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Contentar al demonio

Contentar al demonio

Autor: guangyue
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Capítulo 1 PRÓLOGO

Palabras:4116    |    Actualizado en: 03/02/2023

abajo y otras citaciones formales en las que convenía cubrir favorablemente las primeras impresiones. Pocos ten

sa de llegar «elegantemente tarde»? ¿Quién no había pronunciado alguna vez ese famoso refrán que rezaba: «lo bueno se hace de rogar»? Hacía años desde que Marc, teniendo presente que se estimaba mucho más la falta de puntualidad que la misma, se apr

d de Miami hubiera amanecido nublada, ni porque tuvo que conformarse con una corbata que

no. No ya a la hora justa, sino con casi veinte minutos de antelación. Marc podía adorar que el mundo entero perdiese órbitas por su g

ielos dedicados, en su mayoría, a oficinas de telecomunicaciones y otras sociedades empresariales. En la

te pensante detrás de la corporación. Igual que su enemigo lo era de la empresa a la que se dirigía, ese capullo de Caleb Leighton que se graduó con honores en su mismo año y se a

Marc debía rendir pleitesía al que fue y creía seguir siendo su m

ad Limitada

ionaba en la sombra, y pensaba demostrarlo en su reencuentro, una reunión d

to, lo negaría si le preguntaban; pretendía ocultar su interés bajo capas de premeditada soberbia. Aun sabiend

de la mayor cantidad de pleitos en el menor tiempo posible, lo que significa que estaba allí para llegar a un acuerdo rápido y justo con Leighton y, después, seguir en otras historias. Para ser abogado, odiaba los juicios, le aburrían sobremanera, y lo que es más: lo

liosos meses esperando la resolución pudiendo... in

s. Sí, era práctico, e imaginaba que todo el mundo tenía un precio. Y en el caso de que no fuera así, contaba con que Leighton sería

respeto que se le olvidó al muchacho que llevaba un buen rato mirándola, y que aprovechó la pausa para arrojarse sobre él. Iba

eñor. Por si ne

ueta. El chico se sonrojó y agachó la cabeza. Qué ricura, pensó en el ascensor. Pulsó el número d

l vez aplicaran para el puesto de secretaria, a juzgar por la escasez de líneas en el currículo que sostenían en l

ntre los sensores. Una chica de ojos rasgados se infiltró en el cu

culpaba—. Es que llego tarde, no pod

le divirtió más que otra cosa. Llevaba las medias rotas y un solo ojo pintado, y aun así enfrentaba el día con opti

día de

i hermana mayor. Le han hecho una fiesta sorpresa y pasaba a darle su regalito. —Levantó la bolsa que colgaba del codo—. Ya veo que todos vamos a la

ra de eso? L

ándolo por loco. La chica no era guapa según su definición, pero sí toda u

.. Se llama Aik

aro que l

las mentiras a medias. No conocía personalmente a Aiko

s de sus empleados. Aunque lo de Verónica Duval, su chica de los trapos sucios, era un don innato del que Marc decidió apropiarse antes de que la contrataran como fija en el supermercado de la esquina. Podían llamarle salvador por rescatar a una pija de padre y muy señor mío de pasarse el

de las piernas larg

gas que he dicho eso. Suena muy mal y no quiero airear su reputación de rompecorazones. Ay, seguro que vas a verla y yo te estoy diciendo que te va

toy vacunado

a las puertas que se abrían. Marc la vio negar con la cabeza—. Y

. Luego asumió que estaba hablando en nombre de una experiencia personal que no tenía nada q

rigieron torpemente al primer mostrador. Marc hizo borrón respecto

zo a la competencia, conteniendo una

de plástico: bajo presupuesto, o mal gusto. Y Marc no sabría decir qué era peor, si acudir al trabajo en chanclas o ir de sobrado con pa

arices», le habría dic

nica Duval y su facilidad para referirse a lo

s del despropósito absoluto. Gracias a Dios, no estaba en Leighton Abogados para poner en práctica sus conocimientos como asiduo a La casa de mis sueños*, así que preguntó por el despac

televisión que transforma casas de

enían las mismas características y al final parecía como si estuvieran enemistados unos con otros. Cada uno le había dado su toqu

el personaje del ascensor. Cada uno de los empleados sostenía un trozo de pastel y conversaba entre risas con el compañe

no hay nadi

era la vuelta. No le cupo ninguna duda de que era ella cuando reconoció el parecido con la alegre cuasiadolescente del ascensor. Al menos diez centímetros más

gistro para dedicarse a la admiración. Se notaba que era una fiesta sorpresa; de lo contrario, imaginaba que se habría arreglado más. Llevaba una sudadera

uando no entendían algo e intentó leer los labios

e vestimenta sin tener problemas: se imaginaba a aquella criatura en el despacho de su propio jefe, y no dudaba que le per

na fotografía. No resistió a acercarse un poco más a la cristalera y fijarse en cómo probaba la tar

se fijaba en la forma del azúcar sobre su labio superior, una medialuna perfect

No era una fiesta de bienvenida; él sabía que ya trabajaba allí, así que tal vez fuese una reincorporación. ¿Por baja de maternidad? No estaba casada ni tenía pare

ría imaginarla con una cámara de fotos encima deteniéndose en cada esquina de Montmartre,

n de las suyas. Los ojos de Aiko dieron con él. Tiró de l

lla deslizaba los ojos por su chaqueta y los plantaba en la tarjeta que sobresalía. Después de eso la vio intercambiar unas palabras con su hermana, disculparse y salir de la sala c

ás bonita

ana—. Siento muchísimo haber perdido la cita, me han pillado desprevenida con una fiesta sorpresa y al final se me ha olvidado por com

. A eso se resumió s

ncima de pura casualidad, además de que este era su propio asegurador personal. Se alegró de que necesitara los serv

mpaña al

o a donde t

ca. La ropa ocultaba su figura, y mejor. Le

ascullar por lo baj

endió con el corazón en un puño, pendiente de algún movimiento. Lo cogió

estanterías llenas de productos de limpieza... O más bien entre esas tres estanterías

aste tan i

quiero que el señor Leighton le vea por aquí. Me preguntaría quién es, para qué quiero un seguro, y... no se

nada mal saber cuáles. A Leighton le gustaba poner

sus mejillas se intensificaba, y que para contrarrestarlo procuraba sacar pecho. Al contener la sonrisa, se le caló el estómago, ahogado en un calor ag

avó los ojos en el dibujo del azúcar sobre sus labios y humedeció los propios como si así pudier

er con ella después de haberlo tocado. Se la veía fuera de eje, y Marc tuvo que re

. Veinte minutos antes. ¿Qué es

Él, que odiaba su nombre, se sorp

de estar tranquila. Seré muy discret

n hombre que diese puntada sin hilo. Desaprovechar

onmigo como clienta y sabe que me costaría... abrirme con otra persona. Allen es conocido de una amiga mía, por eso recurrí a él.

dos por el pelo con un aire tan coqueto que s

a a cualquier perso

o te esper

ado antes que él. Tampoco significaba nada: Marc iba a verse con un mastodonte de metro no

iere? Ella lo

l y me había hecho

tada por la timidez—. Usted no ti

qué ten

upermodelo,

maneras de responder, a cada cual menos adecuada, pero

anto —acotó—. Estaba comentándome algo sobre un seguro d

ealidad e

e idea; así se perdió el leve frun

enía que entregarle una documentación, firmar, y ahí acabaría

uen algún beneficio de... —Negó con la cabeza—. Lo normal es que el dinero vaya al marido o los hijos. No tengo ni una cosa ni la otra, así que hablé con Allen para que fueran mi madre y mi herma

nte info

por qué se lo escondía a su jefe y mejor amistad —incluso se rumoreaba que había interés romántico por medio—, pero descubrió que no quería utilizarla como c

pu

lidad. Ella lo miraba de vuelta sin comprender—. Eres un caso diferente. Especial. Debíamos p

no le pasó por alto que el

adas y no quiero que nadie sepa que confío tan poco en... da igual. Gracias de nuevo. Y siento haberle encerrado —a

en alguna o

nsar. La cerró también mucho a

ía habrás decidido que no qui

almuerzo o en ese mismo momento, y su r

endió. Tampoco

? —inquirió—. He oído

, más para su coleto que para hec

go

icid

ra sabe qu

necesita excusas para

bre su labio con el pulgar. Le echó un vistazo a la yema, luego a ell

iraba con

ulce, pero

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