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Él es mi boxeador

Capítulo 2 1

Palabras:4115    |    Actualizado en: 03/02/2023

ana e ilumina todo a mi alrededor como si de millones de lámparas se estuviese hablando. A

ditas cortinas.

molestias de cerrar las cortinas. Es algo que me pasa constantemente. Olvidarme de las cosas es una cosa costumbre en mi vida, y realmente no se me hace extraño haberme olvidado de cerrarlas. Hay veces en las que

me hago la dormida para que sepan que no deben molestarme. Al parecer, no le importa eso a aquella persona y lo siento agarrarme de los tobillos y tirar de mí con fuerza, haciendo que ca

con cobert

evuelve de la misma manera, solo que con t

blando a causa del frío otoñal que golpea mi piel. A pesar del

un pastel de pasta den

n de una manera no deseada? —dice, y

o soy como antes; que ni bien alguno de mis hermanos me hacía algo, se lo devolvía al día siguiente. Ahora s

o te la d

rdos del pasado. La nostalgia barre cada célula de mi sistema y disfruto del momento

y nos molestábamos todo el tiempo. Algunas veces las peleas eran inofensivas y otras no tanto, unas pocas solían terminar con alguno de nos

nuestro padre. Desde que mamá murió, nunca se comportó verdaderamente como uno con ninguno de nosotros. Te debimos llevar,

ez que iba a dormir, pero nunca sucedió y no vinieron por mí. Todo el tiempo supe que ellos sentían haberme dejado, eso no fue lo que me molestó, sino el hecho de que hayan in

nunca estaba en casa y no le podía pedir nada a Marisa porque sé que es una zorra, en vez de ser el

nos tienes que llamar! Nunca te defraudamos, Nat. Siempre estuvimos para ti y siempre lo esta

e los necesité cuando éramos chicos ellos siempre estaban, pero últimamente, en estos pocos años

o a levantar el muro que me protege desde aquel día en especial y me concentro en l

ordando cómo eran nuestros viejos tiempo

ne algo para decir,

y sonreímos con cariño, aún con nuestros brazos entrelazados. Ty nos devuelve el gesto y tiernamente se une a

ejando completamente atrás todo el asunto de despertarme por la molestia de ten

s, ¿no? —asiento ante

unos tontos y me molesten t

exión porque muchas veces coincidían en el momento exacto en el que hablaban, y decían todo con las mismas palabras sin confundirse. ¿Por qué tienen

ezo sale desde lo profundo de mi pecho, intentando rec

ué me de

ndan a más no poder y, en un momento de pánico, corro hacia el baño para nunca salir. No tengo intenciones de ir a esa maldita cárcel por unos días. En realidad, sería mejor perderme el resto del año y

ahora tengo que empeza

funcionó a la perfección, y porque

r decirlo como si me estuviese burlando. Sea cual fuese el motivo

a desayunar que no

dio cuenta de que no podía repetir otro curso de nuevo y ahora odia llegar tarde

rles caso y volver a sumirme en el sueño espectacular que antes tenía, pero luego me saco eso de la cabeza

ez, su voz ligeramente apagada

gual manera iba a ir en algún momento, pero no esperaba que tan pronto. Quería aprovechar esto

olocarme unos pantalones pitillos azules, una remera negra grande de Sam que le robé anoche y mis Vans, recojo mi cabello rubio en una cola de caballo después de secarlo con el secador y dejo caer sobre mis hombros los rulos que tengo en las puntas. Disfruto viéndolo. Mi pelo es algo que no me desagrada de mi cuerp

cabeza, negándome a probarlo porque, a decir verdad, no me gusta el maquillaje. Nunca me gustó ver a aquellas mujeres demasiado pintadas caminar por la calle. Y no digo que a la gente le

los que aparecen en mis mejillas junto a mi boca son la envidia de la gente. Por otro lado, lo único con lo que no me siento muy conforme es con mi pequeña y respingona nariz. Es una de las partes de mi cuerpo que realmente no me gusta mucho. He escuchado a

pección, salgo de mi hab

devorar las tostadas y a beber el jugo exprimido. Ty se me queda mirando sin meditar palabras de una forma que no logro reconocer

cara? —pregunto exasper

ecido tanto —su respuesta me deja estupef

mira como si nunca antes me hubiese visto, como si fuese una persona nueva para él en vez de su hermanita. De todas formas, es una mirada ca

jiste para decirme sin herirme qu

s, sin embargo, cuando ve la sonrisa en mis l

ápidamente con entusiasmo, agarra sus cosas con un

mi jugo delicioso. No es común que Sam quiera llegar temprano al instituto, eso solo pasa cuando alguna de sus conquistas entra

mis hermanos están más que apurados, ya que caminan con pasos tremendamente agigantados que ni yo puedo alcanzar. Los sigo has

acias a Sam y Ty. Ellos me encontraron tirada en el suelo, toda sucia y magullada. Todo a causa de que un niño más grande que yo me había pegado. Me consolaron hasta que mis llantos cesaron y sus padres los llamaron. Ellos les imploraron adoptarme a mí, pero sus padres les

ro un día, Sandra, mi madre adoptiva a la cual yo le decía mamá, se desmayó de la nada. Los doctores le diagnosticaron cáncer y nos informaron que no viviría mucho tiem

dos me recordaba a mi madre. Pero aquello no era excusa para alejarse de nosotros. Pareciera que toda la familia desapareció junto con la muerte de mi madre. Que todos nos fuimos con ella. Pero sé que una

que pensaba que ella no había muerto y que seguía con nosotros. Pero al no verla en su lado de la cama, me desilusionaba. Rompía mi corazón en mil pedazos encontrar su lugar en el colchón vacío. Y aún más saber qu

cansaron de mi padre y se fueron, dejándome sola y sin nadie con quien compartir mis emociones. Mi vida fue dura durante ese tiempo que ellos no es

ro para disfrutar la compañía de ellos. Puede que nos enojemos y molestemos todo el tiempo, pero nunca dejamos de querernos. Los considero mis verdaderos hermanos y estoy segura de que ellos a mí también. Es por eso por lo que los a

y tengo que parpadear para lograr concentrarme

bre el asiento y miro por la ventana hacia afuera. Frente a mí se encuentra un gran establecim

ípico de película. No dejo de mirar pasmada a mi alrededor mientras siento cómo mis hermanos salen primero del au

se posan en mí. No solo por el hecho de que estoy entremedio de dos gemelos buenorros, supongo yo, sino por ser la única mujer que no se quiere colgar de sus fuertes

la combinación de tu taquilla —avisa Tyler, pasando un brazo por

misma. No soy estúpida, Ty —caminamos por

tarte de tu asiento, mearle encima, pegarle con un martillo en la cabeza, volver a mearle encima, cortarle las venas, matarla, enterrarla y bailar en su

ada

a y yo carcajeo como nunca. Mi risa resuena por todo el pasillo y algunos alumnos que merodean con

etta nos saluda con la sonrisa más fingida que haya visto en mi vida. Aunque lo hace más para mis hermanos que para mí. El asco me ataca cua

ar en mi propia boca. Pongo mi más artificial sonrisa y me dirijo hacia ella. Y en vist

egura de que podrías ser directamente su abuela segunda», pienso en mi in

s hermanos miran divertidos hacia mí ante el cambio radical de actitud. Hace unos

es por eso por lo que mi enojo crece aún más. E intuyo que eso es lo que él pretende: enojarme hasta el cansancio. Me perturban las mujeres así, que coquetean sin descaro y sin importar qué. Sinceramente, siempre estuve rodeada de chicas de ese esti

llegaste a ser, Nat —

lditos testículos con los dientes. Te aseguro que no pod

sus partes y me mira con el rostr

tas con Ga

tarlo una sonrisa aparece en mis labios. ¡Esto sí que es divertido! Sabía que él le ponía

S

alguien no está de acuerdo con él. Es algo de lo que no nos importa presenciar. Sus rabietas serán siempre las mismas, todas por los mismos motivos. Así que, nunca le hacemos caso a sus ca

o paramos frente a una puerta blanca. En el centro tiene una

ias,

brazos, besa mi c

os, el cual ahora se encuentra más vacío que antes por el comienzo de las clases. Me volte

za la estúpida clas

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