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Mi Madre, Mi Verdugo

Mi Madre, Mi Verdugo

Gavin

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Capítulo

En mi decimoctavo cumpleaños, y el décimo aniversario de la muerte de mi padre, mi madre me maldijo al teléfono. Solo quería gritarle que estaba en peligro, pero mi voz ya no existía. Después, mi espíritu, ligero y frío, flotó mientras mi cuerpo inerte yacía en el suelo de cemento. Me convertí en un fantasma, una observadora silenciosa de mi propia tragedia. Así presencié lo impensable: mi madre, Annabel, la respetada criminalista, diseccionando mis restos desmembrados "caso 217" en la morgue, sin una pizca de reconocimiento. Ella, quien me negó alimento y amor por diez años, analizaba las heridas que su negligencia causó. ¿Cómo podía una madre no reconocer a la hija que cargó en su vientre? ¿Cómo pudo su ceguera ser tan absoluta, su corazón tan duro? El veneno que me arrojó, el odio que me profesó, la había consumido, impidiéndole ver la verdad... hasta que fue demasiado tarde. Mi mano izquierda, con el collar de mi padre, se convirtió en la prueba de un crimen que abarca una década de mentiras. Y desde este limbo, ahora soy la testigo principal de una verdad que destrozará a todos los involucrados.

Introducción

En mi decimoctavo cumpleaños, y el décimo aniversario de la muerte de mi padre, mi madre me maldijo al teléfono.

Solo quería gritarle que estaba en peligro, pero mi voz ya no existía.

Después, mi espíritu, ligero y frío, flotó mientras mi cuerpo inerte yacía en el suelo de cemento.

Me convertí en un fantasma, una observadora silenciosa de mi propia tragedia.

Así presencié lo impensable: mi madre, Annabel, la respetada criminalista, diseccionando mis restos desmembrados "caso 217" en la morgue, sin una pizca de reconocimiento.

Ella, quien me negó alimento y amor por diez años, analizaba las heridas que su negligencia causó.

¿Cómo podía una madre no reconocer a la hija que cargó en su vientre?

¿Cómo pudo su ceguera ser tan absoluta, su corazón tan duro?

El veneno que me arrojó, el odio que me profesó, la había consumido, impidiéndole ver la verdad... hasta que fue demasiado tarde.

Mi mano izquierda, con el collar de mi padre, se convirtió en la prueba de un crimen que abarca una década de mentiras.

Y desde este limbo, ahora soy la testigo principal de una verdad que destrozará a todos los involucrados.

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Durante siete años, intenté ser la prometida perfecta para Iván en Buenos Aires, una vida que parecía destinada a la felicidad. Pero un día, mi mundo se desmoronó: Iván, mi prometido, manipuló fotos íntimas y las esparció por toda la ciudad para deshacerse de mí, provocando la muerte de mi padre viticultor de un infarto. En medio de esa humillación y pérdida, Máximo, mi amigo de la infancia supuestamente enamorado de mí, se convirtió en mi único pilar, asumiendo los arreglos del funeral y proponiéndome matrimonio. Tres años después, embarazada de ocho meses, me vi obligada a escuchar la verdad en el aparcamiento de un hospital, una revelación que detuvo mi respiración. Máximo, a quien consideraba mi salvador y el padre de mi hijo, admitió haber orquestado la muerte de mi padre para que su riñón salvara a mi hermanastra Sofía, y se casó conmigo solo para apartarme del camino de su amada. Mi padre no murió de un infarto, fue asesinado. El hombre que decían ser mi salvador era el arquitecto de mi ruina. Con el corazón destrozado, regresé a la consulta del ginecólogo. "Doctora, quiero interrumpir el embarazo", pedí, una decisión inquebrantable para que ese hombre no fuera el padre de mi hijo. Salí del hospital, pálida y sangrando, con un plan macabro fraguándose en mi interior. Compré una caja de madera y coloqué en ella el pequeño cuerpo ensangrentado de mi hijo. Me puse una barriga falsa, una prótesis de silicona que parecía real. Esa noche, cuando Máximo volvió a casa, borracho de malbec y sintiéndose culpable, yo ya estaba lista para entregarle su "regalo", la primera pieza de mi devastadora venganza.

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