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La cortina de cristal

Capítulo 6 Cap. 6: El ocaso

Palabras:4264    |    Actualizado en: 14/04/2022

ich

etó los hombros m

poco para que se ponga el sol

poco más. Quiero

lor del día se disipaba rápidamente—. Dijiste algo de que el agua se volvía d

o ese condenado perro tuyo? —Michae

y ella había respondido con más pasión de la que había experimentado nunca. Michael reparó en su mirada de deseo

queño. ¿Dónde estás? ¡

oles. Clare sonrió al ver que el animal salía del bosqu

i ya hemos terminado de comportarn

a. Hunter es un

stico, nena. Y tengo el presentimiento de que será cada vez mejor —se puso en pie y tiró d

la camisa, Después, Clare se puso rápidamen

la cual se divisaba con claridad la tumultuosa cascada. La húmeda neblina borboteaba en el aire y se aposentaba l

a y después el agua de la cascada se volvían de un

cia delante, sujetándose con

riosidad, sorprendid

visto cient

ano —él no la miró. Su atención estaba fija en la cascada—. Ahí está

frío en la espalda al

as razón —musit

e un guerrero h

a dorada se tornó poco a poco anaranjada y luego de un profundo rojo escarlata. El efecto óptico duró apenas un momento, y el sol desapareció tras la

? —preguntó con e

rio —dijo Clare

se rio s

detrás de la cascada? No se ve por culpa del agua, pe

a cu

de la Pr

recoger los restos de

an así? La Prisio

manta y comenzó a bajar por el empinado sendero que

leyend

ó la c

iempre juraron que no tenía nada que ver con su tribu. Decían que otra raza habitó estas

nda data de

xa

rse a su paso. De pronto, estaba ansiosa

aban esta zona tenían la costumbre de conseguir a sus e

ípica banda

más poderosos del clan decidió que merecía lo mejor de lo mejor. Quería una mujer que le diera un hijo fuerte. Buscó por cielo y tierra hasta que hizo su elección. Luego, un

na gracia que la raptara y la a

cuenta bajo ningún concepto. Pero, en su caso, su flamante esposo no podía pasar por alto su opinión, pues ella procedía de un clan muy

ertos métodos de control de la natalidad, y se las

de la historia antes

runció

un fin

riño, y aprenderás que la tozudez de

erreros machistas, pero

caso omiso a

erzos nocturnos no daban fruto, comprendió por fin que su esposa estaba sab

se e

cuando eso tampoco funcionó, decidió que su esposa entraría en razón

mucho los oj

la cueva de la qu

el as

quivar a Hunter, que bajaba dando brincos por la ladera de la colina, delante de él—.

ntame el resto de la historia —orde

cueva y le dijo que solo saldría

hor

l guerrero iba a verla. Le llevaba comida, le hací

que la violaba

ueó las cej

e un tiempo, también se negó a comer la comida que él le llevaba. Mientras tanto, no dejaba de cavilar inte

lzó la

tunidad d

fin había vencido su resistencia que, según parece, olvidó con qué clase de mujer estaba tratando. Y en su prisa por co

é oc

lo de caza y lo usó contra él cuando

violaba —concluyó Clar

advirtió Michael—. Ya te he di

remió Clare, ansiosa por oír

gua de la cascada. Con su último aliento, maldijo a la mujer. Le dijo que su espíritu permane

ella logró salir de la

rero. Murió allí, y la leyenda dice que su espíritu sigue atrapado en la cueva. Al fi

ascada, intentando imaginar una caverna escondida tras la estruendosa muralla de

con historias sobre la Prisionera, que sigue esperando dentro de la caverna. Dicen que matará a cualq

dicen lo

extraño o inquietante en los alrededores de la Colonia Tovar, siempre hay a

con esa historia —dijo Clare, divertida, y luego hizo una pausa—.

