CADENAS DE SILENCIO
Sombras en
ron en una neblina de
gazos y las heridas eran una evidencia de su fracaso, una vergüenza que Mario no podí
o
que ahora le pe
e la luz apenas entraba y el aire olía a encierro. Les llevaban comida una vez al día
a n
ose era suficiente para que el
labios, mirándolas como si fueran su propie
ió a no mostr
ar una lágrima frente a él. Pero por dentro,
rriendo sus cuerpos con la mirada-. Antes valí
leno de autoridad. Disfrutaba reco
tir. Había dejado de hablar, de luchar. Sus oj
que se rind
podía ha
o podía salva
era la mism
os como si fueran su derecho. Como si fu
a habitación que
Sophie se pe
a se dejaba caer en
emanas... no sabían cuánto había pasado.
e tendrían qu
ie no se
a
en la desesperación más profunda
posibi
ca
cuántas vec
cuánto dolo
aría que Ma
ra si
momento, encon
guraría de que él pagara po