La Prometida Humillada: Renace Poderosa

La Prometida Humillada: Renace Poderosa

Gavin

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Capítulo

La noche de mi compromiso era un sueño hecho realidad. Ahí estaba yo, Sofía Morales, la perfecta prometida, radiante bajo los candelabros, lista para unir dos de las familias más poderosas de México con Ricardo Vargas. Pero justo cuando Ricardo subió a la tarima, su sonrisa vaciló, su voz tembló, y mi futuro brillante se hizo pedazos. "No puedo casarme con Sofía Morales" , anunció, con su mirada extraña y culpable. El salón, antes lleno de risas, enmudeció. Todas las miradas se clavaron en mí, esperando ver mi derrumbe. Pero Ricardo no había terminado su humillación. "Porque mi corazón, mi verdadera alma gemela, pertenece a otra persona" . Y de las sombras emergió Camila Flores, la hija de nuestra ama de llaves, con un vestido prestado y la mirada en el suelo. Mi prometido, el heredero de los Vargas, tomó de la mano a aquella Cenicienta de la nada, y la presentó como su "amor verdadero" , como su futuro. Fui humillada, rechazada y reemplazada frente a toda la élite social de la Ciudad de México. De repente, era el hazmerreír de todos, la mercancía dañada. Ricardo ofrecía migajas, caridad. Creyó que esta farsa me destruiría. Pero lo que él no sabía es que esa humillación no me había destruido; me había liberado. Conocía sus secretos más oscuros, la "contabilidad creativa" de su familia, la verdad detrás del imperio Vargas. Y una Sofía Morales liberada, créanme, es mucho más peligrosa que una prometida dócil. Este juego no lo terminaría Ricardo; lo terminaría yo.

Introducción

La noche de mi compromiso era un sueño hecho realidad.

Ahí estaba yo, Sofía Morales, la perfecta prometida, radiante bajo los candelabros, lista para unir dos de las familias más poderosas de México con Ricardo Vargas.

Pero justo cuando Ricardo subió a la tarima, su sonrisa vaciló, su voz tembló, y mi futuro brillante se hizo pedazos.

"No puedo casarme con Sofía Morales" , anunció, con su mirada extraña y culpable.

El salón, antes lleno de risas, enmudeció.

Todas las miradas se clavaron en mí, esperando ver mi derrumbe.

Pero Ricardo no había terminado su humillación.

"Porque mi corazón, mi verdadera alma gemela, pertenece a otra persona" .

Y de las sombras emergió Camila Flores, la hija de nuestra ama de llaves, con un vestido prestado y la mirada en el suelo.

Mi prometido, el heredero de los Vargas, tomó de la mano a aquella Cenicienta de la nada, y la presentó como su "amor verdadero" , como su futuro.

Fui humillada, rechazada y reemplazada frente a toda la élite social de la Ciudad de México.

De repente, era el hazmerreír de todos, la mercancía dañada.

Ricardo ofrecía migajas, caridad.

Creyó que esta farsa me destruiría.

Pero lo que él no sabía es que esa humillación no me había destruido; me había liberado.

Conocía sus secretos más oscuros, la "contabilidad creativa" de su familia, la verdad detrás del imperio Vargas.

Y una Sofía Morales liberada, créanme, es mucho más peligrosa que una prometida dócil.

Este juego no lo terminaría Ricardo; lo terminaría yo.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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