CADENAS DE SILENCIO
8: La hui
corazones latían como un tambor de guerra. Llevaban días planeando esta oportu
por sus labios resecos
sintiendo cómo su estómago
su rostro pálido
s atra
mpió Sophie, aunque en e
oloro, inodoro. Una de las chicas más experimentadas del club se lo había cons
ífero p
álida. Sabía que el guardia de Mario tenía una debilidad por ella. Siempre la miraba con esa
.. -volvió a decir
phie, más para convencerse
la música, las voces ebrias y el sonido de risas vulgares
, de cabello grasiento y mirada lasciva. Estaba sentado junto a la
phie, inclinándose u
irada y sonrió
jo con una sonrisa que
ió una copa, fi
dríamos compa
o. Su ego se infló como un gl
sotros
o beber en u
o quedaba
seg
veces, como si el sue
ué raro m
e seg
y cayó al suelo. Su cabeza se in
ta se
aba inco
azón se detenía por un i
susurró co
ite y juntas se deslizaro
punto de
el aire frío de la noche
ert
llorar. Solo u
a voz helada perf
e creen
escalofrío reco
o
tamente y a
ri
e del callejón. Su expresión era ilegible,
-susurró
reaccionar, Mario se a
abellos como garras de acero y la
su voz. Amelia pataleó, pero fue
o se encontraron descendien
las recibió con un olor
ozó, encogiéndose de miedo. Sophie te
a a r
rvó con una ca
ue podían engañarme? -
pesaba com
opción... -su
tomó su rostro entre sus ded
es, muñequita. Y us
desprecio y s
o que pasa con las
on en el techo. Ame
cerró l
a sup
jar que él
do se enroscaba en su es
aquel sótano, la pesa
-