Login to ManoBook
icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
No Pagaré a tu Amor Prohibido

No Pagaré a tu Amor Prohibido

Gavin

5.0
calificaciones
Vistas
11
Capítulo

La cena de ensayo de nuestra boda en La Rioja, en la finca de la familia de Sofía, olía a vino añejo y dinero antiguo. Yo, Mateo, un chef, estaba a punto de casarme con la sommelier Sofía. Todo parecía perfecto, aunque la tensión con sus padres, que me veían como un "nuevo rico", era palpable. Pero todo se vino abajo cuando Sofía, tras un desmayo repentino, me confesó con voz helada: "Estoy embarazada. Pero no es tuyo. Es de Javier". Mi prometida esperaba un hijo de su hermanastro. El mundo se me desplomó. Luego llegaron las exigencias: "Tenemos que posponer la boda. Necesito que renuncies a tu trabajo. Te quedarás en casa para cuidarme discretamente. Y, lo más importante, dirás que el niño es tuyo. La reputación de Javier y de mi familia no puede mancharse". Cada palabra era un golpe. Fui humillado públicamente, mi hogar compartido se convirtió en un vertedero de mis pertenencias, y Javier destrozó deliberadamente los cuchillos heredados de mi abuelo, el único recuerdo valioso que tenía. Cuando intenté detenerle, Sofía me golpeó y me acusó de dramático. Sangrando y destrozado, lo dejé todo atrás. ¿Cómo era posible que la mujer que amaba me traicionara de tal forma, me pidiera que criara al hijo de otro, y luego me culpara por su propia depravación? La indignación me quemaba. Justo cuando creía haberlo perdido todo, apareció Lucía, mi amiga de la infancia. Con la mirada fija en mí y recordando un pacto olvidado, me propuso: "Si a los treinta seguimos solteros, nos casaremos". En mi cumpleaños, el día que debía casarme con Sofía, acepté. Mi desesperación se convirtió en una extraña oportunidad para un nuevo comienzo, una oportunidad de renacer de las cenizas que Sofía había dejado a su paso.

Introducción

La cena de ensayo de nuestra boda en La Rioja, en la finca de la familia de Sofía, olía a vino añejo y dinero antiguo. Yo, Mateo, un chef, estaba a punto de casarme con la sommelier Sofía. Todo parecía perfecto, aunque la tensión con sus padres, que me veían como un "nuevo rico", era palpable.

Pero todo se vino abajo cuando Sofía, tras un desmayo repentino, me confesó con voz helada: "Estoy embarazada. Pero no es tuyo. Es de Javier". Mi prometida esperaba un hijo de su hermanastro. El mundo se me desplomó.

Luego llegaron las exigencias: "Tenemos que posponer la boda. Necesito que renuncies a tu trabajo. Te quedarás en casa para cuidarme discretamente. Y, lo más importante, dirás que el niño es tuyo. La reputación de Javier y de mi familia no puede mancharse". Cada palabra era un golpe. Fui humillado públicamente, mi hogar compartido se convirtió en un vertedero de mis pertenencias, y Javier destrozó deliberadamente los cuchillos heredados de mi abuelo, el único recuerdo valioso que tenía. Cuando intenté detenerle, Sofía me golpeó y me acusó de dramático. Sangrando y destrozado, lo dejé todo atrás.

¿Cómo era posible que la mujer que amaba me traicionara de tal forma, me pidiera que criara al hijo de otro, y luego me culpara por su propia depravación? La indignación me quemaba.

Justo cuando creía haberlo perdido todo, apareció Lucía, mi amiga de la infancia. Con la mirada fija en mí y recordando un pacto olvidado, me propuso: "Si a los treinta seguimos solteros, nos casaremos". En mi cumpleaños, el día que debía casarme con Sofía, acepté. Mi desesperación se convirtió en una extraña oportunidad para un nuevo comienzo, una oportunidad de renacer de las cenizas que Sofía había dejado a su paso.

