La Sirena
che? -preguntó Elizabeth, q
a sus espaldas, el cielo i
o mentalmente un día más d
apetece ir
tando los brazos-. ¿Es
spondió-. Me apet
a del ordenador portá
a ahora? Podríam
te gustan tanto unos ed
do con la cabeza-. Como s
en si
irándola con ironía
engua y se colocó junt
estás
en par
Eso ya me
mento solo estoy investi
de adrenalina el hacer algo
-. No sé, quizá nos diera
di
eé la
una aventura o de un
do que los picos de adre
ión borrosa o que se conge
cer algo así, ver lo que veo
bra d
o-. Es creativo. Pero tie
subidón que sa
an mal, sobreviviríamo
mí como si yo fuera una
o, conmigo no contéis para
Elizabeth agitando los
. Simplemente
n problemas -sugirió Miak
st
contigo -dijo Elizabeth c
-. Te
sotras -respondí, al tiem
reg
portará que te lan
pánico y te pones
Elizabeth, ya dispuesta
hí llevas
os -dije en voz baja-. Si
n sido en balde. Conocéis i
iaka, tú viste lo q
ia había salvado a Ifama d
años cincuenta, y ella habí
viviendo. Durante el breve
do las distancias, aislándo
arte del tiempo. Más tarde n
a no vincularse con nosotras
edó allí en pie, en el agua,
hacia el fondo tan rápido q
do a
todas nosotras. Teníamo
de mandamientos
arina? -proseguí-. ¿Y d
hicas en nuestra si
hicas eran señales de adver
eth había usado su voz para
aran a un pozo. Eso había s
ieran brujas no parecía una
. Y Oceania la había silen
arina era otra de las que s
año, en su caso, es que, cu
no podía entender qué le ha
sa de la libertad de
iferente. Y más inquietant
e había matado a toda una familia, incluido un bebé, en
e sobre una anciana que est
a intentado calmarla, pero,
dio similar, le
de que Oceania se mostra
bién que esa compas
ias que nos acompañaban,
o. Traicionar las reglas po
i
secreto, nos encerrarían, q
no podían destruirnos, si
encierro en silencio, litera
de algunos de los seres a
en idear un modo de consegu
el agua..., ¿cómo viv
a otra qu
áis un poco -confesé, cr
dad, a veces me da envidi
o cuánto tiempo podréis se
ro
e -me aseguró Miaka-. Est
oria. Y a nosotras se nos da
dad. El contacto con los hum
recluirte para conseg
uería forzar la situación c
ba claro lo que pe
a Aisling? -propuso Mia
untado cóm
aquí -replicó Elizabet
ra cuarta hermana desde l
cía más de dos años que
ta corta -añadí, sobre todo
mpatía a Aisling. Era demasi
ndo-. Total, tampoco ten
sera. Y de ahí bajamos po
barcadero flotante. Muchas
eros, pero el nuestro estaba vacío. El sol estaba lo su
el
dose a modo de saludo. Sen
irnos. Me relajé en el calor
nqu
Aisling que vamos p
sup
th, mientras nos sumergía
mos nuest
us finas ropas. Extendió
ella, a la espera de recibi
rendíamos de todo lo terre
berando millones de partícu
nas largas túnicas, delicadas
del mar: el púrpura de un
verde del kelp creciendo haci
nunca eran exactamente igua
ano, pocos días después de
ces t
solo sonaron
uelto a tener pes
tás igual de bien aunque
nr
ir. Es relajante. Solo es
os, eso
a, pero siempre me consol
sla o me mostraba las parte
humanos. A veces sabía qu
ella. Pero yo tampoco que
la única ma
uardiana, en parte jefa...
lic
cibirnos, con las hebras d
a su al
ijo, cogiendo a Miaka
la placa continental, que
o especializadas; sabíamos que algunos lugares estaba
sas que también sabíamos d
rado unas con otras o la
creaba un peculiar mapa me
ndo d
orrió un tramo de costa bas
unto en que ya
éndonos nerviosas al salir
. Aquí est
de un pueblo -dijo Elizabe
das para alcan
respondió Aisling, que nos
s una hiler
de unas ramas pesadas como
e la nieve en invierno. Enfr
Aquella explosión de vida me
os conectadas únicamente al
s los e
pequeño! -dijo
as del tamaño del salón de
lo una camita y una mesa
-señaló Aisling, colocand
ro de que hayáis venido a
una tarta. Dadme tres cua
e est
-preguntó Elizabeth-.
s morta
s para cocinar. No necesi
es sin sentir capricho por
ras acababa de forra
be de estar a
la tarta? -respondió Mia
a la tarta! -dijo Aisling
urrida. Así que estoy cont
vivir con nosotras -dije
vertía el
ue me gusta la
bas aburrida -señaló Miak
ojos de
ondió Aisling, sin hacer m
sar más tiempo con vo
-le pregunté-.
mostró una
de veros, nada más. ¿A
que se calmara? -preguntó
ra la dueña de todo aquell
os, sufriendo porque todo s
ra de un humano se l
biamos una mirada. El
o que pasa
emente estamos comparando
otidiana. Yo me siento más
ea la gente con la qu
vivir en grandes ciudad
cibidas -respondí ponie
suavemente una mano e
cir Elizabeth es que, como
imientos que comp
y nos sentamos todas juntas
a
ceania no nos necesita a m
la sirena. Pero se asegura
para que no
a tenemos a
difícil entenderla -puntua
los de sal d
señalé-. Claro que e
mos, Aisling: ¿tú crees qu
haya consecuencias?
la mirada puesta e
o creo que ver vidas que
o más valor a mi vida, aunq
ocer mis límites. -Volvió
suyos, así que quizá d
lo pasa mal y que sería m
-dijo Elizabeth con una so
tamientos, sino dejarnos c
a ra
ijo Miaka irguiendo la e
s, Ai
una risit
alturas, así que
a as
a una sensación extraña.
e ar
stido a la desaparición y a
o más cambios de moda de
r la Gran Muralla, has mon
ver a los Beatles! -le rec
o m
odo -replicó Mi
ta hablando de los cuadros
, de las películas que había
rutaba observando la vida d
a del pueblo por fin iba a
licado la gente que trabaja
ficaba nada para mí, pero pa
undam
omo el tuyo, Miaka -se lame
lina y el arte-. Me siento
ismo en mi vid
venir a vivir con nosotras
í, hasta tocar mi
en día da la impresión de
d no me durará mucho. Cr
Qué es lo que haces para
e parece que v
Aisling. La verdad es que
mpo de hacer todo lo que
eth parecía inquieta, así
ng me abrazó mientras Miaka y El
r, pero sé lo mucho que te
durante ochenta años no te
obar algo
si meto
etó la
para meter la pata. Y si lo
a que te perdonaran.
en
aci
ué. Vendré a
rrerita. Y yo me quedé pens
a, iniciando los preparativos
erder ni que ganar diciéndo
ella. Así que decidí guard
n y plantearme si habría al
imo tramo de