EL CEO Y SU ASISTENTE PARALITICA
-. Amelia no merece esto -susurro pasando las hojas
rme. Según la investigación, Andrés había intentado sacar a la pequeña Megan
e su abuelo o poner en peligro a la niña para que nadie supiera, que es s
io entrar a su padre junto a Darío. Ambos parecían
n llenas de angustia? -preguntó Sant
erar de que el testamento de tu abuelo tiene una cláusula y si no la cumples, t
ando su escritorio con el puño-. ¡No le pue
-dijo Darío con cautela-, y
que había estado alejando de su mente durante tanto tiempo, y ah
a alguien dispuesto a aceptar. Fue entonces cuando la puerta se abrió de nuevo y apareció Amelia,
traje café -dijo con una sonrisa tím
paso por su cabeza en ese momento, como si todas
interrumpes nada, Amelia -respondió Santiago, sintiendo
s de Amelia, evitando que se derramarán los cafés. El contacto, entre el
a su padre y otro a Darío. -Gracias... -Amelia le sonrió antes de retroceder c
a es la indicada -susurró, más para sí mismo que para ellos. -¿Estás loco, hijo? -respondió su
-. ¿Y qué pasaría si ya me gusta? Santiago asintió lentamente, y una sonrisa se dibujó e
. -¿Me necesita para algo más, señor Santiago? -pregu
ente a su escritorio-. Necesito hablar contigo de algo muy serio
o-. Al contrario, Amelia. Eres la persona más eficiente y dedicada q
que me obliga a casarme en un periodo de tiempo d
afecta mucho más de lo que puedes imaginar -admitió él-. Y
tratando de procesar lo
la pregunta que había estado dándole vueltas en la cabeza todo e
tó Amelia un
rabas -dijo Santiago rápidamente-. Pero
cuando todo esto termine, y te prometo que me aseguraré de
r. -Sé que es mucho pedir -dijo Santiago, acercándose un poco más-. Pero, Amelia, eres la única mujer en la que
r un momento antes de que
es mi prioridad, Santiago. -Lo sé, y por eso te pr
mi hija también. Quiero
elia se llenar
que me respondas ahora mismo -dijo Santiago suave
amente abrumada, y s
aré, lo
Amelia entro a la o
bre -. Tengo algunas condiciones. Santiago la
, Ame
iero que en el contrato quede claro que ella tendrá todos los der
spondió él
uiero mi ind
rabajando y mantener
supue
damente antes de deci
eres que me enamore de ti. No qu
n más de lo que él es
stés a salvo. Si aceptas, haré todo lo pos
antiago sintió un peso menos e
nces,
solo el primer paso de muchos, y aunque Amelia lo veía como un simple contrato,
e, sonriendo con sinceridad-. Te
nstante más antes d
Santiago. E
inua