Contra el Poder: El Grito de una Hermana

Contra el Poder: El Grito de una Hermana

Gavin

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Mi hermano Mateo y yo, hijos del Coronel Rojas, solo queríamos defender la casa que heredamos de nuestros padres. Pero esa resistencia desató la furia de Ricardo, el hijo de un poderoso magnate, quien envió a sus matones a golpear brutalmente a Mateo, dejándolo al borde de la muerte. Con mi hermano en cuidados intensivos, su prometida Camila lo traicionó, aliándose con Ricardo para encubrir la agresión como un "accidente laboral" y aceptar una indemnización. Cuando busqué justicia legal, el comandante de policía, primo de Ricardo, desestimó mi denuncia, archivándola como un caso cerrado por corrupción. Al intentar exponer la verdad en redes sociales, fui secuestrada, brutalmente golpeada y forzada a borrar mis publicaciones mientras Ricardo amenazaba con matar a Mateo en el hospital vía videollamada. Devastada, humillada y sin ninguna opción, la esperanza se había extinguido por completo, al comprobar que la ley pertenecía a quienes podían comprarla. Pero mientras me arrastraba por la casa que casi nos quitan, encontré el uniforme y las condecoraciones de mi padre, el valiente Coronel Rojas, y su Medalla al Valor me dio una última, desesperada, y quizás loca idea para luchar.

Introducción

Mi hermano Mateo y yo, hijos del Coronel Rojas, solo queríamos defender la casa que heredamos de nuestros padres.

Pero esa resistencia desató la furia de Ricardo, el hijo de un poderoso magnate, quien envió a sus matones a golpear brutalmente a Mateo, dejándolo al borde de la muerte.

Con mi hermano en cuidados intensivos, su prometida Camila lo traicionó, aliándose con Ricardo para encubrir la agresión como un "accidente laboral" y aceptar una indemnización.

Cuando busqué justicia legal, el comandante de policía, primo de Ricardo, desestimó mi denuncia, archivándola como un caso cerrado por corrupción.

Al intentar exponer la verdad en redes sociales, fui secuestrada, brutalmente golpeada y forzada a borrar mis publicaciones mientras Ricardo amenazaba con matar a Mateo en el hospital vía videollamada.

Devastada, humillada y sin ninguna opción, la esperanza se había extinguido por completo, al comprobar que la ley pertenecía a quienes podían comprarla.

Pero mientras me arrastraba por la casa que casi nos quitan, encontré el uniforme y las condecoraciones de mi padre, el valiente Coronel Rojas, y su Medalla al Valor me dio una última, desesperada, y quizás loca idea para luchar.

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Romance

5.0

Siempre creí que mi vida con Ricardo De la Vega era un idilio. Él, mi tutor tras la muerte de mis padres, era mi protector, mi confidente, mi primer y secreto amor. Yo, una muchacha ingenua, estaba ciega de agradecimiento y devoción hacia el hombre que me había acogido en su hacienda tequilera en Jalisco. Esa dulzura se convirtió en veneno el día que me pidió lo impensable: donar un riñón para Isabela Montenegro, el amor de su vida que reaparecía en nuestras vidas gravemente enferma. Mi negativa, impulsada por el miedo y la traición ante su frialdad hacia mí, desató mi propio infierno: él me culpó de la muerte de Isabela, filtró mis diarios y cartas íntimas a la prensa, convirtiéndome en el hazmerreír de la alta sociedad. Luego, me despojó de mi herencia, me acusó falsamente de robo. Pero lo peor fue el día de mi cumpleaños, cuando me drogó, permitió que unos matones me golpearan brutalmente y abusaran de mí ante sus propios ojos, antes de herirme gravemente con un machete. "Esto es por Isabela", susurró, mientras me dejaba morir. El dolor físico no era nada comparado con la humillación y el horror de su indiferencia. ¿Cómo pudo un hombre al que amé tanto, que juró cuidarme, convertirme en su monstruo particular, en la víctima de su más cruel venganza? La pregunta me quemaba el alma. Pero el destino me dio una segunda oportunidad. Desperté, confundida, de nuevo en el hospital. ¡Había regresado! Estaba en el día exacto en que Ricardo me suplicó el riñón. Ya no era la ingenua Sofía; el trauma vivido había forjado en mí una frialdad calculada. "Acepto", le dije, mi voz inquebrantable, mientras planeaba mi escape y mi nueva vida lejos de ese infierno.

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