Capítulo 1. El primer encuentro.
Ciro estaba cansado. Había trabajado hasta tarde en un caso bastante complicado pero bastante importante. Jamás había perdido un juicio y este no sería el primero que fuera a perder, por eso se había quedado más tiempo en la oficina, leyendo toda la información que tenía y buscando más información que pudiera utilizar durante el juicio.
Cerró los ojos, mientras pensaba cuál iba a ser su siguiente movimiento. En ese momento, sonó su teléfono. Tras descolgar, la voz de su padre se escuchó al otro lado de la línea.
- ¿Piensas volver a casa? Tú hermana acaba de regresar del extranjero.
- Tengo demasiado trabajo. Mis últimos clientes, tienen unos temas legales bastantes graves y me están quitando mucho tiempo. - contestó Ciro de forma bastante distante.
- ¿Tanto trabajo tienes, que no tienes tiempo para ver a tu hermana? Porque vengas un día antes, no va a hacer que pierdas este juicio. Tienes media hora para venir a cenar con nosotros. - gruñó su padre.
- De acuerdo. En media hora estaré allí. - dijo Ciro mientras su padre colgaba el teléfono, sin apenas darle tiempo a contestar.
Tras un pequeño suspiro, avisó a su secretaria.
- Hemos terminado todo por hoy. Puedes marcharte. Mañana seguimos.
- Muy bien, señor Edevane. ¿Quiere que deje algo preparado para mañana? - preguntó Jessica, su secretaria.
- Nada, señorita Smith. Ya mañana, tras haber descansado, vemos lo que necesitamos para el caso. - contestó Ciro.
- Gracias, señor Edevane. Hasta mañana. - dijo Jessica, mientras recogía sus cosas para irse.
- Mañana nos vemos. - dijo Ciro mientras se levantaba de la silla.
En cuanto terminó de hablar con su secretaria, bajó al parking del edificio, donde le estaba esperando su chófer, Robert y su jefe de seguridad Einar.
- Buenas noches, señor Edevane. - dijeron al unísono, mientras Einar abría la puerta del coche para que Ciro entrase.
Tras acomodarse, tanto el chófer, como el jefe de seguridad, entraron también en el coche en sus respectivos sitios.
- Necesito ir a casa de mis padres. Tengo una cena con mi familia. - comentó con seriedad Ciro.
- Muy bien, señor. ¿Se quedará allí a dormir o luego desea regresar a su piso? - preguntó Robert.
- Hoy me quedaré allí. Seguramente terminaré tarde y mañana deseo comenzar pronto a trabajar. - contestó Ciro mientras revisaba algunos papeles que se había llevado de su despacho.
Arrancando el coche, inició el camino hacia la villa familiar.
En cuanto llegaron a la villa el coche fue aparcado cerca de la entrada, donde esperaba una chica joven que Ciro no conocía. Le parecía muy hermosa. Tenía un pelo ondulado que le caía en forma de cascada por los hombros. Se quedó observando a la chica, mientras Einar se daba cuenta que el joven no dejaba de mirarla. Antes de salir para abrirle le comentó:
- Es mi hija, señor. No se preocupe por ella. Vino solo a buscarme y por no molestar se quedó al lado de la puerta.
- No te preocupes. Sabes que mi familia no tendría problema porque esperara dentro, eres un hombre de confianza. - respondió Ciro obligándose a dejar de mirarla, pues era realmente hermosa.
- Gracias, señor, pero sabe que nunca me ha gustado abusar de su amabilidad. - respondió Einar mientras salía y le abría la puerta. Ciro sonrió y salió del coche acercándose a la joven a la espera de que su padre los presentase. - Señor Edevane, está es mi hija, se llama Hazel, Hazel Berrycloth. Es mi hija mayor.
- Es un placer, señorita Berrycloth. - dijo con una sonrisa Ciro aunque se notaba algo distante. No quería que pensara que se había sentido atraído por ella.
