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Begonia

Capítulo 2 1

Palabras:4278    |    Actualizado en: 02/02/2023

hora —le pido señalando el escup

de los guan

e, así que presiono el botón de la unidad para que regrese a una altura prudente. Es tan pequeña qu

llas y la espalda un poco engarrotadas por p

on —susurra, a lo que asiento con una so

ngman es toda una mujer de negocios con su traje sastre y maletín de piel, siempre me pide citas a al

ntesto casi de manera automática mientras la acompaño a la salida del consultorio.

comisuras alzadas. La veo salir del local, que ya

en la pared. Los días siempre se van rápido, las hora

sitio donde los fantasmas no me persiguen, donde los recuerdos no se apoderan de mi piel y me hacen tiritar como si estuviera en

na con sillones de color tierra, y el escritorio circular, en el centro, le da un aspecto que me gusta. Siempre hay mucha luz cuando es de día, el so

a, es que a veces sien

y, mi viejo Mercedes rojo. Jordy ha permanecido conmigo a pesar del tiempo gra

rd sin prestar mucha atención, porque ya me sé el camino de memoria. D

entó comprarme algo más grande, pero no acepté. Ya sé por dónde va todo el as

engo una botella de vino y tomo una copa completa con el afán de liberar la tensión de mis hombros, ni siquiera entiendo cuál es la

s orejas». Tess emite una risita desde el otro lado. Las esquinas de mis labios se alzan al imaginarme a Dan detrás de ella, susurrándol

mbién la extraño y necesito. Hace varios

me muero por estar con ellas, hay algo que me lo impide cada vez. Sé

s al vino y mirando a la nada. Mis ojos recorren la estancia y se clavan en

de mis entrañas. No me doy cuenta, pero pronto ya me encuentro camin

vez no la tuvo adornando su cabeza. Erik Thompson, mi pequeño Erik. Una ola de recuerdos llena la habitación, es como si pudiera sentirlo cerca, como si pudiera tocar su suave piel y las puntas rebeldes de su pelo, también la nariz que solía arrugars

, en ocasiones, le reclamo al cielo porqué me lo arrebató, comprendo que tenía otra misión en otra dim

tos los sentimientos y emociones que no sé. Solo sé que ver su fotografí

ocolate; y eso solo hace que me doble del dolor. Intento hacer desaparecer su fantasma, pero me persigue, me sigue persiguiendo a pes

ras, sus caricias, la dulzura, su mirada, su olor, nuestras promesas, un mundo que parecía h

na charola; pero él no se quedó p

esito verla para saber lo que dice porque es tan simple que me da risa. Su traición, el dolor, todos esos meses que fueron un completo infierno; creo que fue peor que eso porque, al menos, los que están en el

de mi subconsciente, de algo que mi cabeza se creó para consolar su soledad. Quizá me hubiera gusta

vidrio antes de que me pierda en el alcohol, haciendo que esta se rompa en mi

ar, pero ya no puedo. No puedo y no

l asunto. Cierro dando un portazo, tal vez con miedo a que

>

mis pestañas, mientras los otros se movían de un lado a otro sin inmutarse de que me encontraba en la mitad del pasillo contemplando a un dios con los c

ba y sus dedos golpeaban con impaciencia el metal. Buscaba algo entre sus libros,

rojizo por la rabia. Luego vi la hoja dob

hice, pero me ace

él se detuvo tan pronto me sintió y se giró en mi dirección. Entonces, mi respiración se quedó completamente atorada, no supe qué dec

je sin tartamudear, esa

o supe en qué momento tomó la hoja, solo sentí el vacío en mi man

algo importante, yo solo quería alejarme porque ya no me sentía tan v

arlo. Luego quise golpearme la cabeza po

cia ninguna parte, s

agitado, no quería voltear y darme cue

tford y frecuentábamos los mismos lugares, tarde o tem

s, el equipo de la universidad, y era el mejor amigo del chico más popular, adinerado y sexy de la ciud

s que más bien parecían laberintos, hasta que creí que

el fondo, así que fui directa. Un par de bromas y risas después, la clase comenzó y yo inicié con los ap

