La Venganza de una Dama

La Venganza de una Dama

Gavin

5.0
calificaciones
465
Vistas
27
Capítulo

El olor a tierra mojada y el aire frío se colaban por la rendija de la ventana, anunciando una tormenta de verano más. Mi preciado bolso de piel, regalo de mi esposo Mateo por nuestro aniversario, terminó empapado, como todo su contenido. Al revisar mis documentos importantes, abriendo con cuidado el sobre manila, mi corazón dio un vuelco. El acta de nacimiento de Mateo estaba manchada y mi pasaporte parecía un acordeón. Pero lo peor era nuestra acta de matrimonio, convertida en una masa ilegible. Esto era solo un contratiempo, pensé, hasta que la realidad me golpeó como un rayo. Al día siguiente, en el registro civil, una empleada con expresión de aburrimiento perpetuo me soltó la frase que lo cambió todo: "Señorita Reyes, aquí no hay ningún registro de matrimonio a su nombre" . El aire se me fue de los pulmones. "Eso es imposible" , balbucé, sintiendo un nudo en el estómago. Ella tecleó de nuevo, y luego me miró a los ojos, con una mezcla de lástima y confusión: "El señor Mateo Valdivia sí aparece en el registro... casado con la señora Isabella Torres" . Isabella. Mi asistente personal. La mujer que Mateo me había presentado como una "sustituta" temporal. El mensaje de Mateo en mi celular, "Mi reina, muero por llegar a casa y abrazarte. Te amo más que a nada en este mundo" , se convirtió en un veneno abrasador. Cada risa, cada promesa, cada momento juntos, ¿había sido una farsa? La humillación. El cinismo. Sentí que el mundo se me venía encima. Pero el verdadero golpe llegó cuando lo vi, riendo con Isabella, y sus palabras, frías y crueles, resonaron en mi alma: "Claro que Sofía no sabe nada, güey. Ella cree que es la señora Valdivia. Ella es la verdadera, la única que importa... Isabella es solo un seguro, una pieza en el tablero" . En ese instante, la Sofía dulce y confiada murió. Una rabia fría y cortante me invadió. No lloré. Arranqué el coche. Iba a desaparecer. Y luego, iba a volver. Iba a quitarle todo.

Introducción

El olor a tierra mojada y el aire frío se colaban por la rendija de la ventana, anunciando una tormenta de verano más.

Mi preciado bolso de piel, regalo de mi esposo Mateo por nuestro aniversario, terminó empapado, como todo su contenido.

Al revisar mis documentos importantes, abriendo con cuidado el sobre manila, mi corazón dio un vuelco.

El acta de nacimiento de Mateo estaba manchada y mi pasaporte parecía un acordeón.

Pero lo peor era nuestra acta de matrimonio, convertida en una masa ilegible.

Esto era solo un contratiempo, pensé, hasta que la realidad me golpeó como un rayo.

Al día siguiente, en el registro civil, una empleada con expresión de aburrimiento perpetuo me soltó la frase que lo cambió todo: "Señorita Reyes, aquí no hay ningún registro de matrimonio a su nombre" .

El aire se me fue de los pulmones. "Eso es imposible" , balbucé, sintiendo un nudo en el estómago.

Ella tecleó de nuevo, y luego me miró a los ojos, con una mezcla de lástima y confusión: "El señor Mateo Valdivia sí aparece en el registro... casado con la señora Isabella Torres" .

Isabella. Mi asistente personal. La mujer que Mateo me había presentado como una "sustituta" temporal.

El mensaje de Mateo en mi celular, "Mi reina, muero por llegar a casa y abrazarte. Te amo más que a nada en este mundo" , se convirtió en un veneno abrasador.

Cada risa, cada promesa, cada momento juntos, ¿había sido una farsa?

La humillación. El cinismo. Sentí que el mundo se me venía encima.

Pero el verdadero golpe llegó cuando lo vi, riendo con Isabella, y sus palabras, frías y crueles, resonaron en mi alma: "Claro que Sofía no sabe nada, güey. Ella cree que es la señora Valdivia. Ella es la verdadera, la única que importa... Isabella es solo un seguro, una pieza en el tablero" .

