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Mi Otro Yo Asesino

Mi Otro Yo Asesino

Gavin

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Capítulo

"Están muertas. Mis cinco compañeras de piso. Están todas muertas", susurré al 112, mi voz temblorosa en la oscuridad de la madrugada. Yo era la única superviviente de aquella "última cena". Pero la policía no tardó en mirarme diferente. De víctima a principal sospechosa. El Inspector Castillo puso un audio: el grito desesperado de mis amigas mientras morían, pronunciando mi nombre: "¡Lina, para!", "¡Lina, despierta!". Y no solo eso. El descubrimiento de un grupo de WhatsApp donde me llamaban "la sombra" y se burlaban de mí, añadiendo un poderoso motivo a la ecuación: la venganza. Yo, que solo quería ser su amiga, ¿era capaz de algo así? ¿Por qué la grabación decía mi nombre si yo juraba haber estado dormida? No recordaba mi tarjeta de acceso usándose esa noche, ni un vídeo granulado donde mi "doble" arrojaba pruebas a un contenedor. Ni el dibujo macabro en mi habitación: "Si ellas desaparecieran, por fin habría silencio. Esto no es un final, es una liberación". Todo me apuntaba. Pero un mensaje anónimo, "Ella no es ella. ¿Has olvidado lo que pasó en la feria de Málaga?", desenterró una verdad que mis padres habían ocultado: mi historial psiquiátrico. Yo tenía un trastorno de identidad disociativo. No era yo. Era "ella". La otra, la que me protegía. Y la que las mató. Ahora estoy encerrada, preguntándome cada noche: ¿cuándo volverá a despertar?

Introducción

"Están muertas. Mis cinco compañeras de piso. Están todas muertas", susurré al 112, mi voz temblorosa en la oscuridad de la madrugada. Yo era la única superviviente de aquella "última cena".

Pero la policía no tardó en mirarme diferente. De víctima a principal sospechosa.

El Inspector Castillo puso un audio: el grito desesperado de mis amigas mientras morían, pronunciando mi nombre: "¡Lina, para!", "¡Lina, despierta!". Y no solo eso. El descubrimiento de un grupo de WhatsApp donde me llamaban "la sombra" y se burlaban de mí, añadiendo un poderoso motivo a la ecuación: la venganza.

Yo, que solo quería ser su amiga, ¿era capaz de algo así? ¿Por qué la grabación decía mi nombre si yo juraba haber estado dormida?

No recordaba mi tarjeta de acceso usándose esa noche, ni un vídeo granulado donde mi "doble" arrojaba pruebas a un contenedor. Ni el dibujo macabro en mi habitación: "Si ellas desaparecieran, por fin habría silencio. Esto no es un final, es una liberación". Todo me apuntaba.

Pero un mensaje anónimo, "Ella no es ella. ¿Has olvidado lo que pasó en la feria de Málaga?", desenterró una verdad que mis padres habían ocultado: mi historial psiquiátrico. Yo tenía un trastorno de identidad disociativo.

No era yo. Era "ella". La otra, la que me protegía. Y la que las mató.

Ahora estoy encerrada, preguntándome cada noche: ¿cuándo volverá a despertar?

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