una mirada i

qué c

abeza, consider

ras resistirte al desafío. Después de todo, eras el chico

ozó una son

cueva. Eddy Rivera iba a acompañarme. Pero huyó en cuanto cayó la noche y la cata

quedaste,

e falsa modestia—. Como tú has dicho, tenía

aste

e Michael se

da. La única vez que he pasado un miedo semejante fue la noche que Matthew se puso con cuarenta de fiebre y tuve qu

are. Tenía la impresión de haber visto a través de

el… —l

tendía al pie del salto de agua donde estaba apa

se acercaba al vehículo—. Ahí lo tienes, sentado en e

mente, sin detenerse a pensar. Hasta que Michael miró hacia atrás co

ntamente—. Yo te haré el amor

mucho carácter. —Clare subió al Jeep y empujó a Hunter al asiento de atrás. El perro

ánto tiempo se engañaría ella pensando que hacer el amor era ta

nocturnas? —preguntó Clare cuando

o. Gané mucho

estrecha calzada que se retorcí

d por esta carretera. Si uno perdiera el control del

poco traicionera es lo que da emoción a la carrera. Y además, por eso ganaba yo casi siempre. Nadi

es que no m

e comenzaban a poco más de un kilómetro y medio de aquí y acababan en la cascada. Si no había logrado librarme de mis rivales cu

ditos que los míos —murmuró Clare—. Pero no te molestes en

nzó una mirad

del acelerador del Jeep—.

lo cual era cierto. Michael conducía con una suave precisión que no dejaba de asombra

eso está hecho —dijo sonriéndole—. Est

so cómo puede cambiar un poco

ha sido el mejor q

a pasión. Se había lanzado a un torbellino y había sobre

regreso a casa de Clare. La lengua le colgaba entre los dientes y chorreaba baba sin parar. Cuando el

camisa—, puede que esto sea se

que le devolvió la mirada con ext

más astuto si se trata de demostrar cuánto me odia. Sabe que está perdiendo la b

volviendo

igo —subió los escalones del porche y abrió la p

e echó

ue tal vez te estés volviend

perros. A mí, en cambio, no sólo me gustan tus guisos, aunque tu

mi fascinante inteli

tener todo. Yo, cie

llas y tuvo la satisfacción de verlo doblarse exageradam

e resignada melancolía—. No debí dejar que me sedujeras esta tarde. Debí imaginar que, en cuanto supier

illas y le dio un lig

uién esta tarde? —

én sedujo a quién>>. Presta atención. Nosotros, los esc

endió la luz. Por lo menos, el encuentro sexual de aquella tarde había puesto a Michael

ha olvidado. ¿Cu

s evitan

tar e

preg

reguntas, teng

asillo. Miró hacia donde estaba él con curiosidad. Michael observaba la carta y el

u pregunta?

expresión de contento pa

—empujó la carta hacia

ntamente—. O para ser

siguió a

qué te

ar el leve tono de irritación de Michael.

untos mucho tiempo y somos amigos. Y segundo, porque quiere

abilidad, como hacías ante

e hacía para ganarse la vida y no sabía cuánto significaba su carrera para ella. Quizá, sencillam

dedicaba a abrir el vino y a mirar

nte abierta —dijo Clare clavando el

huga y la escudriñó co

a excedencia porque no te di

enció para que me tomara algún tiempo para pensar las c

hablado de ese

h,

s primeros párrafos de esa carta. Campo prácticamente

uso los pies sobre otra. Bebió un sorbo de v

imperio empresarial de Eyesstaf. Y ciertamente había ascendido con bastante rapidez mientras

e—. Adam nunca ha s

cio mientras Michae

cuenta de algo —d

e q

sé muy p

mirando su

has salido con la tuya, por fin em

establecer prioridades y, créeme, hacer el amor contigo era una

do armario a

ario equivocado y Hu

s le pasa aho

io donde guardo su comida

rró la puerta del armario—. Lo único que me impor

o de vino y lo obs

o te conoz

ó contra la encimera de azulejos y tomó

respir

cierto sentido, o no hab

sintió sa

n la lechuga—. ¿Te he dicho alguna vez qu

e no lo habí

a a pr

cocinar? —preguntó

y platos congelados, aunque tal vez hubiéramos vivido igual de felices con esas cosas. En los libros ap

o. ¿Tú querías ten

. Pero no tuve elección. Un buen día llegó Matthy y se acabó. Ya no había

ino. Deseaba que él quisiera saber cosas sobre su vida, pero no sobre aquel asunto en particular.

