El despertar de la Bella durmiente.
Prólogo.
Oxford, en los dormitorios de la escuela de medicina, hace siete años atrás...
-¿Piensas vestirte así para tu cumpleaños Daria? -le pregunta Cat, su mejor amiga con la que está hablando por videollamada.
-No haré nada del otro mundo, Cat. Solo leeré un rato mi novela y luego me iré a dormir.
-Pero mujer, estás cumpliendo veintidós, eso pasa una sola vez en la vida.
-Nunca te he entendido, la gran Daria Lewis, la mejor de la clase y el objeto de deseo sexual de media facultad ¿no quiere celebrar su cumpleaños?
-No es que no quiera, amiga. Es solo que esperaré al fin de semana que Vannah esté libre de su guardia en el hospital y viajaremos juntas para celebrar con mi papá.
-Pero vamos, aguafiestas. Disfruta de la vida que es corta-dice en tono dramático su amiga y Daria suelta una carcajada al verla como coloca sus manos en las caderas.
-Está bien, está bien, pero volveré temprano, no pienso descuidar mi descanso diario y mi tratamiento de belleza.
-¡Yes!-su amiga celebra tras la pantalla y se acerca a ella quedando solo sus ojos y naríz como si fuera un bicharraco- Te paso a buscar a las ocho.
-No te preocupes, yo llegaré.
-¿Me lo prometes? Sino te juro que te iré a buscar de las mechas a los dormitorios.
-Te lo prometo, Cat. Ahora, déjame colgar que tengo que hacer algunas cosas antes de vestirme y salir a mi linda fiesta de cumpleaños.
Daria colgó la videollamada y comenzó a buscar qué ponerse, era su cumpleaños y sus amigos le habían organizado una pequeña celebración en el bar de uno de sus amigos y ya le había prometido a su amiga Cat que estaría ahí, aunque pocas ganas tuviera.
A los pocos minutos, encontró esa hermosa falda roja plisada que le regaló su hermana para su cumpleaños número veintiuno, lo combinó con una linda blusa negra y esas botas hasta las rodillas que se compró en el mercado de las pulgas de la universidad.
Se duchó y depiló, quería estar apropiadamente bien si pasaba algo con ese chico que tanto le gusta, ya habían hecho match y estaba segura que después de su conversación con su amiga el chico estaría ahí. No la juzguen, es una chica vivaz y libre que ama la vida por sobre todas las cosas y, a diferencia de su hermana le gustaba de vez en cuando pasar una buena tanda de sexo sin compromiso.
Mientras se aplicaba el labial, su teléfono volvió a sonar, pero ahora era su hermana la que la llamaba.
-¡Holi!
-¡Feliz cumpleaños, preciosa! Que los cumplas feliz. Te amito.
-Gracias, hermanita, te amito yo también. ¿cómo va todo en tu internado?