- El placer es mío, señor Edevane. - respondió Hazel con bastante timidez y enrojeciendo su rostro. Aunque a ella le había parecido un hombre muy frío, debía reconocer que era un hombre muy atractivo y el traje que llevaba le quedaba perfecto haciendo que su cuerpo se viera inmejorable. No podía dejar de mirarlo.
- Espero poder verla por aquí más veces. - dijo Ciro, tras lo cual entró en la casa dejándolos solos, ante la mirada de extrañeza de Hazel. “Era un hombre extraño.” Pensó mientras lo veía entrar en la casa.
- Vamos querida. Tú hermana nos espera en casa y mañana tiene clases. - dijo Einar, haciendo que Hazel volviera a la realidad. Esta asintió. - Hasta mañana Robert. Nos vemos a las misma hora de hoy.
Tras decir eso, los tres dejaron la villa, dejando a la familia Edevane en la mesa, preparándose para cenar.
- Llegas tarde. - gruñó Ilai.
- Llegué en cuanto pude, padre. El coche no podía ir más rápido. - contestó con desdén Ciro.
- Ahora no puede ir más rápido? Eso no te preocupaba hace unos días. Parecía que querías quemar el asfalto. - comentó con sorna Ilai, recordando cómo corría su hijo con un Saleen S7 hace unos días. Sabía que su hijo solía correr con alguno de sus coches, cuando estaba estresado o recuerdos del pasado le abrumaban su mente.
- En esos momentos, necesitaba relajarme, pero como vi que eso te molestaba, hoy preferí ser cauto. - dijo con cierta altanería mientras dejaba su abrigo en el sofá y abrazaba a su hermana.
- Te eché mucho de menos, hermano. - dijo con alegría Fátima mientras abrazaba con fuerza a su hermano.
- ¡Me aprietas demasiado fuerte, hermanita! - gimió Ciro mientras sonreía. Ella hizo un mohín. - Te traje algo.
Ella volvió a sonreír y cogió el regalo que le estaba entregando. Eran dos hermosos pendientes con un rubí cada uno y unos diamantes rodeándolos.
¡Son hermosos! Gracias, hermano. - comentó emocionada Fátima mientras le daba un beso en la mejilla.
- ¡Qué menos para mí pequeña hermana! - dijo divertido Ciro. Era con la única que se sentía cercano y podría ser el mismo. Sobre todo después de lo que había pasado hace algunos años. - Ahora debemos sentarnos, o cenaremos demasiado tarde. Y nuestro padre es algo que no puede aguantar.
Ilai puso los ojos en blanco. Su hijo era capaz de sacarle de sus casillas en poco tiempo. Ingrid, la madre de ambos, dió un codazo a su marido. No quería peleas el día en que regresaba su hija, pues sabía que tanto su hijo como su marido eran dos hombres demasiado orgullosos y de fuerte carácter.
La cena fue algo más relajada, mientras Fátima contaba todo lo sucedido en los últimos meses, les ponía al día sobre su vida y todo lo que había hecho. Ciro sonreía al verla tan feliz.
Mientras tanto en la casa de Hazel, está preparaba una cena fácil y rápida para su padre y su hermana, a la que ya se le notaba el cansancio.
- ¿Tardas mucho Hazel? - preguntaba Sira con algo de cansancio. - Quiero acostarme ya.
- ¡Estoy terminando! - gritó Hazel. - Termina de poner la mesa.
Sira resopló pero obedeció a su padre.
- Ayuda a tu hermana. Si estás cansada, ella lo está más. Ha estado estudiando y trabajando a la vez. Estaba con los exámenes finales y aún así tenía tiempo para trabajar y cuidarte a tí también. - dijo Einar en tono serio.
- Yo ya no necesito que nadie me cuide. ¡Tengo ya 16 años! - gimoteó Sira.
- Sira, a tu edad aún necesitas a un adulto cerca. - dijo seriamente Einar. Ante la dura mirada de su padre, Sira no sé atrevió a responder y terminó de poner la mesa.
Poco después, Hazel trajo la cena con una sonrisa algo cansada. Había tenido un día algo largo.