La sombra de la luna

Él era la oscuridad que ninguna luz podía atravesar, su destino estaba sellado desde hacía mucho tiempo, era la personificación del mal, el señor oscuro conocido como La Sombra de la Luna, nada le daría más placer que hacer arder el mundo, su odio largamente arraigado en su pecho había alcanzado un nivel inimaginable, lo único que aplacaba su furia era el deseo de venganza. Mientras sus enemigos, a los que antes llamaba amigos, celebraban su derrota, el mundo había sido cruel con él, pero no lamentaría su destino, para él sólo era para los débiles que no sabían lidiar con sus problemas.

Su poder podía considerarse tanto una bendición como una maldición, y fue por ello que fue derrotado.

Era un hombre de complexión delgada, alto, de piel pálida, ojos tan azules como las aguas del océano, de nariz aguileña y labios finos y pequeños, era considerado un hombre apuesto por aquellos que se atrevían a mirarle más de una vez. Rostro de ángel para un demonio, era temido en todas partes, pero no siempre había sido así, antes había sido amable y bueno, siempre preocupado por la gente hasta que fue traicionado por aquel en quien más confiaba, desde entonces su corazón se oscureció y el sentimiento de amor por el prójimo fue sustituido por el poder y la venganza, y así fue encarcelado. A través de una mentira le hicieron caer en una trampa, y con la ayuda de cincuenta brujas con poderes superiores le encerraron en una cueva con una cadena de plata que se alimenta de su poder día y noche. Él fue tan tonto como para creer a su enemigo y sólo se culpó a sí mismo de la situación en la que se encontraba. Su cuerpo estaba en estado de latencia, era la forma que había encontrado para conservar parte de su fuerza, y durante los últimos treinta años había sobrecargado el sello con pequeñas fluctuaciones de energía, toda magia tenía un punto débil y su sello no sería diferente, por mucho que fortalecieran el sello año tras año no duraría mucho más, con los años había aprendido a canalizar su poder acumulándolo en su interior, solo necesitaba una pequeña oportunidad para romper el sello de una vez por todas.

***

Mientras tanto, en el reino del rey alfa Marui, se celebraba una reunión de emergencia.

"Necesitamos encontrar otra forma de restaurar el sello", dijo la anciana bruja Marie.

_Si lo reforzamos una vez más, ¿cuánto durará? preguntó la reina Olisa.

_Necesitamos unos meses, Majestad _, dijo Marie.

_Necesitamos una nueva forma de contención, el sello ya está en su final, no servirá de nada reforzarlo, tendremos que hacer un nuevo sello -dijo Alfa Marui.

Es la mejor solución, mi alfa, en el estado actual el sello podría romperse en cualquier momento - responde Marie.

_¿Queda alguna bruja viva de las que lo sellaron?

_No alfa, cuando hicieron el hechizo para sellarlo, gastaron mucha energía vital y eso redujo drásticamente el tiempo de vida de todas ellas, la última murió hace un año - dice Marie.

Entonces tendremos que encontrar un nuevo hechizo de sellado, reunir a las brujas Marie y buscar un nuevo hechizo.

"O podríamos matarlo, eso nos ahorraría muchos quebraderos de cabeza", dice la reina Olisa con una sonrisa cruel en la cara.

"Sabes mejor que yo que si lo matamos renacerá, así que no será posible, sellarlo es la mejor opción" dice Alfa Marui. - "Reúne a algunas brujas, Marie, y reforzaremos el sello por última vez.

Como desees alfa.

La situación no era nada favorable para Alfa Marui, sabía que si Mork regresaba no pararía hasta que todo se convirtiera en cenizas, su odio había aumentado después de que lo sellaran, podía sentirlo cada vez que iban a reforzar el sello, en la situación actual Mork no dudaría en acabar con todo el rey de la luna de plata para vengarse, su tiempo se acababa, necesitaba encontrar una solución ya, o todo estaría perdido. Aun con las cadenas de plata alimentándose de Mork día y noche, su poder había aumentado enormemente, algo que aun no comprendía del todo, Maruí solo sabía que si se liberaba ni él podría detenerlo y eso lo asustaba terriblemente, había demasiadas fallas que analizar, si rompían el sello para hacer otro, probablemente las cadenas no podrían retener a Mork, estaban en un callejón sin salida, la única opción era lanzar un sello sobre el que ya existía, pero eso no era tan fácil de hacer, requería mucho poder y fuerza vital.

Con la cabeza llena de preocupación, Maruí decidió hacer una visita a una conocida, hacía unos meses que no iba a su cabaña, siempre que quería paz se acordaba de Elena, ella era su lugar de descanso en medio de la causa, entrando en su habitación abrió un portal al bosque, esta era una de las ventajas de ser un hombre lobo de sangre pura, recibías muchos regalos, Caminó a paso ligero y pronto divisó la pequeña cabaña en medio del bosque, por el humo que salía de la chimenea ella estaba en casa, antes de que pudiera llegar a la puerta ella salió con una amplia sonrisa, Elena era una chica bajita de tez pálida y pelo largo y negro, sus ojos marrones mostraban todo el cariño que sentía por Marui, sus labios en forma de corazón lucían una amplia sonrisa.

_¿Cómo sabías que estaba aquí? - preguntó Maruí acercándose a ella.

_Te sentí en cuanto atravesaste la puerta -dijo ella, dándole un abrazo.

"Todavía me sorprende tu capacidad para encontrarme.

_Ya deberías estar acostumbrado, Maruí -lo atrae hacia sí y le sirve una taza de té-.

_Tus habilidades están mejorando.

_Sabes que no tengo ninguna habilidad, soy un farolillo, ¿recuerdas?

Sí, pero haces más cosas que los otros linternas.

_La única diferencia es que yo puedo sentir la energía vital de la gente, creo que tiene algo que ver con mis habilidades curativas.

_Elena era una linterna, es decir, una mujer lobo sin lobo, pero como su madre era sanadora heredó sus habilidades y eso la hacía muy especial. El alfa Marui era el único que la visitaba en todo el reino, la gente normalmente la ignoraba, pensando que un hombre lobo que no podía transformarse no servía para nada, así que su único amigo era el alfa.