El Último Brindis por un Amor Falso

El Último Brindis por un Amor Falso

Gavin

5.0
calificaciones
Vistas
11
Capítulo

Máximo, mi esposo y jefe, siempre decía que sus manos estaban hechas para diseñar, no para ensuciarse, mientras las mías levantaban nuestro imperio arquitectónico. Un día, mi mundo se congeló al ver su publicación en Instagram: sonreía radiante en un viñedo, con las manos manchadas de uva, junto a una descripción cínica sobre "hombres de verdad que cierran tratos en la ciudad y cosechan en el campo". El lugar no era cualquiera; era la viña familiar de Leon, nuestro junior de arquitectura, el mismo al que Máximo, según él, había tenido una "reunión de emergencia" fuera de la ciudad. Pero la mentira no terminó ahí; apenas le di 'me gusta' a esa foto, nuestro chat de trabajo explotó y Máximo me llamó furioso, exigiendo que me disculpara públicamente con Leon por haber "insultado sus humildes orígenes". ¿Qué le diría? ¿Que la única burla era él? La indiferencia total que sentí al recordar cómo casi muero por su negligencia durante un ataque de asma me hizo ver todo con claridad. Entonces, colgué, y con una calma helada, decidí que ya no sería cómplice de su farsa; era hora de que mi pasado fuera un circo sin mí en el espectáculo.

Introducción

Máximo, mi esposo y jefe, siempre decía que sus manos estaban hechas para diseñar, no para ensuciarse, mientras las mías levantaban nuestro imperio arquitectónico.

Un día, mi mundo se congeló al ver su publicación en Instagram: sonreía radiante en un viñedo, con las manos manchadas de uva, junto a una descripción cínica sobre "hombres de verdad que cierran tratos en la ciudad y cosechan en el campo".

El lugar no era cualquiera; era la viña familiar de Leon, nuestro junior de arquitectura, el mismo al que Máximo, según él, había tenido una "reunión de emergencia" fuera de la ciudad.

Pero la mentira no terminó ahí; apenas le di 'me gusta' a esa foto, nuestro chat de trabajo explotó y Máximo me llamó furioso, exigiendo que me disculpara públicamente con Leon por haber "insultado sus humildes orígenes".

¿Qué le diría? ¿Que la única burla era él? La indiferencia total que sentí al recordar cómo casi muero por su negligencia durante un ataque de asma me hizo ver todo con claridad.

Entonces, colgué, y con una calma helada, decidí que ya no sería cómplice de su farsa; era hora de que mi pasado fuera un circo sin mí en el espectáculo.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
Cicatrices de Vino y Sangre

Cicatrices de Vino y Sangre

Cuentos

5.0

Durante siete años, intenté ser la prometida perfecta para Iván en Buenos Aires, una vida que parecía destinada a la felicidad. Pero un día, mi mundo se desmoronó: Iván, mi prometido, manipuló fotos íntimas y las esparció por toda la ciudad para deshacerse de mí, provocando la muerte de mi padre viticultor de un infarto. En medio de esa humillación y pérdida, Máximo, mi amigo de la infancia supuestamente enamorado de mí, se convirtió en mi único pilar, asumiendo los arreglos del funeral y proponiéndome matrimonio. Tres años después, embarazada de ocho meses, me vi obligada a escuchar la verdad en el aparcamiento de un hospital, una revelación que detuvo mi respiración. Máximo, a quien consideraba mi salvador y el padre de mi hijo, admitió haber orquestado la muerte de mi padre para que su riñón salvara a mi hermanastra Sofía, y se casó conmigo solo para apartarme del camino de su amada. Mi padre no murió de un infarto, fue asesinado. El hombre que decían ser mi salvador era el arquitecto de mi ruina. Con el corazón destrozado, regresé a la consulta del ginecólogo. "Doctora, quiero interrumpir el embarazo", pedí, una decisión inquebrantable para que ese hombre no fuera el padre de mi hijo. Salí del hospital, pálida y sangrando, con un plan macabro fraguándose en mi interior. Compré una caja de madera y coloqué en ella el pequeño cuerpo ensangrentado de mi hijo. Me puse una barriga falsa, una prótesis de silicona que parecía real. Esa noche, cuando Máximo volvió a casa, borracho de malbec y sintiéndose culpable, yo ya estaba lista para entregarle su "regalo", la primera pieza de mi devastadora venganza.

