El Cachorro del Dios del Hielo
armelo cuando finalmente atravesó la puerta. No tenía ánimos para cerrarlos,
on incredulidad y su boca comenzó a reír de manera incontrolable. Todo su cuerpo estaba en shock, ninguno de sus múscu
e era un niñito, éste era su favorito: un chico alto, delgado, vestido como un español de la época
rapado –habló con su voz aterciopelada el espíritu- au
lanzaba una almohada que lo atravesó y chocó contra l
cama- pero no tiene porque sentir pena ante mi presencia. Yo me siento
mí –dijo Carmelo pícaramente- es mejor que te alejes Esteban, junto
espíritu con preocupación- sus intenciones son osc
que existe –respondió Carmelo ensimismado- bueno
ispuso a atravesar la pared y a modo de desp
ndre, sentía sus manos gruesas acariciarlo, su boca envolver la suya, casi sin querer llevó su mano izquierda a sus muslos,
el propio Carmelo por sentir ese dedo largo y masculino forzándolo a expandirse, ¡quería más! Palpi
e materializara allí frente a él para que siguiese disponiendo de su cuerpo a placer. Sin poder aguantar más, Carmelo eyaculó con
rropado y desnudo, con el abdomen lleno de su semen seco, se sintió un tanto aver
a llamado la atención a Alexandre la noche anterior, se colocó de espaldas al espejo y torció el torso para apreciar su trasero. De verda
ble su trasero, mientras las gotas de sudor recorrían su tersa y morena piel, pensaba en un plan para seducir
e dibujarle ondas que cayeran suavemente sobre su ojo derecho, luego escogió los accesorios, unos brazaletes de oro, un anillo de dragón recientemente com
o los tramos de tres en tres. Ese día era el primero de su vida, después de desayunar, buscaría a Alexandre para hacerle not
andre en compañía de su padre y hermana. Tomado por sorpresa, Carmel
s al señor Ragnar? Le gustó mi propuesta y está pensando seriamente en invertir. Áng
tiempo? –Preguntó Carmelo intentando aparent
dre piensa unir sus hoteles y crear el mayor resort de toda América latina aquí en Falcón, con mis conocimient
esa idea, su sueño era convertirse en chef y no en manejar hoteles toda
e nosotros Carmelo. Soy dueño junto a mis hermanos de Ragnarok, la cadena de resorts de hielo más grande
aba pero le causaba temor a la vez. No sabía de qué era capaz ese hombre al tenerlo indefenso en una habitación. Solo podía guiarse por las conversacio
rimo, pescaron, jugaron, se bañaron en el agua fría y en la noche el primo de Robert tuvo una erección de la que el chico no pudo apartar la mirada, el tío al da
más fuerte y el primo le llenó la boca con su miembro grueso y venoso. Estuvieron turnándose padre e hijo hast
ajo a Carmelo de vuelta al presente- por supuest
armelo pestañeó varias veces para e
guimos celebrando después que te fuiste, ¡odioso! Al cabo de un tiempo no
consciente de que había palidecido, tenía una expresión de asombro tatuada en la cara mien
dio una excusa cualquiera y regresó