Un Salvaje para la Duquesa
r
se, lavar la ropa, buscar unas extrañas hierbas para la criada haga, no sé que, saltar a defenderlas en vez de atacar a los la
lena de soldados. Así que me dispuse a dormir, me recosté en la puerta, cuchillo en mano, preparado para cualquier cosa. Per
a ni concentrar... su camisón le llegaba un poco abajo de las rodillas y podía ver más de su piel de l
manta que no hacía muy bien su trabajo, podía ver la silueta de su pecho voluptuoso... por la diosa. El camisón se
to cumbre de su atractivo. ¿Por qué me pasan estas cosas? Tampoco puedo decir que se ha co
no quería apreciar esos delicados detalles de su piel, sus formas redondeadas, po
uñón de nuevo. La sigo escuchando reclamarme y s
r la discusión. Yo estoy acalorado, pero por lo que su visión me provoca, s
así en medio de la posada. Debe agradecer que la encontré yo antes de que cometiera una
mis ojos toda la ropa que tiene. Por un segundo ella parece darse cuenta de que pare
a ¡Por la diosa! Yo siento una calidez en mi cara e intentó mirar a otra parte. Esta mujer realmente m
tado en mi lugar hace que suene un bramido dentro de mi pecho. Su cara es sonrosada y hace un tremendo esfuerzo por verme a
de repente se para muy derecha, intentando sonar confiada. Agradezco que ahora tenga la manta encima, porq
profundo, no quiero ser duro con ella, pero a veces parece tan ingenua. N
o que necesitan mis hombres, solo por darle una criada y atendiera sus necesidades de la pequeña princesa- le digo de forma irónica y ella da u
ueldo o algún beneficio- dice ella, sujetando la manta con sus dedos, casi temblando. Me tiene mi
. Hay esclavos en el mundo Duquesa, se pagó por ella por una razón. Su anterior dueño fue recompensad
, lo que dije no era mentira, lo hice para que ella se sintiera mejor, por consejo de Layne, y si bien fue así, honestamente preferiría g
ando la manta con fuerza. Deposita un objeto ligero en mi mano, las puntas de sus dedos rozan suavemente la palma de mi mano. Cuando me acerco a verlo es un collar. Tiene
uedo ver su mano sobre la mía. Hacía años que no recibía un acto de ternura, tantos como los años que una mujer me toca, que siento su suav
y escucho en el fondo a la criada pedirle que no lo haga, que
acto de valentía el que acaba de hacer, le debe haber costado. Lo que no parece haberle costado nada fue deshacerse del collar. Si, es
s mis razones; mi idea era que entendiera que habíamos hecho concesiones y sacrificios por ella. No para que vin
ar lejos de ella, así que aprieto mi puño y alejo mi mano de ella. Doy dos pasos atrás y me dirijo a la
as, saldremos temprano- digo y
a, me hacía olvidarme de todo ¡Detesto este sentimiento! Para mi pesar cedí a sus acciones, al fin y al cabo es
esa y los documentos, parece sorprendida
compra, pero debido a su rango Duquesa y, ya que el señor
le volverá a procurar una nueva criada, tendrá que vivir con la conse
a es la parte a la que quería llegar y la chica se ve nerviosa, incluso logro ver una mirada de reojo a l
quí la cuestión, está admitiendo que ella es la Duquesa que sospechábamos, nada más y nada menos que en un documento legal, una comp
niendo la libertad de hacer lo que quiera. Esto francamente no lo vi venir. Incluso parece más feliz y
se guarda el pequeño corazón verde. Algo de ella, un pequeño recuerdo, me parece desconcertante. Ahora viene la co