La esposa de la mafia: renacida en la humillación

La esposa de la mafia: renacida en la humillación

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Capítulo

"Firma esto y pídele disculpas a Sophia". Mi hermana Diana Dixson se había involucrado en un trato con la mafia y pagó con su vida, siendo brutalmente asesinada por Sophia Visconti. Mi esposo, Vincent Rossi, no solo ayudó a esa mujer a fabricar pruebas, alegando que Diana estaba mentalmente inestable, sino que además, me exigió que firmara una declaración de disculpa. Para proteger los recuerdos de Diana, me tragué mi orgullo y escribí mi nombre garabateado. Pero juré que pagarían por la vida de mi hermana con su sangre.

Capítulo 1

"Firma esto y pídele disculpas a Sophia".

Mi hermana Diana Dixson se había involucrado en un trato con la mafia y pagó con su vida, siendo brutalmente asesinada por Sophia Visconti.

Mi esposo, Vincent Rossi, no solo ayudó a esa mujer a fabricar pruebas, alegando que Diana estaba mentalmente inestable, sino que además, me exigió que firmara una declaración de disculpa.

Para proteger los recuerdos de Diana, me tragué mi orgullo y escribí mi nombre en un garabato. Pero juré que pagarían por la vida de mi hermana con su sangre.

...

La lluvia se mezclaba con el sabor salado del agua del mar, golpeando contra los contenedores oxidados en los muelles de Bergen en Eldoria.

Me agaché detrás de un montón de redes de pesca, clavando mis uñas en las palmas de mis manos para detener mi temblor.

No muy lejos, el cuerpo de Diana yacía como una muñeca de trapo desechada en un charco de sangre.

A su lado estaba Sophia Visconti, heredera de la familia con el mismo apellido.

"Qué molestia", murmuró Sophia, empujando la muñeca de Diana con la punta de su zapato de cuero personalizado.

La muñeca de esta se torció en un ángulo antinatural.

"Vio algo que no debía haber visto y tuvo que pagar el precio". La sangre salpicaba el traje Chanel de Sophia, haciendo contraste con la tela.

Diana dirigía una simple floristería. Había ido a los muelles para entregarle flores a un cliente habitual, solo para tropezar con Sophia y su grupo traficando armas ilícitas.

El grito lleno de terror de Diana había atraído la atención de la despiadada mujer. Esa pistola con mango de perla se volvió hacia ella.

"¡Sophia!". No pude contenerme más. Salí de detrás de las redes. "¡La mataste! ¡Eres un monstruo!".

La mujer se giró y su rostro impecable se transformó en una mueca de irritación. "Mira quién está aquí. La esposa de Vincent Rossi. ¿Qué quieres? ¿Has venido a vengar a tu patética hermana?".

Levantó una mano, y dos guardaespaldas imponentes bloquearon mi camino.

"¡Déjenme ir!". Me debatí, mientras las lágrimas nublaban mi visión. "¡Llamaré a la policía! ¡Tienes que pagar por esto!".

"¿La policía?". Sophia se rió como si le hubiera contado el chiste del año. "Aquí en estos muelles, mi palabra es la ley. En cuanto a si debo pagar por lo que hice...".

Se acercó, agarrando mi mentón. "Eres afortunada de ser la esposa de Vincent, de lo contrario, estarías acostada junto a tu hermana".

Los pasos resonaron, agudos y urgentes.

Luego un carro negro se detuvo. La puerta de este se abrió, y salió mi esposo, Vincent Rossi, heredero de la familia mafiosa más poderosa de Eldoria.

"¡Vincent!", grité, aferrándome a la esperanza. "¡Ella mató a Diana! ¡Sophia asesinó a mi hermana!".

Entonces él se acercó. Su mirada se detuvo en el cuerpo de Diana, pausando por un segundo antes de que una emoción extraña e indescifrable lo invadiera.

No me miró en absoluto, en cambio, se volvió hacia Sophia y preguntó en voz baja: "¿Qué pasó?".

El rostro de la mujer se suavizó haciendo un puchero. Se acercó a él, deslizando su brazo por el suyo. "Vincent, menos mal que estás aquí. Esta mujer apareció de la nada, tratando de robar nuestro cargamento. Actué en defensa propia".

Su voz estaba cargada de un miedo fingido. "Estaba tan asustada".

"¡Eso es una mentira!", grité. "¡Diana solo era una florista! ¡No hizo nada!".

Vincent finalmente me miró. Su mirada era cortante y distantes de una manera que hizo que mi corazón se endureciera. "Elena, cállate".

"¿Qué dijiste?". No podía creerlo. "¡Es mi hermana! ¡Alguien la asesinó!".

"Lo sé", dijo Vincent, con un tono que no llevaba emoción alguna. "Pero ahora no es el momento de discutir. La familia Visconti y la nuestra están en medio de un trato importante. Tu hermana cometió un error".

"¿Un trato?". Quise gritar hasta quedarme sin aire. "¿Un trato vale más que la vida de Diana?".

El hombre frunció el ceño. Dio un paso adelante, agarrando mi brazo con tanta fuerza que me dolió. "Deja de comportarte como una niña, Elena. Regresemos a casa".

"¡No iré!". Luché contra su agarre. "¡Quiero que le hagan justicia a Diana!".

Sophia intervino y su voz iba empapada de una falsa simpatía. "Vincent, tal vez será mejor dejarlo pasar. Sé que Elena está molesta por haber perdido a su hermana. Solo déjala...".

"Cállate", Vincent la cortó, interrumpiéndola. Se inclinó y sus ojos ardían con advertencia. "Elena, lo diré una vez más. Regresemos a casa, de lo contrario, te arrepentirás".

Miré al hombre que pensé conocer.

Alguna vez había sido el Vincent que era capaz de desafiar a toda su familia por mí.

En aquel momento, todo lo que veía en sus ojos era lealtad a los intereses de la familia... y algo más. ¿Indulgencia hacia Sophia quizás?

La lluvia seguía cayendo, lavando la sangre en los muelles, como si también se llevara consigo el último atisbo de esperanza que tenía en él.

El cuerpo de Diana se enfriaba y mi esposo decidió apoyar a su asesina.

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