Entre Balas y Agave: La Resurrección del Heredero

Entre Balas y Agave: La Resurrección del Heredero

Gavin

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Capítulo

El olor a tierra mojada y agave cocido era el último recuerdo de mi vida pasada. Luego, el frío del acero y la sonrisa de mi hermana Isabela mientras me desangraba. Pero desperté de golpe, no en la agonía, sino en el suelo de la bodega de la hacienda, con el eco de disparos afuera. ¡No era un sueño! Había reencarnado, justo en el día en que todo se fue al infierno. La casa estaba bajo ataque de sicarios, y mi hermana Isabela, a quien acababa de ver sonriéndome mientras moría, no solo se había llevado a todos los guardias, sino que ignoró el grito desesperado de auxilio de nuestra madre por un estúpido capricho. Luché con todas mis fuerzas para proteger a Elena, mi madre, escondiéndola en un pasadizo secreto. Pero no sin costo: recibí un disparo en el hombro y cojeé hacia la hacienda vecina, buscando la ayuda de mi prometida Sofía. Allí, la traición se redobló: Sofía, después de que Isabela la envenenara con mentiras, me acusó de un "drama" y ordenó a sus guardias que me rompieran la pierna, dejándome desangrándome en el polvo. El dolor físico era insoportable, pero la traición y la injusticia me quemaban más. ¿Cómo pudo mi propia hermana ser tan cruel, tan indiferente? ¿Y Sofía, negarme la ayuda más básica? Peor aún, al llegar al hospital, Isabela y su novio actor me culparon a mí de orquestarlo todo. Pero justo cuando pensaba que no había más fondo, mi padre llegó. Lo que ellos no sabían era que mamá, desde su lecho de dolor, acababa de revelarle toda la verdad: la llamada desatendida, la traición. Esta vez, el ciclo se rompería: con el peso de dos vidas y la verdad de mi lado, no solo sobreviviría, sino que aplastaría cada fachada, cada traición, para reclamar lo que era legítimamente mío y llevar a mi familia a una gloria nunca antes vista.

Introducción

El olor a tierra mojada y agave cocido era el último recuerdo de mi vida pasada. Luego, el frío del acero y la sonrisa de mi hermana Isabela mientras me desangraba. Pero desperté de golpe, no en la agonía, sino en el suelo de la bodega de la hacienda, con el eco de disparos afuera. ¡No era un sueño! Había reencarnado, justo en el día en que todo se fue al infierno.

La casa estaba bajo ataque de sicarios, y mi hermana Isabela, a quien acababa de ver sonriéndome mientras moría, no solo se había llevado a todos los guardias, sino que ignoró el grito desesperado de auxilio de nuestra madre por un estúpido capricho. Luché con todas mis fuerzas para proteger a Elena, mi madre, escondiéndola en un pasadizo secreto. Pero no sin costo: recibí un disparo en el hombro y cojeé hacia la hacienda vecina, buscando la ayuda de mi prometida Sofía.

Allí, la traición se redobló: Sofía, después de que Isabela la envenenara con mentiras, me acusó de un "drama" y ordenó a sus guardias que me rompieran la pierna, dejándome desangrándome en el polvo. El dolor físico era insoportable, pero la traición y la injusticia me quemaban más. ¿Cómo pudo mi propia hermana ser tan cruel, tan indiferente? ¿Y Sofía, negarme la ayuda más básica? Peor aún, al llegar al hospital, Isabela y su novio actor me culparon a mí de orquestarlo todo.

Pero justo cuando pensaba que no había más fondo, mi padre llegó. Lo que ellos no sabían era que mamá, desde su lecho de dolor, acababa de revelarle toda la verdad: la llamada desatendida, la traición. Esta vez, el ciclo se rompería: con el peso de dos vidas y la verdad de mi lado, no solo sobreviviría, sino que aplastaría cada fachada, cada traición, para reclamar lo que era legítimamente mío y llevar a mi familia a una gloria nunca antes vista.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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