UNKNOWN ROMANCE - BL
mis oídos, y sentir el contacto de su piel sobre la mía al fusionarnos en un melancólico abrazo, no entendía muy bien porque estaba precisamente
tan limpio como nunca antes, cada rincón estaba recién aseado, sobre el comedor había un plato de comida cubierta con un plástico espec
por demostrarme que la amistad de un desconocido es mucho más valiosa que todas las que ya tengo
añes mucho. Lamento no despedirme, pero prefiero no hacerlo de frente, ya que sé que no soy lo suficientemente valiente como para
incrédulo de lo que leí
arreglado, mi respiración comenzó a volverse irregular, me dirigí al baño esperanzado de que por
edor a devorarme entre desgarradoras carcajadas lo que había dejado para
quiera despedirse de mí? No lo asimilaba, ni mucho menos lo perdonaría con tanta facilidad. Lo maldecía en mi fuero interno por aparecer y dejarme tirado
atos de comida sobre la mesa, a veces mantenía la esperanza de chocarme con su fornido cuerpo en el supermercado al otro lado de la calle, mientras compraba lo realmente esencia
fue como pasaron prácticamente dos semanas,
mismo sabía cómo escapar. No lloraba, no gritaba, simplemente me quedaba mirando a un punto fijo, con la idea ridícula de que algún día
ensación de mi sistema. Incluso en el trabajo me hacía tanta falta que a veces me p
en una esperanza que poco a po
familiar sacándome de m
ente, con ese chico alto con el que habíamos tenido esa intensa pelea para recup
ida la entrada en es
nco, no podía echarlo de allí, aunque quisiera, des
te que me des una cerveza -comentó
vera a sacar lo que me había pedido, se la entregué
á tu guard
encionar su nombre, el chico de cabello negro azabache asint
tu novio te
os juntos, solo
irió inclinándose un poco sobre la barra,
unto con
una de sus manos, respiré profundamen
ignorarlo, pero me parecía injusto ser tan descortés. Después de unos min
ke B
tomar un tr
permitido toma
e que acabes, mi casa est
ntarme con ese chico, pero debía admitirlo, aunque no confiaba en Cory el usurero
ra, una persona que diera emoció
ra tan inocente como pensaba, desde el momento en que había puesto un pie en el apartamento de ese chico, entendí que sol