Hoy era el día de mi boda, la cumbre de la alegría en mi pueblo. El vestido blanco de encaje, la iglesia llena, todo perfecto para que Lina García, la bailaora, se uniera al chef Máximo Castillo. Pero yo, la novia, estaba sola. Ni mis padres, ni mi hermano, ni mi prometido... todos se fueron, dejándome plantada en el altar, por la inesperada llegada de mi hermana menor, Yolanda. Una foto en Instagram lo confirmó: ellos sonriendo con ella en el aeropuerto, el pie de foto glorificando el amor familiar que "lo deja todo por mí". La humillación pública fue un golpe, pero lo peor llegó después. Mientras intentaba salvar una cena familiar, Yolanda, para incriminarme, fingió una alergia a los frutos secos con mi paella. En un instante, se volvió la víctima y yo, el monstruo. Mi madre me abofeteó, mi hermano me llamó "envidiosa", y mi prometido me miró con puro odio. ¿Cómo pudieron acusarme de envenenar a mi propia hermana, sin una pizca de duda o una pregunta? Sola en la oscuridad del restaurante, escuché una conversación que destrozó lo poco que me quedaba: mi vida entera había sido una farsa, un cruel engaño para mantener a Máximo cerca de Yolanda. En ese momento, la joven Lina que se casaba murió. Y una nueva mujer decidió nacer, lejos de sus mentiras y su dolor, buscando su verdadero destino en el duende del flamenco.
Hoy era el día de mi boda, la cumbre de la alegría en mi pueblo.
El vestido blanco de encaje, la iglesia llena, todo perfecto para que Lina García, la bailaora, se uniera al chef Máximo Castillo.
Pero yo, la novia, estaba sola.
Ni mis padres, ni mi hermano, ni mi prometido... todos se fueron, dejándome plantada en el altar, por la inesperada llegada de mi hermana menor, Yolanda.
Una foto en Instagram lo confirmó: ellos sonriendo con ella en el aeropuerto, el pie de foto glorificando el amor familiar que "lo deja todo por mí".
La humillación pública fue un golpe, pero lo peor llegó después.
Mientras intentaba salvar una cena familiar, Yolanda, para incriminarme, fingió una alergia a los frutos secos con mi paella.
En un instante, se volvió la víctima y yo, el monstruo.
Mi madre me abofeteó, mi hermano me llamó "envidiosa", y mi prometido me miró con puro odio.
¿Cómo pudieron acusarme de envenenar a mi propia hermana, sin una pizca de duda o una pregunta?
Sola en la oscuridad del restaurante, escuché una conversación que destrozó lo poco que me quedaba: mi vida entera había sido una farsa, un cruel engaño para mantener a Máximo cerca de Yolanda.
En ese momento, la joven Lina que se casaba murió.
Y una nueva mujer decidió nacer, lejos de sus mentiras y su dolor, buscando su verdadero destino en el duende del flamenco.
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