alguna razón, nunca apareció el hombr

Nu

Pensé que tal vez él fuera mi media naranja. Las cosas fueron muy bien durante un tiempo. Pero resultó que estaba c

e d

espués —dijo Clare secamente—. En cualquier caso, después de eso dejé de pensar en fundar una fam

has nada

tereses muy diversos. De todos modos, creo que no hubiera sido una buena madre —añadió intentando aligerar la atmósfera, repentinamente ten

a que soy un experto cualificado, me alegro muchísimo de estar retirado. Criar a un hijo es una

bastante mayor como para entender lo difícil que es. A los

ó con repentin

ida cuidadosamente ordenada, ¿

r su tono—. Da la impresión de que piensas que s

eños trozos un tomate

ente, tener un hijo lo

no tengo por qué preocuparme

or qué preocuparte. Pero tal vez haya ciertos cambi

mo c

erano. Como soy un hombre generoso, hasta es

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1 Capítulo 1 Cap. 1: A mi regreso2 Capítulo 2 Cap. 2: Encantos3 Capítulo 3 Cap. 3: Encontrando el pasado4 Capítulo 4 Cap. 4: Disculpas5 Capítulo 5 Cap. 5: Pétalos de pasión6 Capítulo 6 Cap. 6: El ocaso7 Capítulo 7 Cap. 7: Sorpresa8 Capítulo 8 Cap. 8: La Cena9 Capítulo 9 Cap. 9: Decisiones10 Capítulo 10 Cap. 10: La cascada de la Prisionera11 Capítulo 11 :Seduciendo al ocaso I12 Capítulo 12 Seduciendo al ocaso II13 Capítulo 13 : Sucesos del pasado14 Capítulo 14 : Elizabeth Velutini15 Capítulo 15 : La sombra16 Capítulo 16 : Aprender a confiar17 Capítulo 17 : Aprender a confiar II18 Capítulo 18 : Encuentros19 Capítulo 19 : Malentendidos20 Capítulo 20 : Malentendidos II21 Capítulo 21 : La sombra oculta22 Capítulo 22 : La sombra oculta II23 Capítulo 23 : Comandante de la policía24 Capítulo 24 : Comandante de la policía II25 Capítulo 25 : El intruso26 Capítulo 26 : El intruso II27 Capítulo 27 : La noticia28 Capítulo 28 : La noticia II29 Capítulo 29 : La Cena30 Capítulo 30 : La cena II31 Capítulo 31 : Pasados oscuros32 Capítulo 32 : Pasados oscuro II33 Capítulo 33 : Oficina de envíos34 Capítulo 34 : Oficina de envíos II35 Capítulo 35 : Oficina de envíos III36 Capítulo 36 : Oficina de envíos IV37 Capítulo 37 : Fiesta38 Capítulo 38 : Al fin juntos39 Capítulo 39 : Al fin juntos II40 Capítulo 40 : Desacuerdos41 Capítulo 41 : Desacuerdos II42 Capítulo 42 : Persecución43 Capítulo 43 : Persecución II44 Capítulo 44 : Persecución III45 Capítulo 45 : Persecución IV46 Capítulo 46 : Disputa47 Capítulo 47 : Disputa II48 Capítulo 48 : Nueva vida49 Capítulo 49 : Nueva vida II50 Capítulo 50 : La gota que derramó el vaso51 Capítulo 51 : Incordio52 Capítulo 52 : Incordio II53 Capítulo 53 : Bajó el mismo efecto54 Capítulo 54 : Bajó el mismo efecto II55 Capítulo 55 : Decisiones56 Capítulo 56 : Decisiones II57 Capítulo 57 : Tregua58 Capítulo 58 : Convalecencia59 Capítulo 59 : Convalecencia II60 Capítulo 60 : Rivales61 Capítulo 61 : La verdad62 Capítulo 62 : La Verdad II63 Capítulo 63 : Más allá de la oscuridad64 Capítulo 64 : Destino65 Capítulo 65 : Destino II66 Capítulo 66 : Destino III67 Capítulo 67 Epílogo