La Farsa Después de La Muerte de Mi Marido

La Farsa Después de La Muerte de Mi Marido

Gavin

5.0
calificaciones
23
Vistas
11
Capítulo

La llamada llegó justo cuando intentaba cerrar el capítulo más amargo de mi vida: mi divorcio del famoso torero Alejandro de la Vega. Pero en vez de la paz que anhelaba, una voz nerviosa me entregó una noticia impensable: Alejandro había muerto en el ruedo. No sentí tristeza, ni alivio, solo un vacío que me helaba la piel mientras los papeles del divorcio seguían sobre mi mesa. Lo único en mi mente era que este giro inesperado lo cambiaba todo, y para mi fortuna. Con la frialdad que me caracteriza, ordené que hicieran lo que quisieran con "eso" , que no gastaría recursos del ruedo en recogerlo. Cancelé su membresía del club de charros con un seco "Defunción" y hablé con mi abogado. "Morales, Alejandro está muerto" , dije, y por primera vez en el día, una retorcida alegría me invadió. El acuerdo de divorcio, que antes me daba migajas, se anulaba; ahora como viuda, heredaría dos tercios de un imperio. Mi carcajada llenó la lujosa casa, "Es una verdadera bendición, Morales. Una bendición" . Pero su muerte no era lo único que debía ajustar cuentas. "Aparentemente, su 'luna de miel' tuvo la brillante idea de saltar al ruedo" , le conté, el sarcasmo goteando en cada palabra sobre la estúpida bailarina de flamenco. Alejandro, el cobarde, huyó de sus problemas, incluso de la verdad que nos unía: él mató y abandonó a mi padre en una carretera oscura, dejándolo morir como un perro. La venganza no había terminado, apenas estaba comenzando. El funeral fue mi obra maestra de hipocresía, una cosecha de sobres llenos de condolencias y dinero. Pero el espectáculo se interrumpió cuando Isabella, la amante, irrumpió con un niño, declarándolo el "único heredero" y desatando el caos. "¿Disculpa?", pregunté con voz de hielo. "Este es Alejandro Jr." , anunció ella, "El hijo de Alejandro" . La capilla explotó en murmullos, pero mi compostura era inquebrantable. "Estás mintiendo. Alejandro no tenía hijos" . Justo entonces, mis suegros, Don Fernando y Doña Elvira de la Vega, la patriarca y matriarca del clan de toreros, hicieron su entrada triunfal. Don Fernando y Doña Elvira avanzaron como una tormenta, su furia dirigida hacia mí por "enterrar a su hijo sin avisar" . "Mi esposo, mi funeral" , respondí, sin inmutarme. Luego, Doña Elvira fijó sus ojos en el niño, y la furia se transformó en asombro. "Es su nieto" , dijo Isabella con urgencia. "¡Mi heredero! ¡Fernando, mira! ¡Nuestro Alejandro nos dejó un heredero!" , exclamó mi suegra, abrazando al niño. "Esto es conmovedor" , interrumpí, "Pero sigue siendo una farsa" . Don Fernando lanzó una carcajada arrogante, "¿Y cómo puedes estar tan segura, eh?" . "Tengo algo mucho más confiable que estar ahí" , aseguré, mientras Isabella gritaba que tenían pruebas, que Alejandro se había hecho una prueba de ADN que guardaba en una caja fuerte. "¡Cuando lo haga, te quitaremos hasta el último centavo!" , me amenazó mi suegra. "Perfecto. Vayamos al banco" , respondí con una sonrisa genuina. En la caja fuerte, el sobre de la prueba estaba vacío, destrozando sus esperanzas. "¡Fuiste tú!" , gritó Doña Elvira, lanzándose hacia mí, pero Don Fernando la detuvo. Fue entonces cuando abrí mi propio bolso y saqué una carpeta de cuero. "Esa prueba de ADN era una mentira" , dije, para luego revelar los informes médicos. "Alejandro era estéril. Completamente. Cero posibilidades de concebir" . La bomba de la esterilidad de Alejandro destrozó las esperanzas de la familia De la Vega, dejando a Isabella desmoronada y a mis suegros en shock. Pero Don Fernando no se dio por vencido, "Esto no ha terminado, Sofía. Te quedaras sin nada" . Me demandaron, acusándome de fraude, pero en la mediación, Isabella, ahora bajo sus órdenes, intentó un nuevo giro: "Consideramos la fertilización in vitro. Él congeló una muestra" . Una nueva artimaña para asegurar un heredero, una mentira elaborada por Don Fernando. "Hablando de paternidad y de hijos inesperados, Don Fernando" , comencé, mi voz peligrosamente suave. Y entonces, solté la segunda bomba, mi hermana Lucía entró con su hijo enfermo en brazos. "¿Por qué no le contamos a todos sobre su otro hijo? El que sí es de su sangre" , revelé, "Un niño que usted tuvo con ella. En secreto" . El grito ahogado de Doña Elvira fue la confirmación. "Fernando... ¿qué está diciendo esta mujer?" . Su rostro era una máscara de horror. Sin decir una palabra, se dio la vuelta y salió de la sala, su espalda rígida, una mujer rota. El juego había terminado. Jaque mate.

