Caí de rodillas sobre el suelo, elevé mi mirada hacia el cielo y supliqué con todo mi ser.
¿Hasta ¿Cuándo? ¿Cuándo llegará el día en que no tenga que soportar este irresistible dolor debido a mi situación? Las lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas.
Ya llevaba seis meses inmersa en la angustiosa búsqueda de empleo, y las responsabilidades no daban tregua. Y ni hablar de mi pequeño hijo; desde que su padre nos abandonó, llevándose consigo todo a su paso, nuestra vida se sumió en un caos absoluto, y no precisamente porque él nos sostuviera. ¡Su actuar fue el de un cobarde sin igual!
Fue una tarde cualquiera, regresé del trabajo después de recoger a mi pequeño en el jardín.
Apenas toqué el umbral de la mansión supe que algo malo estaba pasando, pues la puerta de la casa estaba abierta, al entrar, me encontré con la sala vacía, empecé a recorrer todo el lugar y no había un solo mueble.
Mis piernas amenazaban con ceder, las manos me temblaban, a tal punto que pensé que soltaría a mi pequeño.
La primera idea que se cruzó por mi cabeza fue, que éramos víctimas de un robo.
Mis manos temblaban incontrolablemente al sacar el teléfono de mi bolsillo y marcar el número de mi esposo, pero la cruel realidad se reveló cuando fui desviada directamente al buzón de voz, un buzón que ya estaba saldado. Dejé a mi hijo en el suelo, con el corazón latiendo con fuerza, y procedí a revisar la cuenta bancaria familiar, solo para descubrir que se encontraba en ceros.
Esto no puede ser más que una broma. ¡No puede ser cierto!, Cerré los ojos con la esperanza de despertar de una pesadilla, pero al abrirlos nuevamente, me enfrenté al desgarrador hecho de que mi esposo, el hombre con el que me casé, estaba huyendo con otra mujer. Desde ese día, algo en mí se desvaneció, y nunca pude recuperarme por completo de ese golpe devastador.
De vez en cuando, me veía obligada a limpiar casas para pagar el alquiler de la pequeña habitación que alquilé para vivir junto a mi hijo y solo gracias a la compasión de una vecina, conseguía algo de comida de vez en cuando.
No me pregunten en qué momento caí en tremendo declive, pero una persona deprimida y desilusionada, sobre todo sola en el mundo, puede tocar los peores fondos.
-¿Qué haces en el piso mami? -Matt me sacó de mis pensamientos, me giré hacia él, quien me veía con confusión, sin entender lo que estábamos atravesando.
-Estaba haciendo una oración mi cielo-Pase la manga de mi corroído buso por la cara para secar mis lágrimas.
-¿Por qué ¿Qué lloras mami? -Me miró confundido
-Solamente estoy un poco triste mi amor- arregle su camisón -no te preocupes, todo va a estar bien
-No quiero que llores más, yo nunca te dejaré como nos dejó papi-mi hijo se abalanzó hacia mí y me abrazo, un pequeño ángel de cinco años, dándole consuelo a una mujer de veintisiete... por un momento me perdí en sus brazos, dejando que me consolara y me diera abrigo.
Mi hijo se desprendió de mis brazos y me miro ya más tranquilo
-¿Puedo prender la televisión? -Aprovechó travieso
-Sí hijo, claro que sí -Respondí sonriendo para despreocuparlo, él salió corriendo y encendió el viejo televisor, en ese preciso momento, estaban pasando las Noticias de Farándula.
El gran empresario y soltero más cotizado de la ciudad, está anunciando su compromiso, una de las noticias más tristes para muchas mujeres, si señores, Zack Miller se casa con la gran modelo Victoria Arquero>>
Cuando escuché esos nombres, levanté mi cabeza y me fui hacia el televisor. Mi hijo por poco cambió la noticia, pero alcance a quitarle el control.