Lágrimas De Cristal

Lágrimas De Cristal

Gavin

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La placa de honor de mi padre, fría en mi mano, era el único consuelo en un mar de desesperación. Después de que lo perdimos, me partí el lomo para que a Miguel, mi hermano menor, nunca le faltara nada. Pero no fue suficiente. Una banda de criminales nos quería fuera de nuestra casa, el único legado de mi padre, y cuando Miguel intentó defenderla, lo golpearon hasta casi matarlo. Ahora yace conectado a máquinas, mientras esos miserables caminan libres. Fui a la policía, a la fiscalía, a todas partes donde se supone que se busca justicia, pero sus manos estaban manchadas. Mis denuncias se perdieron, y por atreverme a alzar la voz, también me golpearon y humillaron, dejándome claro que mi dolor no importaba. ¿Cómo era posible tanta impunidad? ¿Acaso la justicia era solo una palabra vacía en este infierno? Rota y desesperada, recordé el último legado de mi padre: sus condecoraciones. Con Miguel en brazos, me arrodillé frente a la fiscalía, aferrando esas medallas, mi última esperanza. Justo cuando los criminales se acercaban para terminar con nosotros, las puertas se abrieron. El viejo colega de mi padre, un fiscal respetado, salió. Él nos vio, y en sus ojos cansados, la justicia que mi padre defendió renació.

Introducción

La placa de honor de mi padre, fría en mi mano, era el único consuelo en un mar de desesperación. Después de que lo perdimos, me partí el lomo para que a Miguel, mi hermano menor, nunca le faltara nada.

Pero no fue suficiente. Una banda de criminales nos quería fuera de nuestra casa, el único legado de mi padre, y cuando Miguel intentó defenderla, lo golpearon hasta casi matarlo. Ahora yace conectado a máquinas, mientras esos miserables caminan libres.

Fui a la policía, a la fiscalía, a todas partes donde se supone que se busca justicia, pero sus manos estaban manchadas. Mis denuncias se perdieron, y por atreverme a alzar la voz, también me golpearon y humillaron, dejándome claro que mi dolor no importaba.

¿Cómo era posible tanta impunidad? ¿Acaso la justicia era solo una palabra vacía en este infierno?

Rota y desesperada, recordé el último legado de mi padre: sus condecoraciones. Con Miguel en brazos, me arrodillé frente a la fiscalía, aferrando esas medallas, mi última esperanza. Justo cuando los criminales se acercaban para terminar con nosotros, las puertas se abrieron. El viejo colega de mi padre, un fiscal respetado, salió. Él nos vio, y en sus ojos cansados, la justicia que mi padre defendió renació.

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