón quedaron 20 personas de las 60 que había en un principio.
El mal humor de los dos Ceos era evidente y no se salvaron ni los ingenieros que no se percataron o revisaron como correspondía el trabajo hecho por los principiantes.
-Todos creyeron que si llegó hasta allí, era porque alguien lo había revisado antes y no existía ningún error.
Dijo Orlando, que ya estaba harto de decir lo mismo.
-Sepan que esto no puede volver a suceder jamás.
Acotó Lorenzo, pensando en despedir a todo el personal de esa área.
-Quiero que a mí, me llegue todo impecable, no quiero tener que ponerme a hacer cálculos de algo que a simple vista me llamó la atención.
-Eso es peor en cada escalafón.
-Jamás den nada por sentado.
Siguieron hablando entre los socios.
Los ingenieros y arquitectos de otras áreas se fueron y quedaron 12 personas, entonces todo subió de tono y Lorenzo le pidió la renuncia a un ingeniero, a dos arquitectos y al resto del personal.
Todos lo conocían muy bien y el personal jerárquico asumió su error, pasaron por alto algo indispensable.
Solo uno de los proyectistas más jóvenes y tal vez porque no los conocía bien, se atrevió a hablar.
-Discúlpenme, pero esto no es justo.
Dijo con bastante calma, aunque estaba realmente muy nervioso.
-Digame porque se atreve a hablarme.
Le dijo Lorenzo de muy mala manera.
-Yo identifiqué el error y se lo dije mi compañero, pero me dijo que yo estaba equivocado, luego lo hablé con Juanjo García, que es nuestro jefe inmediato y me replicó que yo recién estoy comenzando, que sin experiencia no podía opinar y
Me atreví a hablar con el arquitecto González, que me respondió que si recién salía del cascarón y quería seguir trabajando, le sirviera el café.
Las tres personas que nombró estaban pálidas, era verdad que ese chico que estaba en primer año de facultad les había hablado para corregir un supuesto error y ninguno de los tres hicieron caso a sus palabras.
-¿Cuánto hace que trabajás acá?
Le preguntó Orlando.
-Dos meses, señor.
Le respondió Facundo.
-¿Y con dos meses te diste cuenta del error? ¿Qué carrera estudiás? ¿En qué año estás?
Le preguntó Lorenzo, con una mirada fría.
-Estoy en primer año de ingeniería civil, señor.
-¿Cómo te diste cuenta del error?
Facundo, se puso pálido y tartamudeo, sin que pueda salir de su boca una sola palabra.
-¿Nos hackeaste para querer sobresalir?
Le preguntó Juanjo Garcia.
-¿Están locos? Son ineficientes y no se hacen cargo de sus errores.