Introducción

La llamada llegó justo cuando intentaba cerrar el capítulo más amargo de mi vida: mi divorcio del famoso torero Alejandro de la Vega.

Pero en vez de la paz que anhelaba, una voz nerviosa me entregó una noticia impensable: Alejandro había muerto en el ruedo.

No sentí tristeza, ni alivio, solo un vacío que me helaba la piel mientras los papeles del divorcio seguían sobre mi mesa.

Lo único en mi mente era que este giro inesperado lo cambiaba todo, y para mi fortuna.

Con la frialdad que me caracteriza, ordené que hicieran lo que quisieran con "eso" , que no gastaría recursos del ruedo en recogerlo.

Cancelé su membresía del club de charros con un seco "Defunción" y hablé con mi abogado.

"Morales, Alejandro está muerto" , dije, y por primera vez en el día, una retorcida alegría me invadió.

El acuerdo de divorcio, que antes me daba migajas, se anulaba; ahora como viuda, heredaría dos tercios de un imperio.

Mi carcajada llenó la lujosa casa, "Es una verdadera bendición, Morales. Una bendición" .

Pero su muerte no era lo único que debía ajustar cuentas.

"Aparentemente, su 'luna de miel' tuvo la brillante idea de saltar al ruedo" , le conté, el sarcasmo goteando en cada palabra sobre la estúpida bailarina de flamenco.

Alejandro, el cobarde, huyó de sus problemas, incluso de la verdad que nos unía: él mató y abandonó a mi padre en una carretera oscura, dejándolo morir como un perro.

La venganza no había terminado, apenas estaba comenzando.

El funeral fue mi obra maestra de hipocresía, una cosecha de sobres llenos de condolencias y dinero.

Pero el espectáculo se interrumpió cuando Isabella, la amante, irrumpió con un niño, declarándolo el "único heredero" y desatando el caos.

"¿Disculpa?", pregunté con voz de hielo.

"Este es Alejandro Jr." , anunció ella, "El hijo de Alejandro" .

La capilla explotó en murmullos, pero mi compostura era inquebrantable.

"Estás mintiendo. Alejandro no tenía hijos" .

Justo entonces, mis suegros, Don Fernando y Doña Elvira de la Vega, la patriarca y matriarca del clan de toreros, hicieron su entrada triunfal.

Don Fernando y Doña Elvira avanzaron como una tormenta, su furia dirigida hacia mí por "enterrar a su hijo sin avisar" .

"Mi esposo, mi funeral" , respondí, sin inmutarme.

Luego, Doña Elvira fijó sus ojos en el niño, y la furia se transformó en asombro.

"Es su nieto" , dijo Isabella con urgencia.

"¡Mi heredero! ¡Fernando, mira! ¡Nuestro Alejandro nos dejó un heredero!" , exclamó mi suegra, abrazando al niño.

"Esto es conmovedor" , interrumpí, "Pero sigue siendo una farsa" .

Don Fernando lanzó una carcajada arrogante, "¿Y cómo puedes estar tan segura, eh?" .

"Tengo algo mucho más confiable que estar ahí" , aseguré, mientras Isabella gritaba que tenían pruebas, que Alejandro se había hecho una prueba de ADN que guardaba en una caja fuerte.

"¡Cuando lo haga, te quitaremos hasta el último centavo!" , me amenazó mi suegra.

"Perfecto. Vayamos al banco" , respondí con una sonrisa genuina.

En la caja fuerte, el sobre de la prueba estaba vacío, destrozando sus esperanzas.

