Venganza De Una Gordita

Venganza De Una Gordita

Gavin

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Capítulo

Mi prima Camila, siempre un paso detrás, me aconsejaba, "así, prima, ¡siente la música!", mientras mi falda de ensayo volaba. Me decía que no importaba si me equivocaba, lo importante era disfrutarlo. Ella, con su espalda recta y movimientos precisos, practicaba incansablemente para ser la bailarina perfecta. De repente, mi cuento de hadas se rompió cuando mi prometido, Alejandro, llegó con Camila para decir, "Tenemos que terminar. Necesito a alguien que encaje con la imagen que quiero proyectar. Camila y yo nos vamos a casar." Vi la traición en sus ojos. Mi prometido y mi prima, la que me animó a ser yo misma, ahora juntos. Alejandro me despreció, diciendo que mi "estilo de vida" y mi "figura" no "encajaban" con su marca, humillándome frente a mis padres. Camila fingió arrepentimiento, ofreciéndose a sacrificarse, consolidando su imagen de víctima y la suya de la que se llevaba a todos por delante. Era como si mi felicidad fuera su objetivo a destruir. Todos sus supuestos consejos de "sé tú misma", de disfrutar la comida y no preocuparme por mi peso, se revelaron como un elaborado plan para sabotearme. Me di cuenta de que Camila me había estado engordando, haciéndome dependiente e ingenua, para que yo fuera la candidata perfecta para su rechazo. Ella había estado jugando una partida de ajedrez muy larga, y yo, confiada, nunca me di cuenta de que era el peón sacrificial. Mientras ellos se regodeaban en su supuesta victoria, algo se encendió dentro de mí. Una fría y clara resolución me invadió. Con una calma que los desarmó, les dije: "Acepto terminar el compromiso. No hay nada más que discutir". Sabía que este era solo el comienzo.

Introducción

Mi prima Camila, siempre un paso detrás, me aconsejaba, "así, prima, ¡siente la música!", mientras mi falda de ensayo volaba. Me decía que no importaba si me equivocaba, lo importante era disfrutarlo. Ella, con su espalda recta y movimientos precisos, practicaba incansablemente para ser la bailarina perfecta.

De repente, mi cuento de hadas se rompió cuando mi prometido, Alejandro, llegó con Camila para decir, "Tenemos que terminar. Necesito a alguien que encaje con la imagen que quiero proyectar. Camila y yo nos vamos a casar."

Vi la traición en sus ojos. Mi prometido y mi prima, la que me animó a ser yo misma, ahora juntos. Alejandro me despreció, diciendo que mi "estilo de vida" y mi "figura" no "encajaban" con su marca, humillándome frente a mis padres. Camila fingió arrepentimiento, ofreciéndose a sacrificarse, consolidando su imagen de víctima y la suya de la que se llevaba a todos por delante. Era como si mi felicidad fuera su objetivo a destruir.

Todos sus supuestos consejos de "sé tú misma", de disfrutar la comida y no preocuparme por mi peso, se revelaron como un elaborado plan para sabotearme. Me di cuenta de que Camila me había estado engordando, haciéndome dependiente e ingenua, para que yo fuera la candidata perfecta para su rechazo. Ella había estado jugando una partida de ajedrez muy larga, y yo, confiada, nunca me di cuenta de que era el peón sacrificial.

Mientras ellos se regodeaban en su supuesta victoria, algo se encendió dentro de mí. Una fría y clara resolución me invadió. Con una calma que los desarmó, les dije: "Acepto terminar el compromiso. No hay nada más que discutir". Sabía que este era solo el comienzo.

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Isabella "Isa" Montes, una talentosa cocinera de origen humilde en Medellín, creyó haber encontrado el amor perfecto junto a Mateo Velarde, el apuesto heredero de una de las familias más influyentes de Bogotá. Tras un noviazgo intenso que superó barreras sociales, se casaron y se sumergieron en una vida de ensueño y comodidades, donde cada detalle parecía confirmar un amor idílico. Pero la burbuja se reventó brutalmente: Isa descubrió que Mateo mantenía una doble vida con su exnovia, Carolina Sáenz, con quien tenía dos hijos gemelos. Peor aún, él financiaba secretamente a esta otra familia, transformando su supuesta historia de amor en una farsa calculada. La devastadora revelación no solo le causó un aborto espontáneo sino que desató una campaña de humillación sin fin por parte de Carolina, quien la acosaba con videos íntimos de Mateo, mostrando impúdicamente su doblez. Cada regalo, cada promesa de amor, cada lugar especial compartido con Mateo, era profanado, replicado cínicamente con su "otra" familia. Las frías miradas de la alta sociedad y el silencio cómplice de la familia Velarde solo acrecentaban el tormento, mientras Mateo seguía actuando como si nada ocurriera. ¿Cómo podía alguien, a quien amó tan profundamente, ser capaz de una traición tan vil y sistemática? La mezcla de dolor, asco y una desesperación helada se instaló en su pecho, ahogando su respiración. Un vacío insuperable la consumía, dejando solo la cruda certeza de una mentira insostenible. En el abismo de esta traición, y con la inminente llegada de un hijo que la ataría aún más a la mentira, Isa vislumbró su única salida: fingir su muerte. Un trágico accidente aéreo en el Caribe sería su billete de escape, la única forma de recuperar su vida y romper para siempre con la asfixiante obsesión de Mateo. "El plan sigue en pie, necesito salir de aquí", sentenció con voz firme.

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