ñé mentalmente cuando descubrí que me estaba mordiendo el labio. En un impulso, decidí darle otra mirada. Él s

rado, debería haber resguardado lo único qu

>

baño, la misma ropa quirúrgica, el mismo peinado sin cabellos en

pacientes que aguardan en la sala de es

uestiono y deposito

la nariz, su cabello canoso le cae sobre la frente cada vez que agacha la cabeza para tecle

uando le dije que no sería posible entró en tu cubículo y se encerró ah

il? ¿Por qué no ll

y un brinco y me dirijo a

ga a reaccionar porque suelta un gritito eufórico. Suelto una risotada y me lanzo para abrazar a mi mejor amiga. Ambas nos tambaleamos y lanzamos risit

essilly! —exclamo sintiendo la emo

o cuenta de cuá

para poder verte? Parece qu

zo de las gemelas obtuvo peso que no tenía, todas las tardes me llama para quejarse y lloriquear mient

ubieras avisado me habría

a opción. Ella se aparta, clava su mirada en la mía de forma escrutadora y menea la cabeza hacia ambos lados con reprobación. Lanzo un suspiro sabiendo muy bien lo que va a decirme—. Tien

or acá —digo sin ganas de s

suspire, no muy conforme con todo el asunto. Siempre que hablamos quiere

os por un momento —emite. Voy a quejarme porque no quiero ver a Amber, pero Tess arruga los labios con disgusto, esa rubia n

aunque quiera aparentar que es fuerte como las rocas, por eso pudo perdonar a A

do, sin embargo, levanto las palmas en señal de rendición

o como una chiquilla que ha conseguido su más anhelado dul

á Andrew?

o los párpados y aspi

ual que siempre —respondo y

la misma alma rebelde que conocí aquel día en los pasillos del hospital, solo que ahora un aura gris lo acompaña. Su gesto

por momentos similares, sabe lo que es el mundo del cáncer. Por un momento veo esa chispa de dolor que se cruza en su mirada cada vez que recuerda a Lili —su hermana pequeña—, pero segundos despué

n punto, doctora Thompson. —Me gu

de auxilio. Pero un día dejé de hacerlo, porque ¡vamos! Ella tiene un marido y dos hijas a las

rque debo atender a los pacientes que

de la recepción y recuerdo, porque eso es lo

>

un trío de películas de aventura y magia, y después me llevó a casa. Él estaba nervioso, jalaba

udiera entrar jaló mi brazo y me abrazó muy fuerte. Su altura me sacaba varios

uería que me arrancara

l mismo tiempo era un torbellino de emociones. Podía vol

a casa otra vez. No me dejó hacerlo, de nuevo me arrastró a sus brazos y yo fui gustosa a ro

i oído mientras su aliento me provocara cosqu

go Dan llamaba a Tess «mariposa». James aseguraba que luna era un tipo de ma

os moldearon los míos tan despacio que podía sentir cada brisa de su boca y la sens

renado. Me dejé llevar, él venció mis barreras, mis mu

>

que muestre su figura. Si hay alguien en este mundo que es capaz de verse ardiente en uniforme de hospital sin siquiera intentarlo es Amber Mills. Ruedo los ojos; a pesar del tiempo, hay ciertas cosas que nunca cambian. Pero hay otras que sí lo hacen, analizo a la rubia, no se ve como la chica que conocí en la un

silencio, comiendo y evitando hablar de cosas

tración y apoya los codos en la mesa. Sus o

mir

Ni siquiera han pronunciado una palabra de más

so que ambas rompemos en risas, mientras la casta

hienemiga en la universidad, nunca vi que Batman tomara el té con el Guasón. Además, yo ya no s

spital que ya no recuerdo cómo es que debo com

ce entre dientes, después n

que los demás opinen sobre tu vida como si de verdad tuvieran idea, sé lo que es sentirse menospreciada, sé lo que es llorar en las noches cuando crees que nadie te juzga sin sab

que me provoca un nudo en la garganta. Sin embargo, no puedo procesar nada porque, de pronto, T

causarán mis palabras. ¿Crees que ese hijo de perra merece estos casi ocho años de sufrimiento? No te reconozco. ¿Crees

ndo de tristeza y soledad, no bastó sacrificar tu vida entera y atarte a alguien desahuciado solo porque te recuerda a tu hermano con cáncer de hígado. ¿O me va

dio de Tess, y a pesar de que me reconforta saber que puedo

no caerme en el camino al exterior. No sé cómo lo logro, pero llego a mi de

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