Cuando el Diseño Encuentra el Amor

Cuando el Diseño Encuentra el Amor

Gavin

5.0
calificaciones
Vistas
27
Capítulo

"Cásate conmigo, Sofía." La voz de Elías era firme, pero mi alma estaba hecha pedazos cuando se lo propuse a una mujer que apenas conocía. Hace poco, Valeria, mi prometida por años, la mujer en quien yo confiaba, me humilló frente a toda mi familia y a doscientos invitados en nuestra fiesta de compromiso, anunciando que yo no era "suficientemente hombre" para satisfacerla. Esa mentira, cruel y perversa, fue un golpe devastador que arruinó mi reputación y mi carrera de diseñador, convirtiéndome en el hazmerreír y el villano a los ojos de mi familia. Valeria no se detuvo ahí: se infiltró en mi hogar, manipuló a mi abuela, la única persona que me amaba incondicionalmente, alterando su medicación y, finalmente, causándole la muerte. Fui expulsado de mi propia casa, despojado de mi herencia, mientras ella se erigía como la nueva "protectora" familiar, pintándome como el ingrato traidor. La impotencia y la rabia me consumían, ¿cómo pudo mi familia creerle a esa manipuladora despiadada antes que a mí, su propia sangre? ¿Cómo podía deshonrar así la memoria de mi abuela? Pero cuando ya no me quedaba nada, cuando la desesperación me ahogaba, supe que casarme con Sofía, una extraña en un matrimonio por conveniencia, era mi última y única opción para recuperar mi vida y vengar a mi abuela, el inicio de mi propia y silenciosa revolución personal.

Introducción

"Cásate conmigo, Sofía."

La voz de Elías era firme, pero mi alma estaba hecha pedazos cuando se lo propuse a una mujer que apenas conocía.

Hace poco, Valeria, mi prometida por años, la mujer en quien yo confiaba, me humilló frente a toda mi familia y a doscientos invitados en nuestra fiesta de compromiso, anunciando que yo no era "suficientemente hombre" para satisfacerla.

Esa mentira, cruel y perversa, fue un golpe devastador que arruinó mi reputación y mi carrera de diseñador, convirtiéndome en el hazmerreír y el villano a los ojos de mi familia.

Valeria no se detuvo ahí: se infiltró en mi hogar, manipuló a mi abuela, la única persona que me amaba incondicionalmente, alterando su medicación y, finalmente, causándole la muerte.

Fui expulsado de mi propia casa, despojado de mi herencia, mientras ella se erigía como la nueva "protectora" familiar, pintándome como el ingrato traidor.

La impotencia y la rabia me consumían, ¿cómo pudo mi familia creerle a esa manipuladora despiadada antes que a mí, su propia sangre? ¿Cómo podía deshonrar así la memoria de mi abuela?

Pero cuando ya no me quedaba nada, cuando la desesperación me ahogaba, supe que casarme con Sofía, una extraña en un matrimonio por conveniencia, era mi última y única opción para recuperar mi vida y vengar a mi abuela, el inicio de mi propia y silenciosa revolución personal.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Adiós, Ricardo: Mi Nuevo Final

Adiós, Ricardo: Mi Nuevo Final

Cuentos

5.0

El zumbido del aire acondicionado en el aeropuerto apenas disimulaba el silencio entre Ricardo y yo; nuestro viaje a Oaxaca, planeado por meses como una pre-luna de miel, de repente se sintió como un último aliento. Justo cuando Ricardo me preguntaba si estaba emocionada, con esa sonrisa perfecta suya, vi a Elena. Venía hacia nosotros con su hija Isabella, esa influencer de viajes, la ex de Ricardo, la madre de su única conexión con un pasado que yo intentaba ignorar. La voz de Elena, demasiado alta, anunció que ellas también iban a Oaxaca, y la sonrisa de Ricardo se congeló, aunque rápidamente la transformó en una máscara de sorpresa forzada. Luego, la pequeña Isabella, con los ojos de su madre, se escondió detrás de Elena, mirándome con una evaluación inquietante, no la inocencia de una niña. Elena, con una falsa dulzura, comentó sobre mi atuendo: "Qué bonito tu conjunto. ¿Lo diseñaste tú?". Sabía que lo decía para recalcar que mi profesión era un "pasatiempo caro", algo que mi familia, y a veces Ricardo, creían. Y entonces, sin que yo pudiera procesar la humillación, Elena pidió sentarse con nosotros en el avión, alegando que Isabella "se sentía mal". Ricardo, en lugar de poner límites, solo miró a la niña que convenientemente empezó a toser de forma exagerada, y cedió. Nuestro espacio para dos se hizo añicos, y me encontré sentada al otro lado, una extraña en lo que debería haber sido nuestro viaje de prometidos, mientras Ricardo les ponía caricaturas a Isabella y Elena le acariciaba el brazo. Cuando en el avión me pidieron cambiar mi asiento de primera clase por uno en turista para que Elena y su hija pudieran estar junto a Ricardo, vi la súplica en sus ojos: "No armes un escándalo, Sofía". No dije nada, solo tomé mi bolso y me fui a la fila de atrás, sentándome junto a un extraño, mientras los veía desde la distancia. Vi cómo la mano de Elena descansaba sobre la de Ricardo, cómo él le abrochaba el cinturón a Isabella, cómo reían y murmuraban, creando una burbuja a la que yo no pertenecía. El avión despegó y Ricardo, reclinado con Elena en su hombro, ni siquiera me buscó con la mirada. En ese momento, supe que no era solo el viaje lo que no había terminado antes de empezar, sino mi relación. La humillación continuó en Oaxaca, donde Elena monopolizó a Ricardo, quien ignoró mis diseños para escucharla. Al día siguiente, me desperté sola con una nota de Ricardo: "Fui con Elena a llevar a Isa a un tour... Te amo". "Te amo", la palabra se sentía tan vacía. Entonces lo vi en Instagram: Elena había subido una foto de Ricardo con el pie de foto: "Mío". Y el comentario de mi propio hermano, Diego: "¡Cuñado! ¡Se te ve increíble! Disfruten. Elena, cuídalo bien". Mi propio hermano estaba del lado de ella. El último clavo fue el comentario de Elena, respondiéndole a alguien: "Ricardo dice que Sofía es un poco aburrida para estos viajes, que no le gusta la aventura, jeje". Sentí el aire faltarme, la humillación pública era total. No era solo Ricardo, era mi familia, era el mundo que me había traicionado. Con las manos temblorosas, abrí mi celular y busqué el nombre de Ricardo. Presioné "Bloquear contacto". Y luego, con una sonrisa amarga, cancelé su boleto de avión de primera clase, el que yo le había regalado por su cumpleaños, dejándolo varado. Mi guerra había terminado.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro