La Venganza No Espera

La Venganza No Espera

Gavin

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Mi prima Scarlett siempre ha tenido una obsesión: robarme todo lo que valoro, convirtiéndome en su eterna víctima y el juguete perfecto para su vanidad. Cuando le informé a Máximo, el heredero de los hoteles Castillo, sobre el comportamiento de mi prima narcisista, solo pude ver el desafío brillar en sus ojos, sin sospechar la verdadera oscuridad que se escondía detrás de la suya. Mientras yo orquestaba el "robo" de Máximo para arruinar a Scarlett, él planeaba engañarme a mí también, usando mi historia para manipularme y atraerme a un infierno oculto. Me negué a ser un peón más en su juego retorcido; no podía permitir que el monstruo que había desenterrado siguiera lastimando a otros. Esta vez, no era una simple venganza de primas, sino una lucha por la justicia, y convertiría al cazador en la presa definitiva.

Introducción

Mi prima Scarlett siempre ha tenido una obsesión: robarme todo lo que valoro, convirtiéndome en su eterna víctima y el juguete perfecto para su vanidad.

Cuando le informé a Máximo, el heredero de los hoteles Castillo, sobre el comportamiento de mi prima narcisista, solo pude ver el desafío brillar en sus ojos, sin sospechar la verdadera oscuridad que se escondía detrás de la suya.

Mientras yo orquestaba el "robo" de Máximo para arruinar a Scarlett, él planeaba engañarme a mí también, usando mi historia para manipularme y atraerme a un infierno oculto.

Me negué a ser un peón más en su juego retorcido; no podía permitir que el monstruo que había desenterrado siguiera lastimando a otros.

Esta vez, no era una simple venganza de primas, sino una lucha por la justicia, y convertiría al cazador en la presa definitiva.

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Cuentos

5.0

El aire denso y sofocante de la habitación de hotel barata me asfixiaba. Frente al espejo manchado, la joven de ojos vacíos que me devolvía la mirada era casi una extraña. Pero el montón de billetes en la mesita de noche era real, sucio, tangible. Cien mil pesos. El precio, me convencía, de la vida de Alejandro. Por él, todo valía la pena; incluso la pureza que había sacrificado. Con el corazón latiéndome entre la esperanza y el pánico, corrí al hospital, el olor familiar a antiséptico prometiendo un nuevo comienzo. Pero al doblar la esquina, risas. No, no risas de alivio, sino carcajadas burlonas; la voz de Valeria, mi detestable rival, seguida por la de Alejandro. "¿En serio te creíste que esa tonta iba a conseguir la lana?" , dijo Valeria. "Claro que sí, mi amor. Sofía es tan ingenua... Le monté el numerito del enfermo terminal y se lo tragó enterito. Ya debe estar vendiendo hasta el alma para juntar el dinero" , respondió Alejandro. El suelo bajo mis pies se derrumbó. Su enfermedad, nuestro amor, todo era una farsa cruel. Una elaborada venganza por una beca que yo gané con mi esfuerzo. "Cuando traiga el dinero, la grabaré... Será la humillación de su vida" , susurró Alejandro, su voz conspiradora. Ahogué un sollozo, el dolor físico y emocional era insoportable. Me habían golpeado, manipulado, usado para el entretenimiento de una audiencia cruel. ¿Por qué? ¿Por qué esta maldad? En medio de mi desesperación, el teléfono sonó. Una llamada de Londres. La inoportuna noticia de un abuelo al que creía muerto para mí. Pero en ese instante de quiebre, una idea. Una única y afilada oportunidad para escapar. Decidí que no me destruirían. Esta vez, se acabó la Sofía ingenua. Ahora solo quedaba una Sofía decidida a contraatacar. Y ellos, mis torturadores, pagarían.

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