Creía que mi vida era un cuento de hadas: una casita que olía a canela, un trabajo que amaba y Ricardo, mi esposo, el hombre que me traía flores sin razón y me susurraba "te amo" antes de dormir. Hasta que una noche, su teléfono se resbaló de su bolsillo y, al intentar guardarlo, la pantalla se encendió, revelando mensajes con "besos y corazones" de una tal Ximena. Mi estómago se retorció al leer los mensajes entre ellos: promesas de amor eterno, un hijo secreto y, lo más escalofriante, un plan detallado para asesinarme y cobrar una póliza de seguro de vida de un millón de pesos. ¿Podría el hombre que juró amarme planear una muerte tan cruel para mí, su esposa? Con el corazón destrozado y el alma rota, recordé las palabras de mi abuela, la "Curandera del Río" : "Cuando el peligro te aceche y no haya salida, mira a los ojos de tu enemigo y desea con toda tu alma estar en su lugar. El río te escuchará" .
Creía que mi vida era un cuento de hadas: una casita que olía a canela, un trabajo que amaba y Ricardo, mi esposo, el hombre que me traía flores sin razón y me susurraba "te amo" antes de dormir.
Hasta que una noche, su teléfono se resbaló de su bolsillo y, al intentar guardarlo, la pantalla se encendió, revelando mensajes con "besos y corazones" de una tal Ximena.
Mi estómago se retorció al leer los mensajes entre ellos: promesas de amor eterno, un hijo secreto y, lo más escalofriante, un plan detallado para asesinarme y cobrar una póliza de seguro de vida de un millón de pesos.
¿Podría el hombre que juró amarme planear una muerte tan cruel para mí, su esposa?
Con el corazón destrozado y el alma rota, recordé las palabras de mi abuela, la "Curandera del Río" : "Cuando el peligro te aceche y no haya salida, mira a los ojos de tu enemigo y desea con toda tu alma estar en su lugar. El río te escuchará" .
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