En ese instante, la Sofía dulce y confiada murió.

Una rabia fría y cortante me invadió.

No lloré. Arranqué el coche.

Iba a desaparecer. Y luego, iba a volver. Iba a quitarle todo.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
La Venganza De La Sustituta

La Venganza De La Sustituta

Romance

5.0

Trabajé tres años como asistente personal de Roy Castillo, el heredero del imperio tequilero. Me enamoré perdidamente de él, aunque yo solo era un consuelo, un cuerpo cálido mientras esperaba a su verdadera obsesión, Scarlett Salazar. Cuando Scarlett regresó, fui desechada como si nunca hubiera existido. Fui abofeteada y humillada públicamente, mis fotos comprometedoras filtradas por toda la alta sociedad. En el colmo del desprecio, me forzaron a arrodillarme sobre granos de maíz, mientras Roy y Scarlett observaban mi agonía. Me despidieron, pero no sin antes hacerme pagar un precio final. El dolor de la rodilla no era nada comparado con la humillación, la confusión. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Por qué la mujer que amaba se convertía en mi verdugo, y el hombre al que di todo me entregaba al lobo? Él me vendió como un objeto, como una mercancía, por un estúpido collar de diamantes para Scarlett. Me arrojaron a una habitación de hotel con un asqueroso desconocido, y solo por un milagro, o quizás un último acto de misericordia de Roy antes de irse con ella, logré escapar. Decidí huir. Borrar mi antigua vida, la que había sido definida por la obsesión y el desprecio. Pero el pasado tenía garras. Las fotos, el acoso, me siguieron hasta mi refugio en Oaxaca. ¿Me dejaría consumir por la vergüenza, o me levantaría de las cenizas como el agave, más fuerte y con una nueva esencia? Esta vez, no huiría. Esta vez, lucharía.

La Dignidad no se Vende

La Dignidad no se Vende

Romance

5.0

Mi casa en Triana, que olía a jazmín y a melancolía, estaba a punto de perderse. Con solo dieciocho años y un título de diseño recién empezado, sentí el peso de las deudas de mi padre muerto. La oferta llegó como un salvavidas: acompañar a Ricardo Vargas, un constructor poderoso y enigmático. El "acuerdo" era claro: él salvaría mi hogar, yo sería su compañera discreta. Casi creí que el dinero me había traído un amor inesperado, confundiendo su opulencia con cariño, su posesividad con protección. Pero entonces, apareció Carmen Sandoval, su exnovia. Me citó en un hotel de lujo y, con desprecio, me ofreció tres millones de euros para desaparecer. Ella era su "costumbre favorita", y yo, solo un insecto. Para probarlo, hicimos una cruel prueba con mensajes a Ricardo. El suyo fue respondido con preocupación, el mío, con un frío "Espero no sea grave. Estoy ocupado". Ella sonrió. "¿Ves? No eres nada para él". Me reveló que todos los gestos grandiosos de Ricardo -los jazmines, Noruega- eran réplicas de lo que había hecho por ella. Solo era una sustituta, un eco. La indignidad se volvió insoportable. Un día, Carmen rompió el broche de mi abuela y me acusó de agredirla. Ricardo, sin dudarlo, me encerró en el sótano frío y húmedo, donde casi muero de frío. La humillación final llegó cuando, en una fiesta, él volvió a negarme públicamente. Me trató como un objeto, un insignificante estorbo para el juego de sus celos. ¿Cómo pude ser tan ciega, tan ingenua? El dolor era insoportable, la traición palpable. Me había vendido por una falsa seguridad, por un puñado de billetes. ¿Era mi dignidad el precio? ¿O algo más valioso aún? Pero al despertar del delirio, solo quedó una determinación fría. ¡No más! Era hora de despertar. Con los tres millones de euros de Carmen y una beca para Roma, cortaría todas las ataduras. Mi propio cuento de hadas no necesitaba un príncipe tóxico. Estaba lista para mi verdadera vida.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro