Cuando El Hombre lo empujan al límite

Cuando El Hombre lo empujan al límite

Gavin

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Durante diez años, Rico Mendoza fue la roca detrás del imperio de cosméticos de Sofía del Valle. Una noche, con los pétalos de rosa sobre la mesa y un anillo de diamantes quemándole en el bolsillo, le propuso matrimonio en el restaurante más caro de la ciudad. Ella le dijo que era "anticuado", lo humilló públicamente, y luego se rio, revelando que ya tenía un amante y que su relación con Rico era solo una apuesta con sus amigas. El corazón de Rico se hizo pedazos al escucharla confesar con desdén que él era solo su "perrito faldero" y que lo creía tan predecible que "siempre volvería rogando". Rechazado y con el alma destrozada, Rico decidió que era hora de que Sofía descubriera de lo que es capaz un hombre cuando lo subestiman y lo empujan al límite.

Introducción

Durante diez años, Rico Mendoza fue la roca detrás del imperio de cosméticos de Sofía del Valle.

Una noche, con los pétalos de rosa sobre la mesa y un anillo de diamantes quemándole en el bolsillo, le propuso matrimonio en el restaurante más caro de la ciudad.

Ella le dijo que era "anticuado", lo humilló públicamente, y luego se rio, revelando que ya tenía un amante y que su relación con Rico era solo una apuesta con sus amigas.

El corazón de Rico se hizo pedazos al escucharla confesar con desdén que él era solo su "perrito faldero" y que lo creía tan predecible que "siempre volvería rogando".

Rechazado y con el alma destrozada, Rico decidió que era hora de que Sofía descubriera de lo que es capaz un hombre cuando lo subestiman y lo empujan al límite.

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5.0

El olor a metal y la sangre llenaban mis pulmones. En mi vida pasada, morí sola en la carretera, abandonada por mi hermano Mateo y nuestra prima Isabella, quienes se negaron a llevarme al hospital. Dijeron que exageraba un dolor de estómago para arruinar la fiesta de cumpleaños de Isabella. Era apendicitis, que se volvió peritonitis. Vi mi propio funeral, a mi abuela Elena destrozada por el dolor, y a Mateo e Isabella celebrando, destruyendo el legado familiar que tanto amaba. La traición me consumió, y mi abuela, con el corazón roto, me siguió poco después. Hasta ahora. Un chirrido de neumáticos y un golpe seco. El mismo accidente, el mismo día fatídico que me llevó a la tumba. Pero esta vez, estaba aquí, y mi abuela yacía inconsciente a mi lado. En mi vida anterior, la llamé a ellos primero, lo que nos costó todo. Esta vez no. Mi cerebro trabajó a una velocidad vertiginosa. No podía depender de Mateo, ni de Isabella. Saqué mi teléfono, llamando a emergencias, asegurándome de que esta vez, mi abuela viviría. Pero la supervivencia de mi abuela dependía de una transfusión de sangre O negativo, un tipo de sangre casi imposible de encontrar. Contacté a Mateo e Isabella, quienes compartían el mismo tipo de sangre, y les rogué ayuda. Ellos, ciegos por la codicia y la manipulación de Isabella, se burlaron, acusándome de arruinar su fiesta de cumpleaños. El médico corroboró la urgencia de sangre, pero respondieron con crueldad, colgándome. Me sentí completamente sola, con el pánico invadiéndome mientras buscaba desesperadamente donadores. Cuando encontré un donador, Ricardo, Mateo e Isabella lo contactaron, mintiéndole y persuadiéndolo de no venir. La vida de mi abuela pendía de un hilo, y ellos estaban dispuestos a dejarla morir por un capricho. Pero no esta vez. No iba a suplicarles. Iba a luchar. Ya no era la nieta ingenua que confiaba ciegamente en su familia. La muerte me había enseñado la lección más dura de todas. El dolor insoportable se transformó en una furia helada. Conseguí contactar a una red privada de donación de sangre y pagué una fortuna, era nuestra última esperanza. Cuando el Dr. Ramos, influenciado por Mateo, intentó evitar la donación, el infierno se desató. ¡No dejaría que la historia se repitiera! Mi abuela viviría, y ellos pagarían por todo el daño causado.

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