El Fin de un Cobarde

El Fin de un Cobarde

Cuentos

5.0

La música de la fiesta ya había cesado, pero en mi cabeza el zumbido del champán y la creciente sensación de que algo andaba terriblemente mal apenas comenzaban. En el bautizo del primer sobrino de mi flamante esposo, Máximo, mis padres habían honrado la unión con un lujoso regalo que estaba a punto de convertirse en mi peor pesadilla. Cuando el gerente del club deslizó la factura sobre la mesa, el número astronómico me hizo parpadear, pensando que era un error de imprenta, pero la ira ya burbujeaba en mi interior. Mi corazón se aceleró al ver el desglose: diez botellas de tequila "Ley del Diamante", cajas de puros Cohiba Behike, un reloj Rolex... ¿y la "restauración de una obra de arte"? Fue entonces cuando vi la sonrisa triunfante de mi suegra, Yolanda, entre su ruidoso clan, y comprendí que todo había sido una estafa perfectamente orquestada para robarme. Máximo, mi supuesto protector, se arrodilló, con lágrimas falsas, mostrándome pagarés por la deuda que su madre había contraído, diciendo que era una "deuda matrimonial" que debíamos pagar juntos. Yolanda me amenazó: o yo pagaba la deuda de su hijo o cedía mi apartamento, justificándolo como el "deber de una esposa". Mi propia casa se había convertido en mi prisión, rodeada de buitres, y el hombre que juró amarme y protegerme, me había vendido a su madre. La traición me golpeó con la fuerza de un puñetazo, dejándome sin aliento, ¿cómo pude ser tan ciega? En ese momento de máxima humillación y peligro, mientras los parientes de Máximo me rodeaban con ojos llenos de violencia, una fría venganza nació en mí: activé mi plan de contingencia y marqué el 911. Esa noche, cuando la policía irrumpió y detuvo a Máximo junto a su familia, supe que no solo había recuperado mi libertad y dignidad, sino que el verdadero juego apenas comenzaba. Le ofrecí un trato: retiraría los cargos más graves contra su preciosa madre a cambio de un divorcio inmediato, sin condiciones y sin compensación. Ese fue solo el primer paso de un plan meticulosamente trazado, pues mi venganza fría y calculadora apenas estaba comenzando.

Renacido en el Engaño: El Secreto de Lina

Renacido en el Engaño: El Secreto de Lina

Cuentos

5.0

A mis setenta años, en mi lecho de muerte, le hice la pregunta a mi esposa Lina que me había carcomido durante medio siglo: «¿Alguna vez me amaste?». Su silencio fue la respuesta, confirmando cincuenta años de un amor no correspondido, un matrimonio por contrato que me llevó a mi último deseo: «Ojalá nunca te hubiera conocido. Ojalá nunca te vuelva a amar.» Y entonces, todo se volvió negro. Hasta que la luz del sol me golpeó la cara. Abrí los ojos en mi habitación de adolescente: tenía dieciocho años otra vez. El destino me había dado una segunda oportunidad, y esta vez, no cometería el mismo error: no me casaría con Lina Salazar. Pero ella se apareció de nuevo, esta vez transfiriéndose a mi instituto, y empezó a seguirme a todas partes. Mi desconcierto se convirtió en furia cuando, acorralado, ella soltó la bomba: «Yo también he renacido, Roy. Lo recuerdo todo». A pesar de su confesión, mi rabia ardía. Recordaba al otro hombre, a Máximo. Al verlos juntos, riendo y tomados del brazo, mi mundo se desmoronó, confirmando cincuenta años de sospechas y celos silenciosos. «¡Eres una mentirosa!», le grité en plena calle, cegado por el dolor la humillé y me di la vuelta, abandonándola. Destrozado y sin rumbo, huí hacia el sur, a la playa, buscando consuelo en las cenizas de mi madre. «Mamá, ¿por qué duele tanto? ¿Por qué no puedo dejar de amarla?». Mi voz se quebró en un sollozo, y entonces, escuché una voz suave y temblorosa a mi lado: «Porque yo también se lo pedí». Era Lina. Me había seguido.

Quizás también le guste

Mi vecino, mi tormento

Mi vecino, mi tormento

Miri Baustian
5.0

Ellos eran vecinos, sus casas estaban pagadas. Emanuel era engreído y hasta déspota en su manera de actuar, y le molestaba bastante que su vecinita prescindiera de su saludo y que con su hermano fuera pura simpatía. Hasta que coincidieron una madrugada, a la salida de una discoteca y terminaron teniendo relaciones sexuales. Al día siguiente él la humilló apenas la vio, es que estaba acompañado por su futura esposa y evitó problemas. Solange sintió que el mundo se le venía abajo, la noche anterior le había entregado su virginidad y creyó que habían comenzado una relación. Las consecuencias llegaron al mes siguiente, cuando a Solange le faltó la regla, ella, con odio hacia Emanuel, por las humillaciones recibidas, nunca confesó de quién era el bebé. Sus padres estaban avergonzados de que su hija adolescente estuviera embarazada y la enviaron a Italia, con una tía que nunca pudo tener hijos. La vida cambió para Solange, porque fue recibida con verdadero cariño. Años después, al fallecer su tía, ella se convirtió en la dueña de un imperio económico. Sus caminos se cruzaron nuevamente al tener negocios en común, en dónde ella tenía el poder. La vida para Emanuel, en el plano personal, había cambiado, descubrió que su esposa lo había engañado, que el que creía su hijo, no lo era y que el interés de la mujer que tenía a su lado, era lo que regía su vida. Sin embargo, él seguía siendo el arrogante como siempre. La atracción que sentía por Solange era tan fuerte, que se convirtió en una obsesión, pero al no reconocerlo, solamente planeaba hacerla pasar malos ratos, desatando momentos desopilantes, porque Sol siempre lograba dar vuelta la situación y dejarlo mal parado. Hasta que descubrió que tenían un hijo en común y dejó de lado su infantil comportamiento, dando paso a un amor pocas veces visto.

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro