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Contentar al demonio

Capítulo 2 1

Palabras:6937    |    Actualizado en: 03/02/2023

e azul también

, Ivonne. No sé cómo habría man

o aquel no la ayudaban a rebajar el estrés, y su obsesión con llegar puntual después de una oleada de tráfico maligna, menos aún. Su secretaria

ses dicho que no estás interesada.

xplico que lo más probable es que nunca me gustara, y que me convencí de que era el hombre perfecto porque me muero por enco

tienes que hacerte cargo de los sentimientos de los de

do. Cené con él anoche y hoy

giratoria del edificio. Miró a

uesta saber si estuve ilusionada alguna vez. No es justo. Soy la persona más romántica del mundo, Ivonne. Me sé los diálogos

a. Era más efectiva como arma que un helicóptero apache, y si no, qu

Él tenía a Psique, y lo más parecido que yo encontraré a eso será un psiquiat

seguido girando indefinidamente y la sostuvo para que Aiko pasara—

ara enamorarme y vivo estresada? No son ni las ocho de la mañ

te mueves. Siempre estás tratando divorcios, Kiko. ¿N

idor, sorprendida por esa bombilla que

e su trabajo no le permitía parar un segundo, y menos para plantearse dudas metafísicas como el o

u rango de actuación comprendía desde parejas que no soportaban mirarse a la cara, hasta aquellas que salían juntas para tomar unas cervezas. Era un escenario basta

pletar un armario solo de zapatos y comer sin engordar. Pero ahora que ya había tachado

l mullido himen acomodado en algún lugar de su útero o dondequiera que estuviese eso. El sexo no le llamaba demasiado la atención, sobre todo cuando tenía tantas cosas que esconder. El problema residía en la otra parte: en los hombres que sufrían sus desprecios, sus cambios de opinión, sus ne

an pasado por su vida. Incluido Roberto, el último con el que se dio una oportunidad sin haber obtenido buenos resultados. No sabía qué le fastidiaba más, si

quería enamorarse,

ntó Ivonne, devolvié

solución. Quizá corte un poco mi comunicación con los hombres de ahora en adelante. Tengo que evitar salir con ellos y hacerle

e buscarle otro motivo. ¿Quién dice que no tengan ellos parte de cul

stuvo magnífico. No es desagradable o de esos que solo hablan de sí mismos. Tampoco me pareció tacaño, ni me mi

ente, guapo... Sabe escuchar. Incluso adora a su madre, lo que siempre

e cabreara por eso? Pues

berto es un caballero d

én ansiosa, por enfrentarse a su primer caso contra el bufete de abogados de mayor nivel de toda la ciudad... Incluso de toda Florida. Comentar en voz alta las virtudes de Roberto servían para distraerla de sus sentimiento

zá no te gustan porque son demasiado

cia ella con un

n como algo romántico y precioso en los best sellers eróticos? Porque eso es lo que intento evitar. Bas

abía vivido con ella las mayores crisis existenciales de su madurez. A Ivonne no se le escapaba nada, ni la historia sentimental de sus padres, ni sus problemas emocionales,

Sandoval. «Lo que podría haber

aspectos. Si es perfecto no tiene ninguna gracia. ¿O me vas a decir que te gustan los hombres ideales? Llevas una

las que he visto, y todos los romances que han vivido mis compañeras, han puesto mis expectativas muy altas en ese sentido. Ahora siento que no me puedo conformar con alguien que no me haga cosquillas con solo cruzarse en mi camino. Al final se reduce todo

una pequeña

verdad e

so me hace exigente. No en términos físicos, ni sentimentales... Da igual si es rubio, m

partir de inteligencia artificial. Sería inteligente y mist

el ascensor co

lloso. El resumen es: ¿y si lo encuentro y lo rechazo porque no es capaz de engancharme, o no consi

a miró d

podría di

an tal y como son... Arg, qué difícil. Si todo se resume a probabilidades, estoy perdida. Quita a todos los hombres casados, gais y enamorados platónicos; a los que nunca se fijarí

én es la primer

que no le va a gustar que esté aquí hablando de roma

, cuando Neal Delfino, el abogado al cargo, se jubiló y decidió dejar su imperio en manos del más capacitado. Caleb era ese hombre, el que mantendría su cartera de clientes y su prestigio. Dur

istas jóvenes al cargo; no solo porque tuvieran una relación especial que hacía de ellos una s

forma que nadie más comprendía, y

s coqueteando con su mayor enemigo lo pasaría p

ojos y continuó, mientras se detenían

a última vez antes de

sp

upaba el mostrador, a la que le co

ko Sandoval, tenemos una reunión ahora, a las och

ento, p

pación de la secretar

debas perder

so por un hombre, Ivonne. No estoy hecha para el amor, eso es todo —resumió, camuf

equivocado. ¿No has pensado e

lso al hombro y la

mirada extraña por parte de la secretaria, que sostenía el teléfono contra la oreja. Carraspeó y se giró un poco más hacia Ivonne para que no la escuchara—. Pero sería calentarlos para nada, ¿no crees? Es decir... No me imagino que

itas por Internet, sino un cam

uenta y está hecho un toro. O no, quizá solo está gordo. La verdad es que a mí el fí

con el límite de e

diferente quedar con alguien que no fuese abogado, o ya puestos, caucásico. Nunca he sal

, no puedo poner como excusa

ecretaria, haciendo una señal hacia el pasillo contra

endo,

dirigió al lugar que había apuntado. Ivo

uedan colgadas las llamadas mientras vuelves. Muchas gracias por interrumpir a Roberto y acompañarme

que oscilaba entre la ad

grande. Si necesitas algo, puedes llamarme al móvil personal. Ah, y

mática. Le dio un abrazo breve y le guiñó un ojo—. Tanto habl

orque justo al girarse hacia la entrada de la sala de reuniones, intercep

cerlo que por su reacción interna. La irritación no la pilló con la guardia baja. Sospechaba que, s

u patética situación. El perfecto actor. No lo habría descubierto si Allen no la hubiera llamado para cerrar el negocio e insistir en que no habí

el hombre en cuestión era... era... digamos que era lo bastante atrayente para que le resultara imposible camuflar el potente anhelo de tocarlo, solo para averiguar si era real.

l fugazmente. La mayoría de veces preguntándose por qué se dejó encerrar en un habitáculo con olor a amoniaco y pretendió ser otro, si es que buscaba manipularla o sacarle alguna información. No habría sido el primero que la utilizaba para llegar a Caleb. Tenía numerosos competidores por haber emergido como un abogado de prestigio en

lado para acceder a la sala con un

fetería de la tercera planta,

lo quedó mirando como si

or? ¿Un masaje de pies? ¿Paso tam

adeó la cabeza hacia ella. La mirada

si te sobra el dinero y

ro parece que a usted sí la ca

res vienen con pers

erd

sculpas? Aún no me ha

antar por ostentar un puesto importante. Aunque no era aquello lo q

ía acorda

o al revés? —Estiró el cuello, dándose un aire de seguridad que no sentía—. Soy Aiko Sandova

ras llevamos los trámites —corrigió él, sosteniendo su mirada sin

vantó l

ión de identidad. Fingir ser asegurador es fácil, pero para pasar como una mujer l

un paso hacia delante y le tendió la mano

real, señor «el mejor bogado». ¿Se me pe

sonrisa hacia

o se referían a ese lado c

atreven me

seré muy

ue mantenía en el mostrador de mi secretaria. Una cha

bía estado comentando allí con una falta de profesiona

ción escuchar con

que puedo ser muy maleducado cuando me lo propongo. Im

ue el rubor no echara ab

ual con todos los abogados contrarios, o l

a. Yo lo haría sin especias ni

acerme una idea de a cuánto se pa

cos a través del interfono de mi secretaria. Yo solo

o —ironizó—. No era mi intenci

intenso azul celeste,

ar

o y presenció con horror que se le ponía el vello de punta. Él tenía la mano caliente y un apretón de ejecutivo

argo, de una tonalidad ceniza que combinaba con la fina barba unos tonos más oscura, y el suave bronceado. Sus ojos como cuchillos la intimidaban más que veinte mil soldados. Por

su caminada segura, su forma de hablar pausada y directa. Y esa perfección que causaría rabia en cualquiera solo podía tener un nombre, o más bien un apellido: Miranda. Únicamente

pentino dolor de cabeza que no tardó en desaparecer. Ella confiaba en su trabajo, y no dejaba de ser una persona a la que le interesaba crecer

de Palermo? —preguntó, ma

afrontar otro más. Aparte de su cartera de clientes habitual, ahora mis

ón a este ámbito. Se dedica

do a alguien en mi trabajo; no voy a hace

era su persona preferida, pero no había motivos para enfr

los demás de dónde poner su dinero, porque no es trasladable a algo tan delicado

alabra causó estragos dentro de Ai

ene miedo de q

nte odio hacer ll

eriguar si está tratando con

n de lágrima fácil si

atir un récord de c

forma de distracción que antecede a

nariz en una espe

es cierta. Marc Mira

refiero conocer tu opinión cu

r esa cantidad por su trabajo—, se creían capaces de lidiar con cualquier cosa sin tener una verdadera idea de lo que requería. Como mínimo, experiencia. No estaba

cargada de intenciones ocultas. Aiko tenía miedo de respirar muy fuerte por si él se daba cuenta de que se sentía atrapada, vulnerable y confusa. Marc no dejaba de ser

l que se había

iaron más que unas pocas frases. Pero Aiko estuvo fantaseando con él como una niña

e olvidaba. Ni tampoco muy imaginativa, espontánea o divertida, como sí su hermana, cuyas locuras dejaban a los hombres enganchados. Solo era la chica responsable

hacer reír a nadie. Pero aun sabiendo todo eso había dado por hecho que al

estuviese convencida de que se cortaría un brazo por el susodicho. Se centraría en su trabajo y pasaría por alto la traves

ra tan tonta como para dejarse engañar. Ese hombre podría vestir de cabritillo, que al abrir la boca todos verían sus fauces.

naje hombre lobo de

ampbell deben estar al caer. Ma

rás

.

na norma aprendida, sino otro movimiento estratégico a favor de sus «perversos objetivos», como le gustaba a Nick llamarlos. La form

próximo día», Marc imaginaba que podría destruir al exmarido de su cliente sin que esta pusiera ningún reparo. De hecho, agradecía que Carol fuera una de esas mujeres superficiales, incluso faltas

ños sorbos durante la media hora; solo treinta minutos, porque ambos Campbell tenían compromisos que atender. Y gracias al cielo, porque

. La información se adhería a su mente como el mejor pegamento y no se despegaba hasta que le tocaba enfrentarse a otro problem

niña de diez años a un cliente que le pagaba cientos de dólares la hora. Aquella mujer era la mismísima definición de paz. Aun cuando los Campbell se gritaban y lanzaban acusaciones, ella no perdía la calma, no se alteraba. Son

vos más, pero existía una explicación a que no hubi

siempre conducía a la destrucción. A la supresión de sus pasiones para evitar sufrimientos, le gustaba denominarlo «filosofía epicúrea»; Nick prefería tildarlo de enfermedad obsesiva, y su hermano iba a lo fácil llamándolo estúpido. Ya al margen de eso, sabía que era una exageración tildar a Aiko Sandoval de elem

rrió el recibidor desde el que Nick examinaba la escena. U

to molesto, en el que debía centrarse. Difícil, porque le cos

acudió a Nick. Esta esperó con su falsa pacie

hablar. Señaló con la cabeza a la

ál de

la, c

: gente que le importaba, y gente que le pagaba. A los demás se refería con un apelativo que, en general, hacía referencia a su cualidad física más notable o a alguna historia humillante que, por casualidad, hubiera llegado a su

emasiado largo para su gusto. Nada que ver con el atuendo de la primera vez. Ahora se apreciaba cada parte de ella con tal detalle que Marc sintió unos irracionales, patéticos y absurdos celos hacia todos los que la miraban. Era delgada, pero no de vientre plano ni c

que de su nombr

mo si la hubiera insultado, o peor: co

bajo, agarrándose al borde de l

por el rabi

con sorna—. ¿Se sup

ago se le revolvió solo con oír de nuevo su nombre—. Claro que no deberías. ¿Te atrae

ar el caso. La quiero fuera a

Porque es un

s buena —

racción, ya. A

iviles, desde amantes hasta «casados en secreto». Desde luego era un halago que le relacionasen con una mujer que no solo era inteligen

labios de rojo a diario, y vestía el escote que se le antojaría a cualquier hombre, en cualquier momento del día. De no s

a él y solo para él, era

Aiko para distraerme de mis objeti

do tu situación. Debe ser molesto esperar tanto tiempo este moment

mente. Solo ha perdido un juicio y fue porque el cliente se reservó información vital. Es indestructible en el ámbito civil y yo n

que quitar del medio. ¿

meter el dedo. Dudo que deje el caso por sí misma. N

una idea sobre

ú también. Tenemos dos posibilidades: hacer que le surja un inconveniente y deba transferir el caso a alguno de los

as? —preg

. En esa valoración silenciosa de su entorno, lo atrapó mirándola. Él no fingió que no se estuviera fijando, obtenien

ntes. Todavía. Se la imaginaba acribillá

no es tan inocente como para seguir enganchada. No creo que si

diendo follar contigo le dará igual

con un atis

s por exp

hacia él co

me muero por tus huesos. Marc ta

de huir, estoy seguro. Todo lo contrario. Le daría motivos para enfrentar

s los trapos sucios de Campbell. Ella te

cambiaría de táctica y me pillaría. Que no te enga

cuentas? Marc se rio

ra sus planes, ni aunque co

iendo al arduo trabajo de mejorarse las uñas inmejo

entar solo, a que las puertas se cerrasen. En el último momento, se despidió de él de una forma muy original: sonriendo un poco, con timidez, como aceptando que estaba nerviosa. Diciéndole tamb

, y esperó a perderla de vista para soltar el aire. Solo en

aré e

Marc. Llevas años diciéndome que esto es lo único que quiere

—. Te puedo asegurar que haré cual

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