Amor Bajo Contrato
a estaban sentados en el sofá, la tensión entre ellos palpable. A pesar de haber llegado a un acuerdo, había algo en el aire que no terminaba de despejarse. Ambos sabían que el trato
que Nicolás había mencionado el matrimonio. Se giró hacia él con una mirada afilada,
la calma de quien ya sabe la respuesta, pero aún quiere
ó. Sabía que Valentina no era una mujer que se anduviera con rodeos. Sin embargo, la seriedad en su mirada d
amos a fingir ser marido y mujer, entonces no hay espacio para la duda. D
nte quería seguir en este juego. Sabía que lo que Nicolás le estaba proponiendo no era solo una cuestión
etón pero desafiante. -¿Tan desesperado estás por cumplir con
pero también comprendía que ella no aceptaría algo tan grande sin entender los d
imagen. Necesito que todo parezca real, incluso si no lo es. Y para eso, la parte física, el acto de es
se apoderó de la habitación mientras ella reflexionaba sobre sus palabras. Había algo inquietante en todo esto. Un matrimonio de conveniencia, se
o y hacer todo lo que eso implique? -preguntó, finalme
ó hacia adelante, con los codos sobre las rodillas, mirando a Valentina con una i
n con firmeza. -Entre siete y ocho cifras. Lo suficiente como para que no tengas que
nunca con ella de esa forma. Nadie le había ofrecido una suma de dinero que desbordara incluso sus propias
uriosidad calculadora. -¿Cuáles son las condiciones,
aban. Sabía que Valentina estaba buscando detalles, buscando posibles grietas en el acuerdo que pud
habrá insinuaciones, ni coqueteos, ni distracciones. Este es un matrimonio exclusivo, no solo en papel, sino en todo sentido. Ningún
lmente, y lo sabía. Nadie la había puesto en una situación en la que tuviera que someterse a reglas tan estricta
e contrato? -preguntó con una risa burlona. -¿Crees que una firm
diera la seriedad de lo que le estaba diciendo. Finalmente, se acercó a ella,
-Se trata de mantener las apariencias. De que nadie cuestione nuestro matrimonio. Y de que tú cumplas c
aba dispuesto a cumplir con todo lo que decía. La idea de ser una esposa de mentira, de vivir con un hombre por di
del dinero que se perfilaba ante ella. -Pero recuerda, Nicolás, este es tu juego. Yo solo soy una ju
ue creía tener el control, Valentina era mucho más impredecibl
co, como si la idea de ese desafío fuera más u
, límites y una pasión que ambos sabían que no podrían co
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