"¡Fuiste tú!" , gritó Doña Elvira, lanzándose hacia mí, pero Don Fernando la detuvo.

Fue entonces cuando abrí mi propio bolso y saqué una carpeta de cuero.

"Esa prueba de ADN era una mentira" , dije, para luego revelar los informes médicos.

"Alejandro era estéril. Completamente. Cero posibilidades de concebir" .

La bomba de la esterilidad de Alejandro destrozó las esperanzas de la familia De la Vega, dejando a Isabella desmoronada y a mis suegros en shock.

Pero Don Fernando no se dio por vencido, "Esto no ha terminado, Sofía. Te quedaras sin nada" .

Me demandaron, acusándome de fraude, pero en la mediación, Isabella, ahora bajo sus órdenes, intentó un nuevo giro: "Consideramos la fertilización in vitro. Él congeló una muestra" .

Una nueva artimaña para asegurar un heredero, una mentira elaborada por Don Fernando.

"Hablando de paternidad y de hijos inesperados, Don Fernando" , comencé, mi voz peligrosamente suave.

Y entonces, solté la segunda bomba, mi hermana Lucía entró con su hijo enfermo en brazos.

"¿Por qué no le contamos a todos sobre su otro hijo? El que sí es de su sangre" , revelé, "Un niño que usted tuvo con ella. En secreto" .

El grito ahogado de Doña Elvira fue la confirmación.

"Fernando... ¿qué está diciendo esta mujer?" . Su rostro era una máscara de horror.

Sin decir una palabra, se dio la vuelta y salió de la sala, su espalda rígida, una mujer rota.

El juego había terminado. Jaque mate.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Traicionada y Embarazada: Mi Retorno

Traicionada y Embarazada: Mi Retorno

Cuentos

5.0

Un sudor frío me despertó, el corazón latiéndome a mil por hora. Afuera, el sol de un nuevo día bañaba mi habitación con su resplandor familiar, pero el pánico dentro de mí era un hielo que me calaba hasta los huesos. Aún sentía el dolor punzante en el vientre, el amargo sabor del vino envenenado en mi boca. Y lo peor, la mirada triunfante de mi propia hermana, Sofía, mientras mi vida se desvanecía. Junto a ella, Diego, mi prometido, el hombre al que entregué mi alma, me observaba con una indiferencia helada, como si yo fuera una extraña. "Lo siento, Ximena", susurró Sofía, su voz convertida en veneno puro. "Pero Diego y su fortuna me pertenecen. Siempre debieron ser míos." Esas palabras… resonaban en mi cabeza sin cesar. Morí humillada, traicionada por las dos personas en las que más confiaba, mi carrera como diseñadora de modas hecha pedazos en un instante de maldad pública. ¿Cómo pudieron hacerme esto? ¿Qué crimen tan terrible había cometido para merecer tal castigo de los que amaba? Pero ahora… ahora estaba viva. Mis manos temblaban, pero estaban intactas. Toqué mi vientre, sin rastro de aquel dolor desgarrador. Estaba de vuelta en mi antigua habitación, en la casa de mis padres, esa que guardaba tantos secretos. El calendario en la pared marcó una fecha que me heló la sangre. Exactamente un año antes de mi desfile de modas nupcial, el día en que mi mundo se vino abajo. Era el día en que el médico me confirmó que estaba embarazada. En mi vida pasada, esa noticia fue el principio del fin. Pero esta vez, sería el comienzo de mi venganza.

