Los Mellizos del CEO
i siquiera para enfrentar a aquella mujer que estaba robándole lo que más había querido en el mundo. Sen
quel lugar que antes llamaba su hogar. Solo quería desaparecer, dejar de sentir.
una expresión que mezclaba sorpresa y desaprobación. La madre de Lucas, quien siempre había sido fría y reserva
voz seca-, ¿qué e
egra probablemente culparía a la "frialdad" que su hijo le había arrojado como si fuera una excusa para justificar
Rose, que aún parecían disfrutar su derrota. Caminó por el pasillo como si est
la detuvo. Se giró lentamente, con los ojos empañados y la respiración temblorosa,
os tener un poco de empatía en ese momento. Pero la mirada de Brenda era dura, sin un atisbo de compasión. Paola i
ortante, casi venenoso-. Mi hijo no necesitaba una mujer como
rimentado hacía unos minutos en la habitación con Lucas y Rose ahora se multiplicaba. Sintió cómo sus defen
lo en la miseria de un matrimonio vacío, sin hijos, sin una familia de verdad. Una mujer que no puede cumplir con el deber de dar un heredero
oblemas de fertilidad que habían tenido eran un tema delicado, un dolor silencioso que llevaba en el fondo de su alma y que Lucas siempre había tr
s de Brenda y Lucas. Durante años había sentido el peso de esa responsabilidad, y ahora, en medio de su dolor, comenzó
como si el triunfo fuera suyo. Soltó su brazo, dejándola allí, destrozada y en c
, salió de la casa sin mirar atrás. Sabía que había perdido todo: su matrimon
na vida que ahora parecía pertenecer a otra persona. Inspiró profundamente, preparándose para el enfrentamiento que sabía que tendría con Brenda. Desde
n, sentada con la misma postura altiva de siempre. Al
quí? -pregunt
l documento de divorcio y se lo exten
s el acta de divorcio. Sol
transformó en una sonrisa de triunfo. Observó el documento y,
aberte dado cuenta antes -dijo Brenda, con una sonrisa cruel-. Lucas merece
efenderse ni a entrar en una discusión. Ya había tomado su decisión. Si
ció, con un tono de calma que la