La Jaula de Oro y el Veneno Silencioso

La Jaula de Oro y el Veneno Silencioso

Gavin

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Capítulo

Isabela Vargas, una joven muda de un pueblo costero de Oaxaca, vivía en una jaula de oro. Casada con el poderoso Ricardo Montenegro, su vida era un lujo vacío, una prisión sin barrotes. Pero un día, el velo de la opulencia se rasgó con un acto de crueldad inimaginable. Ricardo, enloquecido por la desaparición de su amante Sofía, ató a mis padres en la playa, con el agua subiendo peligrosamente. Exigió que revelara el paradero de Sofía, o ellos pagarían el precio. Mi mudez, una tortura adicional, se convirtió en la mordaza de mi angustia más profunda. Observé, inmovilizada por el terror, cómo sus hombres empujaban las cabezas de mis padres bajo el agua. Un grito ahogado murió en mi garganta, mientras el mundo entero de desvanecía. Mis padres. Muertos. Por mi culpa, resonaba en mi mente. El dolor era tan inconmensurable que me consumía, un fuego invisible que mi silencio amplificaba sin piedad. ¿Cómo podía el hombre que juró amarme ser mi carcelero, mi torturador, culpándome de una tragedia que él mismo orquestó? De ese abismo helado y esa agonía silenciosa, nació una nueva Isabela. Con un único y sombrío propósito: venganza. Busqué a Elena Cruz, mi amiga química, y en un cuaderno escribí una nota firme: "Necesito un veneno. Indetectable. Para él. Y para mí."

Introducción

Isabela Vargas, una joven muda de un pueblo costero de Oaxaca, vivía en una jaula de oro.

Casada con el poderoso Ricardo Montenegro, su vida era un lujo vacío, una prisión sin barrotes.

Pero un día, el velo de la opulencia se rasgó con un acto de crueldad inimaginable.

Ricardo, enloquecido por la desaparición de su amante Sofía, ató a mis padres en la playa, con el agua subiendo peligrosamente.

Exigió que revelara el paradero de Sofía, o ellos pagarían el precio.

Mi mudez, una tortura adicional, se convirtió en la mordaza de mi angustia más profunda.

Observé, inmovilizada por el terror, cómo sus hombres empujaban las cabezas de mis padres bajo el agua.

Un grito ahogado murió en mi garganta, mientras el mundo entero de desvanecía.

Mis padres. Muertos. Por mi culpa, resonaba en mi mente.

El dolor era tan inconmensurable que me consumía, un fuego invisible que mi silencio amplificaba sin piedad.

¿Cómo podía el hombre que juró amarme ser mi carcelero, mi torturador, culpándome de una tragedia que él mismo orquestó?

De ese abismo helado y esa agonía silenciosa, nació una nueva Isabela.

Con un único y sombrío propósito: venganza.

Busqué a Elena Cruz, mi amiga química, y en un cuaderno escribí una nota firme: "Necesito un veneno. Indetectable. Para él. Y para mí."

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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