Seguir leyendo

Otros libros de Gavin

Ver más
La Heredera Disfrazada: Seis Años de Sombra

La Heredera Disfrazada: Seis Años de Sombra

Cuentos

5.0

Durante seis años, sacrifiqué mi identidad y mi fortuna por Javier, la heredera Montenegro disfrazada de humilde restauradora. Secretamente, usé los recursos de mi familia para impulsarlo a la cima del mundo del arte. En mi cumpleaños, encontré una caja de terciopelo en su saco, una de anillo, y la ilusión me cegó. Esa noche, con la cena fría y mi corazón lleno de esperanza, Javier me prometió una sorpresa. Pero al abrir mis redes, lo vi: en el bar más exclusivo de Polanco, Javier se arrodillaba ante Valeria, con esa misma caja de terciopelo. Él, el hombre al que di todo, le proponía matrimonio a otra. Sin gritar, sin llorar, llamé a mi padre: "Acepto la alianza con la familia Vega. Empiecen los preparativos de la boda". Javier llegó a casa y me dijo que la proposición a Valeria era solo por caridad, por su "enfermedad terminal". Al día siguiente, en la galería, anunció a Valeria como la nueva jefa de restauración, mi puesto, y su prometida. Luego, me incriminaron por un robo: ¡Valeria misma sacó el camafeo de mi bolso, me quemó la mano con café y Javier me abofeteó! Mi pequeño alebrije de colibrí, regalo de nuestro primer aniversario, se hizo añicos. Mi mejilla ardía, mi mano pulsaba, pero el dolor de la humillación era insoportable. ¿Cómo había sido tan ciega? ¿Cómo pude amar a un hombre capaz de tal traición? El vacío en mi corazón era absoluto. Recogí mi bolso y me fui, arrojando mi teléfono en un barranco. Llegué a mi hacienda familiar, donde Mateo Vega, mi prometido concertado y un hombre que me había buscado por años, vio mis heridas. "Nadie vuelve a tocarte. Yo me encargo", me juró. Y así lo hizo, limpiando mi nombre y revelando mi talento al mundo. Mi historia de justicia apenas comenzaba.

Vino, Traición y Cenizas: La Venganza Silenciosa de la Heredera

Vino, Traición y Cenizas: La Venganza Silenciosa de la Heredera

Cuentos

5.0

Mi vida giraba en torno a la centenaria bodega familiar, un legado de mi madre y una promesa de futuro con Mateo, mi compañero de toda la vida. En una sala de catas, entre risas de amigos y el aroma a vino, le recordé, con dulzura, nuestra promesa de niños. Pero el calor huyó de sus ojos y una marca ajena en su cuello me heló. De repente, Isabela Gámez irrumpió, fingiendo inocencia. En un instante, Mateo, mi prometido, volcó la mesa, destrozando botellas, sin una mirada para mi brazo sangrante, solo para protegerla a ella. Él me acusó de haberla humillado, mientras mi propio hermano, Javier, me miraba con fría complicidad. Me arrebataron la medalla familiar, hicieron añicos el preciado collar de perlas de mi madre, y Javier exigió cederle a ella nuestro olivar, llamándome egoísta. ¿Cómo pudieron cegarse tanto? Mis lágrimas no eran de dolor, sino de una rabia helada al ver a mi protector convertirse en mi verdugo, defendiendo a la hija de la amante de mi padre, quien ahora robaba descaradamente mis diseños premiados. Me habían quitado todo, ¿y yo era la villana? Ya no quedaba nada que quemar salvo las ruinas de mi pasado. En un acto final de desesperación y catarsis, fingí mi muerte en un incendio purificador y desaparecí sin dejar rastro. Dos años después, con una nueva identidad en Buenos Aires, me encontré de frente con esos hombres, ahora rotos, buscando redención. ¿Podrían el arrepentimiento y la súplica reavivar las cenizas de un corazón de acero?