Después de que me dejó, me convertí en su madrastra

Después de que me dejó, me convertí en su madrastra

Cuentos

5.0

La tarde en que Ricardo regresó, el sol implacable bañaba los impecables jardines de la mansión Vargas, casi tan cegador como el traje de lino blanco que él vestía. Un deportivo, escandaloso y ostentoso como su dueño, derrapó sobre la grava, soltando a una mujer pálida y frágil, aferrada a él como si su vida dependiera de ello: Camila Soto, la influencer desaparecida. Los vi entrar por el ventanal, sin invitación, como si la casa aún les perteneciera, ignorando a una Lupe que intentaba detenerlos. "Vengo a verla a ella," dijo él, su sonrisa torcida, esa misma sonrisa de hace tres años cuando me dejó plantada en el altar, diciendo que buscaba su «espíritu» en un rancho. "Sofía," espetó, su voz cargada de una autoridad inexistente, "veo que sigues aquí, como una buena perra fiel esperando a su amo." Luego, Ricardo se desplomó en el sofá de cuero de Alejandro, su padre, y dijo: "Hemos vuelto para quedarnos." Mi corazón no tembló, solo una fría calma, la calma de quien espera una tormenta anunciada, porque sabía que él no era el rey, y yo ya no era la ingenua que él había abandonado. Él no sabía que, con Alejandro, había encontrado dignidad, un hogar y un amor profundo que sanó las heridas de su traición. Me di la vuelta para ir a la cocina, con sus miradas clavadas en mi espalda, pensando que yo seguía siendo la misma Sofía. Pero justo en ese momento, una pequeña figura se lanzó hacia mí, riendo a carcajadas. "¡Mami, te encontré!" Un niño de dos años, con el cabello oscuro y los ojos brillantes de Alejandro, se abrazó a mi pierna, ajeno a la gélida tensión que se cernió sobre el salón. "Mami," preguntó con su vocecita clara, "¿Quiénes son?"

Venganza de La Esposa Despreciada

Venganza de La Esposa Despreciada

Cuentos

5.0

Llevaba cinco años casada con Mateo, un arquitecto exitoso que me eligió a mí, una simple panadera. Mi vientre, ahora de ocho meses, era el testimonio de un milagro, la culminación de años de tratamientos y de nuestro amor. Hoy era su cumpleaños y horneaba su pastel favorito, el de tres leches, lista para darle una sorpresa. Encendí el monitor de bebés para saber el momento exacto en que él terminaría su llamada de trabajo. Pero la voz que escuché no era de negocios, era la de su socio: "¿Cuándo le vas a decir a la panadera que el bollo que tiene en el horno no es suyo?". La risa de Mateo llenó el altavoz: "Es épico. La tienes creyendo que es infértil durante cinco años, metiéndole pastillas en su té, y ahora la usas de incubadora para tu verdadera reina, Camila". Mi mano soltó el cuchillo, que cayó con un estruendo metálico sobre el mármol, rompiendo mi corazón. ¿Cinco años creyendo que era yo la defectuosa? ¿Mi vientre, mi bebé, era solo un engaño, un medio para un fin depravado? El té amargo que me daba cada noche. Las fotos que tomaban de mi cuerpo mientras dormía. La humillación pública en la fiesta de cumpleaños de su amante, donde un "cóctel sin alcohol" provocó una hemorragia y la pérdida de mi hijo. Ellos creyeron que me habían destruido, pero solo lograron despertar a un monstruo. Mi venganza comenzó en ese instante, fría, calculadora y letal. Iban a pagar por cada lágrima, cada humillación, por la vida de mi bebé.

No soy madre alquiler

No soy madre alquiler

Romance

5.0

Mi vida con Alejandro Vargas, un bodeguero acaudalado, era un sueño. Me trataba como a una reina, construyendo un tablao privado en nuestra mansión y colmándome de lujos. Creía ciegamente en nuestro amor, en que yo era su musa y que su mundo me pertenecía. Pero el idilio se desmoronó cuando mi abuela, mi única familia, agonizaba. Mis desesperadas llamadas a Alejandro fueron ignoradas, solo para que una foto desde París confirmara la cruel verdad: él abrazaba a mi tía Isabel con una intensidad que nunca me mostró. Su regreso trajo mentiras, pero la verdad que descubrí era demoledora: yo no era más que un eco de Isabel, un peón en su obsesión, incluso mi embarazo era parte de su juego para engendrar un heredero que llevara el "duende" de mi tía. Mi caída "accidental" en el tablao, su "rescate", todo fue un vil montaje. ¿Mi amor, mi pasión, mi futuro hijo, todo una farsa calculada? La humillación me consumía al darme cuenta de que viví en una jaula dorada, utilizada como un mero sustituto, un objeto para perpetuar su enfermiza obsesión. La indignación y el dolor amenazaban con destruirme. Pero Sofía Torres, la bailaora, no sería el reemplazo de nadie. Con una frialdad y determinación inesperadas, puse en marcha mi plan. Terminé el embarazo en secreto, y el día de su sacrificio final por Isabel, le entregué los papeles de nuestro divorcio y el informe de mi aborto. Partí a Buenos Aires, dejando atrás cenizas y mentiras, para renacer.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro