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Contentar al demonio

Capítulo 3 2

Palabras:8730    |    Actualizado en: 03/02/2023

, es litera

e hacerlo era inservible, estaba desgastado o era inútil: que necesitaba emplear alguna fuerza externa o añadirse encantos, pon

os huevos para no admitir que era un tío bien plantado. Al menos el envoltorio relucía. Lo que había debajo quizá sí debiera... arreglarse. Pero por lo pronto, y si salía bien el plan A, Aiko Sand

misos programados para el día, las reuniones, incluso los descansos ocupados para adelantar trabajo. Así no podría parar a meditar ni un segundo. Le siguió la rutina de siempre. Activar la alarma del

eguntó antes de abrir

to Marc puso su trasero en unas pantorrillas ajenas, co

... Lo reconoció gracias a la exclamación latina —«ay, dio mío»—. Por si le cabían d

rritarse con su d

tando guardar la calma—, ¿qué h

entretenida por el retrovisor—. Me he dado cuenta justo al aparcar. No suel

hado, que se frotaba los pá

as dormido e

as se incorporaba hasta quedar sentado—. Tori me pidió que me

La casa de Wentworth, la mía, la de tu madre en Puerto Rico... Y el

bebiendo a

ez la implacable necesidad de acabar con la vida de alguien con su mismo apellido? De acuerdo, quizá la pasión por los ahogamientos de Marc a veces sobrepasaba lo común, pero no se puede decir que no fuese típico, ni que llevara arrastrándose como una lacra social desde, por ejempl

lo del acuchillamiento al sospechar que Jesse podría

sa educación que enmascaraba un fuerte d

rrugó l

ha de mi casa y ahora mi

y el coche es de mi propiedad, así que tenemos

lirrojos con vida propia que apuntaron en todas direcciones. Marc se desinfló un tanto al verle con la espalda encorvada, frotándos

caso de los Campbell no solo porque le interesara especialmente destruir al marido de su cliente —y es que Marc nunca hacía nada si n

valido el despido si Marc no hubiese movido hilos, y Victoria había pedido una baja aprovechando la acumulación de periodos vacacionales en su historial. Si eso fuera todo lo que Jesse esta

bos para asegurarse de que los motivos que la mujer dio para justificar el divorcio eran ciertos y no estaba engañándolo con otro, pensando que de ser así podría hacerle

uinda del pastel había sido conducir borracho para luego estamparse con el coche en la interestatal, cuando pudo haber muerto en el acto. Marc ya no solo estaba preocupado, sino también cansado y cabreado por la incapacidad que tenía su hermano para

capullo vivía en Hollywood, creyendo que la vida real era como un musical cuando en realidad

ie Wonder que cantaba su mayor éxito en la radio del Mercedes. ¿Cómo podía un hombre estar cabreado cuando sonaba For Once In My Life? Que no era e

dicho que había pasado la noche entre los restos residuales de una tumba profanada, se lo hubiese creído—. Habría que verte a ti si estuvieras en mi situación. Y no

e a diario. Jesse, es el momento de que te des cuenta de lo que está p

sus mejores tiempos y Marc trataba de comprenderlo, pero había una gran diferencia entre entender la frustración ajena y permitir que la

zo un gesto a Yasin para que arrancase. Entonces, Jesse se g

voz, pero fue latente que

enos barato. Pretendía venir a verte a primera hora, pero me lie bebiendo y... Aquí me tienes, medio amotetao, medio ajumao*. Pensé que sería más rápi

umao, borracho*. Es

ro.

tío que no conozca metiendo sus manos codiciosas en mi relación, o en lo que qued

taba pensando y con lo que llevaba so

del Derecho no e

ás escandaloso, difícil y mediático de todos los tiempos. Si puedes con eso,

endrá? —inquirió Mar

. «No se lo cree ni él», pareció decir. «Armará una escena en cada reunión y s

intió,

favor. Necesito que lo lleves tú.

los ojos de la carretera. Aprovechó que entraba en la caravan

cabeza ha

imentado, y lo bastante cercano para que ni te des cuenta de que le estás paga

ón, como que justo por eso debía destruirla o que le encantaría ponerla en posición horizontal, pero eso eran sutilezas q

riguaría sus puntos débiles sin esfuerzo. Jesse era incapaz de mantener una relación profesional con alguien, al menos estricta. Acabaría yéndose por las ramas y engaliando a Sandoval para que fuese

cia sí mismo solía quedar eclipsado por los maravillosos resultados. Bendito fuera Maquiavelo por traza

e va

, pero en cualquier c

ay que repartir bienes, firmamos la separación porque soy un despilfarrador, y no tenemos hijos... Sol

se en

en de alejamiento?

verla anoche, y no l

ban dos abogados, uno que representara a cada uno de los im

biesen llevado el apellido, Jesse era el único pariente al que sentía de su familia, además de Camila, que fue como su madre adoptiva. La primera esposa del «gran» Miranda falleció sin que la conociera y la suya tamb

lo merece. Además de que si no se lo concedes... Es abogada: no le costará enumerarte las fal

, que Marc iba a colaborar, esbozó una enor

oral. Estaba claro por qué Victoria no le había dejado cruzar las puertas de su casa. Los pesticida

dad? Puedes permitirte perd

problema legal gordo; si a eso se le sumaba la historia de los Campbell, todo lo que debía averiguar de Sandoval para quitarla del medio, los numerosos casos que Jesse había dejado colgados y le tocó cubrir a él, más

a arqueada de Yasin, que se sabía su horario mejor que él—. Tú, en cambio... S

metido el último número de la revista Playboy en lugar de un asesoram

todo

que está cerrada, así que tendrás que airearla un poco abriendo ventanas y limpiando en general. Pero puedes usar la ducha... Vas a usar la ducha —corrigió—, y vas a trasladar tus cosas allí mientras se firm

gorífico —acordó, sonriendo. De repente, como si hubiera pulsado u

¿Quieres meterme en serio en el

de puertas para fuera, pero por dentro se removían toda clase de instintos agresivos cuando pronunciaban alg

mezcla de amenaz

madre. ¿Tienes algú

de. No es nada malo, eh, te lo juro. No es que me dé m

o mejor mientras ahorras

odría vivi

Su orden y concierto—. Sabes que ni me gusta ni puedo vivir con gente. Si lo dices porque nec

ación. No voy a permitir que mi mejor

al tanto. No convendría que Jesse revoloteara en pleno divorcio alrededor del hombre que aún soñaba con su exmujer. Si no fueran los dos muy hijos de su madre, uno un infantil y otro un mentiroso compulsivo, Marc les propondría levantar un club de superac

... —seguía negando Jesse

timiento. Raras veces se ponía a la defensiva, e incluso cuando lo hacía era po

aba con la

lo dices

ería conveniente que estuviera en un sitio lleno de tantos recuerdos para ti... Sobre

rió sin

eguro que no me pondré a llorar

a vez, Piolín. —Joder, Piolín. Tenía que sacar a colación el apodo que

ntará a ti redescubrir

taba cómica la visión tan distorsionada que tenía de las cosas. ¿Cómo diablos podía ser psicólogo y a la vez, tan poco consciente de sí mis

r el desvío para ir al apartamento y prefiero que dejes a este

n semáforo en rojo y

mano, jefe? Ese lugar contiene reliquias y podría ro

ndo la puerta del coche—. Llamaré esta noche al fijo de

ludo militar, ya

todo lo que no lo había hecho en el Mercedes, y no solo para no morir intoxica

ra al azar y se asomó sin ninguna educación. Tenía prisa por llegar el primero al bufete, antes que San

s o el que sea producto de su venta ambulante —son

esa intervención. Así que esa era su «venganza» ante el n

esto de una forma muy desagradable que se acordaba de ella. De todos modos, Marc no lo

para ser tan prolífera, demasiado inteligente para desgracia de algunos, y demasiado sexy para lo que le convenía a su concentración. Antes de

e la idea se presenta

n les gustaban las series de aboga

lo que requiriese el guio

compañía? —preguntó, entrando

iendo la sutil sonrisa cortés—. No necesitaba otra compañía. Rhett

que supuso que sería el propio taxista. Este asinti

dicen? —contratacó, mirándola fijamente—. ¿O no

anto del segundo sentido. Curioso que sus provocaciones la afectaran, cuando podía imaginarla pisando testículos con sus tacones. En cua

smo sitio. —Le echó un vistazo

e la perdían con su soberbia y las que no se daban cuenta de su exuberancia. Aiko Sandoval o era demasiado humilde para actuar acorde con su aspecto físico, o es que fingía de maravilla sentirse impresionada por él, y Marc abogaría por lo segundo, aunque a

el cinturón —repitió

isc

. Él observó cómo su impulso pasaba de ser dudoso a muy decidido. Eso la acercó más, cautivando un n

nerviosa que no se tomen

cidente en plena ciudad, aun llevando el cintur

difícil en pleno centro, y por no haber t

adeó una

lame

. —Soltó una risilla y volvió a su sitio tras habérselo abrochado, como una madre p

muerte rápida

ver sus sesos en el pa

a por su bienestar,

d llevándola en sí mismo para que a

onrió

eza en su dirección—. ¿Mi aplastante

tra de ello en

er sido lo bastante buena oculta

las puntas de

r con vida solo por su seguridad. Pero si quiere una respuesta, no tengo problema en darla. —Lo miró a los ojos—. He oído hablar sobre

es ha extraído d

o cuando los comentarios no son muy agradables. Aunque d

jos al punto del cuello que S

gura en mi agenda, si me paga, si es una mujer bonita... Ha

i las creo ni las desmiento, porque son solo eso, opiniones. No soy una persona juiciosa,

hombros no se rozasen. Él distinguía la incomodidad nacida del desprecio y la que tenía su orig

quién se va a llevar cuando culmine el c

el espejo para ocultar e

suntos laborales en la cama. Claro que, si me invitan, dudo que lo rechaza

el rabillo del ojo—. ¿Mezc

a más placentero que trabajarse a una mujer

solución del divorcio para trabajar con la señora Campb

o nuestras fantasías con person

cuál

e vuelven loco

estoy empadronada en Miami; tengo la doble nacionalidad española y americana. Pero mejor olvídelo, est

que su reputación en Leighton Abogados no era tan buena como entre sus clientes, estaría al tanto de lo que era capaz de hacer para salirse con la suya. La imaginaba poniendo su linda cabecita a trab

ras un libro, con la cabeza hundida en el pecho dando una cabezadita, o mirando la ventanilla con aire nostálgico. Pero quizá incluso entonces, al encontrar sus ojos a través del cristal, hubiese sabido que se trataba de Marc Miranda, y

axi, respirar aire limpio y alejarse un poco de él? ¿Pretendía

viduo, no era tan bueno. No era tan dócil. No era tan altruista. Nadie lo era. Una mujer que c

n sus expresiones. A ella no pareció incomodarle demasiado su observación directa. Una vez aparcado, apr

una bonita y honesta so

n debía se

ies

tuvo una

bres que sujetaban l

si hubiera borrado sus insinu

vía no se cree que Marc Miranda

provocó, ec

etenerse a pensar qu

na, pero de c

maginármelo con p

a, o sin ello. No le vio la cara a

uando nadie le estuviera esperando—, aparte de porque le sobraban unos cuantos minutos que le gustaba invertir en planificaciones a corto plazo, un par de sorbos nerviosos al café y varias bromas con su secretaria. Y ahora porque así

carne e

u diseño. Horror. Era uno de los Casio de falso oro que podían encontrarse por veinte dólares en rebajas—. Queda media hora para

ue entró en el ascensor con un alto

que no se

—preguntó

ed qu

cree a pie juntillas todo lo

ariño». En el fondo le alegraba saber que Campbell era lo bastante prudente para no solo creer lo que se de

tal normalidad. Ladeó la cabeza hacia ella, pero miró al suelo al decir—: ¿Cómo quiere que mate

s, rígidos hasta que los suavizó de un suspiro, confirmó lo que causaba en ella. Nada bueno pa

dice tenga un segundo se

ver»? Es su mente la que le juega malas pasada

palda en la pared contraria, dis

¿de v

y hasta cuartos o quintos, solo que

ro conversaciones muy aburridas, porque no

las mantengo

egra saber que no se sentirá solo

ue habría otras necesidades que no p

orció

í está o

delante. Se agarró a tiempo a la barandilla adherida al espejo, justo al lado de Marc. La luz blanca de los fluorescentes parpade

meros ya no aparecían iluminados. Tocó uno

tiempo. Se acercó y echó un vistazo él mism

—adujo ent

era en el destino o en alguna fuerza superior, o ya puestos, en Dios, se habría planteado que aquello fuese un escarmiento por sus malas intenciones.

pensamientos. Marc miró unos centímetros más

e hace

que estaba pensando. No debía darle dem

latorio de los peores tópicos. El hombre que entra en mi taxi por accidente: Calle Dublín. El hombre que me sujeta la puerta: el «ladies fi

sostenía alguna de esas novelas eróticas

do mudo con

é au

do acaba de quedarse encerrada en un ascensor con él... Denota, cuanto meno

el rubor en el rostro de la mu

risión entre tres y doce meses o pagar una cuantiosa multa, eso sin contar lo qu

», pensó,

n anticipo de daño pensar en mí

mano al pecho y recreó una expresión ofendida que la hizo suavizar el gest

e hablábamo

cara como un tomate. Casi soltó

n qué objetivo lo haces? No pretendo ser soez, pero la otra opción que se me ocurre es que lo ha

ntico matón de instituto, con las grandes diferencias de que nunca fu

historias de

se encarga de li

para no perder

a preferida, gracias a él creeré en la inmortalidad de la belleza. Desde mi punto de vista, debería dejar de alimentar sus expect

con el prototípico héroe masculin

oyó la mano en la pared

abierta—. No se preocupe, no hay nada de lo que avergonzarse. Llevo desde el estreno de Los ángeles de Charlie soñando con

ando contra algo más fuerte que ella. Podía hacerse una idea de qué era. No pretendía caer a

a conseguir nada. Hace solo unos días me

ninguna parte. Todo lo que haya aparecido

n sus bolsillos to

sacó las llaves de casa, la cartera, un envoltorio de caramelo de menta, el ticket de una

do en el suelo, a sus pies. Aiko l

eva condone

reunión con el gerente de una firma, y choqué por casualidad con una mujer qu

si se le olvida

ing? Le sorprendería lo qu

dos tampones de distinto tamaño, tres anillos, dos blocs de notas, alrededor de seis o siete tiras de papel adhesivo con pegatinas de colores y formas variadas, una especie de medallón, una novela tamaño bolsillo con una portada escueta, bálsamo perfumado para los labios, dos barras de labi

té? —pregun

. A Marc no le quedó más remedio que

zar a preguntar. ¿Por

uno y cinco dólares, que es el que utilizo para la compra, porque salgo a diario a Walmart a conseguir lo que vaya a comer en el día, y nunca gasto más de diez. Y el último es el que merecería la pena robar: los de veinte, cincuenta y

nsaba que er

ay de l

s que no lo son, también, pero durante las ferias. Es como un talismán que atrae la buena su

isco c

nsiste en hacerlo. Mete canciones que le recuerdan a mí, o que sab

. I don’t need a man, but where

ere is he?*.No necesito un

dices de la

da más empezar a estudiar establecí un método de asociación. Tardo horas en estudiarme unos apuntes, a no ser

unto a su favor; tanto al de Sandoval como al suyo, que no tendría que andarse con cuidado a la hora de interrogarla. El problema que veía era que de

aba leyendo y lo abrió

po duro y fuerte de John dominaba el mío. La mano que tenía sobre mi cintura se deslizó hacia

uso en pie de un salto e intentó quitarle el libro de la mano. No fue más rápida q

se estremeció de deseo, dolorosamente vacía...». Dolorosamente vacía —repitió, levantando las cej

por si acaso» —refunfuñó con los

ella? Refuerza mi teoría de que las escritoras de esta clase de novelas tienen como norma no ser atractivas. Por supuesto, es una opinión persona

e el

palmas de las manos contra el cristal. Sentí la vulnerable rigidez que se emanaba de su cuerpo a medida que yo me entregaba, y cómo la

hacía nada que ella no quisiera al notar la laxitud de su cuerpo, cediendo a que la pusiera de espaldas a él, de cara al espejo. El a

sexual difusa. Quería estar ahí, porque cerraba los ojos y cedía a la caricia que él quiso darle a su cuello..., pero no debía. Y saber que ella lo prohib

su rastro. Sí que llevaba colonia, al contrario de lo que pensó al principio, pero era tan imperceptible que solo quedaba a mano

musitó, en

ía hecho las dos veces que ella lo había mencionado. Lo pronunciaba como si lo estuvi

el cuello. Era tan ridículo que eso solo acrecentaba el poder de ella, y con esto, la necesidad de él de demos

de dos días a su extrema suavidad. Inhaló profundamente al acariciar el cartílago con la punta de su nariz—. «Sus dedos emigraron de mis braga

ndo unos dedos en el escote de la camisola veraniega. Su piel era tan

ía tocándome de esa forma? ¿Cómo iba a

rtar su melena con las dos manos. También suave. La conquista del tacto estaba hecha. Tuvo su gusto comprado al lamer superficialmente la línea de su mandíbula

de ese modo. Ella no se había rendido del todo, y aunque l

to grito de asombro, que él amortiguó abrazándola por de

ió sus cosas en el bolso y las suyas en los bolsillos. Todo con una rapidez sorprendente. Así, al abrirse las

murmurando que era tan tarde que los Campbell se habrían marchado. Marc no in

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