El olor a desinfectante fue mi bienvenida al despertar, con la cabeza palpitando y la pierna vendada. Pero mi angustia mayor era ver a mi prometido, Iván Lawrence, al otro lado de la habitación del hospital. Entonces, sus ojos se encontraron con los míos, vacíos. "Disculpa, ¿quién eres?" La pregunta me clavó una daga. Pero el verdadero terror comenzó cuando una voz familiarmente furiosa y áspera retumbó en mi mente: «¡Idiota! ¡Te lo advertí! ¡Él es veneno y tú, como una tonta, te lanzaste a sus brazos!». Era mi bisabuela, la que murió hace décadas. La madre de Iván intervino con falsa compasión: "Iván ha perdido la memoria". Pero la voz de mi bisabuela gritó: «¡Mentiras! ¡Finge para poder seguir usándote mientras se acuesta con esa zorra de Sasha!». Un escalofrío de náusea me recorrió. La voz me reveló: «En otra vida, te casaste con él. Te robó el arte, destruyó tu carrera y te dejó morir sola». Mi abuelo, el patriarca, entró con un rostro severo. "El accidente ha debilitado nuestra posición. Debes elegir un marido. Ahora. Para asegurar el futuro de los Salazar". Todos esperaban que eligiera a Iván, pero la voz de mi bisabuela vociferó: «¡No lo hagas! ¡Elige a cualquiera menos a él! ¡Elige al diablo si es necesario!». Miré la habitación, deteniéndome en el heredero de nuestros enemigos jurados, Máximo Castillo. Mi mano tembló. "A él".
El olor a desinfectante fue mi bienvenida al despertar, con la cabeza palpitando y la pierna vendada. Pero mi angustia mayor era ver a mi prometido, Iván Lawrence, al otro lado de la habitación del hospital.
Entonces, sus ojos se encontraron con los míos, vacíos. "Disculpa, ¿quién eres?" La pregunta me clavó una daga. Pero el verdadero terror comenzó cuando una voz familiarmente furiosa y áspera retumbó en mi mente: «¡Idiota! ¡Te lo advertí! ¡Él es veneno y tú, como una tonta, te lanzaste a sus brazos!». Era mi bisabuela, la que murió hace décadas.
La madre de Iván intervino con falsa compasión: "Iván ha perdido la memoria". Pero la voz de mi bisabuela gritó: «¡Mentiras! ¡Finge para poder seguir usándote mientras se acuesta con esa zorra de Sasha!». Un escalofrío de náusea me recorrió. La voz me reveló: «En otra vida, te casaste con él. Te robó el arte, destruyó tu carrera y te dejó morir sola».
Mi abuelo, el patriarca, entró con un rostro severo. "El accidente ha debilitado nuestra posición. Debes elegir un marido. Ahora. Para asegurar el futuro de los Salazar". Todos esperaban que eligiera a Iván, pero la voz de mi bisabuela vociferó: «¡No lo hagas! ¡Elige a cualquiera menos a él! ¡Elige al diablo si es necesario!».
Miré la habitación, deteniéndome en el heredero de nuestros enemigos jurados, Máximo Castillo. Mi mano tembló. "A él".
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