De Nieta a Abuela

De Nieta a Abuela

Gavin

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Capítulo

El olor a antiséptico, el pitido constante y las voces distorsionadas confirmaban lo inevitable: estaba muriendo. "La presión de Sofía es inestable, doctor. Podríamos perderla." Mientras mi vida se desvanecía, escuché las voces de mis padres, una quebrada por el dolor, la otra, fría y distante, revelando la fractura de mi familia. "Ricardo, por favor, tienes que hacer algo. ¡Es nuestra hija!" En la oscuridad, mi mente regresó a la última imagen: mi padre presentaba a su amante, Blanca, y a su hijo ilegítimo, Emilio, en casa de mis abuelos. La humillación de mi madre era palpable. Mi furia descontrolada, mis gritos a mi padre, y la sonrisa cínica de Blanca, que osó llamarme la atención; todo culminó en un caos que dejó a mi abuela al borde del desmayo y a mi madre llorando en silencio. "Vámonos, hija. Aquí no tenemos nada que hacer." me arrastró mi madre, sus manos temblaban al volante mientras las lágrimas corrían por su rostro. Le supliqué que se divorciara, que reconstruyera su vida. Pero ella, una contadora brillante, se había convertido en una sombra, atrapada por su propia debilidad. Entonces, las luces cegadoras... el golpe brutal... la oscuridad. El último pensamiento: tenía que proteger a mi madre. Después, escuché una voz susurrante en el hospital: "El accidente... no fue una coincidencia... un testigo vio a una mujer rubia... se parecía mucho a... Blanca." La rabia me quemó por dentro, una furia tan intensa que me arrancó de la neblina, provocando una convulsión. Hasta que, de repente, abrí los ojos. No estaba en el hospital, sino en la habitación de mi abuela Elena. Mis manos estaban arrugadas, mi reflejo en el espejo era el suyo. ¡Era mi abuela! ¿Estaba muerta? No, peor. El calendario marcaba tres meses antes del desastre. Había vuelto en el tiempo. El pánico inicial se disipó, reemplazado por una calma gélida. Esto no era una maldición, era la oportunidad perfecta. Una sonrisa que nunca había visto en el rostro de mi abuela se dibujó en mis labios. Blanca. Ricardo. Pagarían por cada lágrima de mi madre, por cada pedazo de mi agonía. Con el cuerpo de Doña Elena, la matriarca temida, yo, Sofía, tenía el poder. El juego había cambiado. Ahora, yo ponía las reglas.

Introducción

El olor a antiséptico, el pitido constante y las voces distorsionadas confirmaban lo inevitable: estaba muriendo.

"La presión de Sofía es inestable, doctor. Podríamos perderla."

Mientras mi vida se desvanecía, escuché las voces de mis padres, una quebrada por el dolor, la otra, fría y distante, revelando la fractura de mi familia.

"Ricardo, por favor, tienes que hacer algo. ¡Es nuestra hija!"

En la oscuridad, mi mente regresó a la última imagen: mi padre presentaba a su amante, Blanca, y a su hijo ilegítimo, Emilio, en casa de mis abuelos. La humillación de mi madre era palpable.

Mi furia descontrolada, mis gritos a mi padre, y la sonrisa cínica de Blanca, que osó llamarme la atención; todo culminó en un caos que dejó a mi abuela al borde del desmayo y a mi madre llorando en silencio.

"Vámonos, hija. Aquí no tenemos nada que hacer." me arrastró mi madre, sus manos temblaban al volante mientras las lágrimas corrían por su rostro.

Le supliqué que se divorciara, que reconstruyera su vida. Pero ella, una contadora brillante, se había convertido en una sombra, atrapada por su propia debilidad.

Entonces, las luces cegadoras... el golpe brutal... la oscuridad. El último pensamiento: tenía que proteger a mi madre.

Después, escuché una voz susurrante en el hospital: "El accidente... no fue una coincidencia... un testigo vio a una mujer rubia... se parecía mucho a... Blanca."

La rabia me quemó por dentro, una furia tan intensa que me arrancó de la neblina, provocando una convulsión.

Hasta que, de repente, abrí los ojos. No estaba en el hospital, sino en la habitación de mi abuela Elena. Mis manos estaban arrugadas, mi reflejo en el espejo era el suyo.

¡Era mi abuela! ¿Estaba muerta? No, peor. El calendario marcaba tres meses antes del desastre. Había vuelto en el tiempo.

El pánico inicial se disipó, reemplazado por una calma gélida. Esto no era una maldición, era la oportunidad perfecta. Una sonrisa que nunca había visto en el rostro de mi abuela se dibujó en mis labios.

Blanca. Ricardo. Pagarían por cada lágrima de mi madre, por cada pedazo de mi agonía. Con el cuerpo de Doña Elena, la matriarca temida, yo, Sofía, tenía el poder. El juego había cambiado. Ahora, yo ponía las reglas.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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