No Se Juega con el Agente Especial

No Se Juega con el Agente Especial

Cuentos

5.0

Santiago Vargas odiaba las reuniones de exalumnos. Por insistencia de su amigo Javier, allí estaba, en un exclusivo club de campo de la Ciudad de México, su discreto Mastretta MXT, su "vehículo de servicio", desentonando entre Porsches y Mercedes. Apenas entró al salón, las miradas de juicio lo envolvieron. Ricardo "Ricky" Garza, el autoproclamado rey, lo abordó con desprecio: "¿Esa chatarra de ahí afuera es tuya, Vargas?" Y Valeria, su amor platónico de antaño, ahora una caricatura materialista, se burló: "¿Un burócrata de bajo nivel? ¿Cuánto te pagan?" La humillación no tardó en escalar. Ricky ofreció diez mil pesos por lamer sus zapatos, y Valeria, con una sonrisa cruel, sugirió que Santiago fuera su chófer. Cuando intentó irse, Ricky lo golpeó, su arrogancia inquebrantable. "¡Nadie se va de mi fiesta sin permiso!", gritó, y ordenó a sus amigos destrozar su coche. Una ira gélida y una resolución inquebrantable se apoderaron de Santiago. Mientras la multitud vitoreaba, él observaba con una calma peligrosa que los arrogantes no podían comprender, ignorantes de la verdad que yacía bajo el "coche barato". ¿Creían realmente que podían humillarlo así? Con una sonrisa casi imperceptible, Santiago susurró: "Hazlo, pues". Afuera, los palos de golf de titanio rebotaron inútilmente del Mastretta. En ese instante, y con los guardaespaldas sujetándolo, Santiago discretamente hizo una llamada telefónica, activando una secuencia de eventos que cambiarían la noche para siempre.

Quizás también le guste

Luna Tierna

Luna Tierna

PR
5.0

Mi nombre es Katia y solo intento sobrevivir hasta que llegue mi compañero predestinado, lo cual puede resultar más fácil de decir que de hacer. El rechazo es la gota que colma el vaso. Susurrando mi aceptación de su rechazo. Corro a través de la casa de la manada, a través del césped bien cuidado hacia el bosque. "Lo siento, mi dulce niña", le digo a mi loba. Lamento que hayas estado atrapada conmigo y hayas tenido que sufrir todo lo que yo he sufrido. Ella susurra: "No es tu culpa, Katia". Llegamos a un acantilado con una cascada. El dolor sigue golpeándome. Necesito que se detenga. Mi dulce niña, y yo solo queremos paz, sigo corriendo y salto del acantilado. Abriendo los brazos, con lágrimas corriendo por mi rostro, caigo, sin hacer ningún sonido, esperando el dulce olvido donde no sentiremos nada nunca más. "¡Te amo, mi dulce niña! Hasta que nos volvamos a encontrar", respondió mi loba justo antes de que tocáramos el agua, "Yo también te amo, Katia. Nunca me he arrepentido de un momento contigo". La manada de Snow Moon está haciendo su última barbacoa del verano junto a la cascada de su terreno. Los adultos se ríen y bromean mientras observan a los cachorros jugar. Los alfa, beta y gamma están nadando con algunos de los niños mayores y jugando a Marco Polo. Alguien grita: "¡Oh, Dios mío, alguien acaba de saltar la cascada!". Todos se quedan paralizados mientras observan lo que parece ser un niño cayendo con los brazos abiertos, nadie hace ningún sonido. El pequeño cuerpo golpea el agua como un avión que se estrella contra la ladera de una montaña. El alfa, el beta y el gamma entran en acción y nadan hacia el área donde se hundió la persona. El alfa grita que su lobo se está volviendo loco y repite: "¡Encuéntrenla! ¡Encuéntrenla! ¡Encuéntrenla!". Se sumergen y el beta sale a la superficie con una personita en sus brazos. El alfa toma a la niña de su beta y la deja en el suelo. Los hombres quedan impactados por lo que ven. Está cubierta de cicatrices y heridas. Su cuerpo está retorcido y roto. El beta pregunta: "¿Quién podría haberle hecho esto a alguien tan indefenso?". Alpha cae de rodillas y repite: "¡COMPAÑERO... COMPAÑERO... COMPAÑERO!"

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro