CADENAS DE SILENCIO
: La Llega
a volar, podía ser libre, podía escapar de todo lo que la rodeaba. A los 18 años, ya era una joven hermosa, una diosa, como le decían sus amigas. Sus c
esperanzas, se desmor
ue le dirigían. El miedo se apoderó de ella, pero no supo qué hacer. Lo que parecía ser una simple coincidencia se tornó en una pesadilla cuando uno de
r nada. El ruido de la carretera y las voces de los hombres le daban vueltas en la cabeza, y el miedo la consumía. La llevaron a un lugar desconocido, un club privad
o que sucedía ni por qué estaba allí. Sus lágrimas no cesaban. Pero no había respuestas, solo la presencia de los h
to como ella había imaginado, sino un comercio de cuerpos y almas rotas. Cada rincón del edificio tenía una atmósfera fría, sucia, como si la corrup
sus habitaciones, otras simplemente se mantenían en silencio, resignadas a su destino. So
iertamente, pero las miradas que intercambiaban las chicas cuando su nombre salía a la luz lo decían todo. Mario no era un hombre cualquiera.
destino. Temblaba mientras caminaba hacia la oficina de Mario, sin saber qué esperar. Cuando entró, la atmósfera dentro de la habitación la envolvió de inmediato. El a
a manera, sus ojos oscuros parecían devorar cada rincón del alma de Sophie, y en es
los rincones de la sala. Sophie se quedó en silencio, incapaz de pro
preguntó él, con un
ndió, con la v
aspecto físico. Su mirada se desvió hacia sus labios, hacia sus ojos, y luego volvió
si eso era un cumplido o una amenaza velada. No podía leerl
no era como las demás. Era un desafío, un recordatorio de que no
lo sabía. Mario la observó un momento más, y Sophie, temblando, comprendió que en ese instante su destino
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