Compañera de Piso es Enemigo

Compañera de Piso es Enemigo

Gavin

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Capítulo

Mi vida era idílica: una familia unida, un futuro vibrante y una compañera de piso, Valeria, de dulce apariencia. Mis padres, tan hospitalarios, la invitaron a pasar la Semana Santa en casa sin saber el peligro que traía. Ese fue el preludio de mi infierno. Valeria, la "chica de pueblo" sin rumbo, no era una inocente víctima, sino una depredadora astuta. Con una sonrisa angélica, tramó un plan retorcido para destruir a mi hermano y apoderarse de todo lo nuestro. Fui testigo de su veneno: cómo embriagó a Javier, la farsa de un embarazo que destrozó su matrimonio y costó el bebé a Lucía. Vi cómo el estrés consumía a mis padres y cómo mi hermano, por la culpa, terminó en una silla de ruedas. Valeria se aseguró de que nadie creyera mi verdad, aislándome y convirtiéndome en una paria. Acorralada, sin apoyo ni esperanza, con mi reputación y mi familia en ruinas, la agonía fue insoportable. Solo encontré una salida: saltar al vacío desde un puente de Madrid. Morí con el sabor a sangre y un odio frío, preguntándome: ¿Por qué tanta crueldad? ¿Cómo nadie vio su verdadera cara? Pero entonces, abrí los ojos. Estaba en mi cama de estudiante, dos días antes de la fatal Semana Santa. Había vuelto. Todo estaba intacto, mi familia segura. Valeria entró con la misma sonrisa lastimera de siempre, repitiendo la frase que me condenó. Esta vez, el juego es mío. Valeria, vas a desear no haberme conocido.

Introducción

Mi vida era idílica: una familia unida, un futuro vibrante y una compañera de piso, Valeria, de dulce apariencia.

Mis padres, tan hospitalarios, la invitaron a pasar la Semana Santa en casa sin saber el peligro que traía.

Ese fue el preludio de mi infierno.

Valeria, la "chica de pueblo" sin rumbo, no era una inocente víctima, sino una depredadora astuta.

Con una sonrisa angélica, tramó un plan retorcido para destruir a mi hermano y apoderarse de todo lo nuestro.

Fui testigo de su veneno: cómo embriagó a Javier, la farsa de un embarazo que destrozó su matrimonio y costó el bebé a Lucía.

Vi cómo el estrés consumía a mis padres y cómo mi hermano, por la culpa, terminó en una silla de ruedas.

Valeria se aseguró de que nadie creyera mi verdad, aislándome y convirtiéndome en una paria.

Acorralada, sin apoyo ni esperanza, con mi reputación y mi familia en ruinas, la agonía fue insoportable.

Solo encontré una salida: saltar al vacío desde un puente de Madrid.

Morí con el sabor a sangre y un odio frío, preguntándome: ¿Por qué tanta crueldad? ¿Cómo nadie vio su verdadera cara?

Pero entonces, abrí los ojos.

Estaba en mi cama de estudiante, dos días antes de la fatal Semana Santa.

Había vuelto.

Todo estaba intacto, mi familia segura.

Valeria entró con la misma sonrisa lastimera de siempre, repitiendo la frase que me condenó.

Esta vez, el juego es mío.

Valeria, vas a desear no haberme conocido.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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