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La Sirena

Capítulo 3 3

Palabras:3268    |    Actualizado en: 15/02/2021

che? -preguntó Elizabeth, q

a sus espaldas, el cielo i

o mentalmente un día más d

apetece ir

tando los brazos-. ¿Es

spondió-. Me apet

a del ordenador portá

a ahora? Podríam

te gustan tanto unos ed

do con la cabeza-. Como s

en si

irándola con ironía

engua y se colocó junt

estás

en par

Eso ya me

mento solo estoy investi

de adrenalina el hacer algo

-. No sé, quizá nos diera

di

eé la

una aventura o de un

do que los picos de adre

ión borrosa o que se conge

cer algo así, ver lo que veo

bra d

o-. Es creativo. Pero tie

subidón que sa

an mal, sobreviviríamo

mí como si yo fuera una

o, conmigo no contéis para

Elizabeth agitando los

. Simplemente

n problemas -sugirió Miak

st

contigo -dijo Elizabeth c

-. Te

sotras -respondí, al tiem

reg

portará que te lan

pánico y te pones

Elizabeth, ya dispuesta

hí llevas

os -dije en voz baja-. Si

n sido en balde. Conocéis i

iaka, tú viste lo q

ia había salvado a Ifama d

años cincuenta, y ella habí

viviendo. Durante el breve

do las distancias, aislándo

arte del tiempo. Más tarde n

a no vincularse con nosotras

edó allí en pie, en el agua,

hacia el fondo tan rápido q

do a

todas nosotras. Teníamo

de mandamientos

arina? -proseguí-. ¿Y d

hicas en nuestra si

hicas eran señales de adver

eth había usado su voz para

aran a un pozo. Eso había s

ieran brujas no parecía una

. Y Oceania la había silen

arina era otra de las que s

año, en su caso, es que, cu

no podía entender qué le ha

sa de la libertad de

iferente. Y más inquietant

e había matado a toda una familia, incluido un bebé, en

e sobre una anciana que est

a intentado calmarla, pero,

dio similar, le

de que Oceania se mostra

bién que esa compas

ias que nos acompañaban,

o. Traicionar las reglas po

i

secreto, nos encerrarían, q

no podían destruirnos, si

encierro en silencio, litera

de algunos de los seres a

en idear un modo de consegu

el agua..., ¿cómo viv

a otra qu

áis un poco -confesé, cr

dad, a veces me da envidi

o cuánto tiempo podréis se

ro

e -me aseguró Miaka-. Est

oria. Y a nosotras se nos da

dad. El contacto con los hum

recluirte para conseg

uería forzar la situación c

ba claro lo que pe

a Aisling? -propuso Mia

untado cóm

aquí -replicó Elizabet

ra cuarta hermana desde l

cía más de dos años que

ta corta -añadí, sobre todo

mpatía a Aisling. Era demasi

ndo-. Total, tampoco ten

sera. Y de ahí bajamos po

barcadero flotante. Muchas

eros, pero el nuestro estaba vacío. El sol estaba lo su

el

dose a modo de saludo. Sen

irnos. Me relajé en el calor

nqu

Aisling que vamos p

sup

th, mientras nos sumergía

mos nuest

us finas ropas. Extendió

ella, a la espera de recibi

rendíamos de todo lo terre

berando millones de partícu

nas largas túnicas, delicadas

del mar: el púrpura de un

verde del kelp creciendo haci

nunca eran exactamente igua

ano, pocos días después de

ces t

solo sonaron

uelto a tener pes

tás igual de bien aunque

nr

ir. Es relajante. Solo es

os, eso

a, pero siempre me consol

sla o me mostraba las parte

humanos. A veces sabía qu

ella. Pero yo tampoco que

la única ma

uardiana, en parte jefa...

lic

cibirnos, con las hebras d

a su al

ijo, cogiendo a Miaka

la placa continental, que

o especializadas; sabíamos que algunos lugares estaba

sas que también sabíamos d

rado unas con otras o la

creaba un peculiar mapa me

ndo d

orrió un tramo de costa bas

unto en que ya

éndonos nerviosas al salir

. Aquí est

de un pueblo -dijo Elizabe

das para alcan

respondió Aisling, que nos

s una hiler

de unas ramas pesadas como

e la nieve en invierno. Enfr

Aquella explosión de vida me

os conectadas únicamente al

s los e

pequeño! -dijo

as del tamaño del salón de

lo una camita y una mesa

-señaló Aisling, colocand

ro de que hayáis venido a

una tarta. Dadme tres cua

e est

-preguntó Elizabeth-.

s morta

s para cocinar. No necesi

es sin sentir capricho por

ras acababa de forra

be de estar a

la tarta? -respondió Mia

a la tarta! -dijo Aisling

urrida. Así que estoy cont

vivir con nosotras -dije

vertía el

ue me gusta la

bas aburrida -señaló Miak

ojos de

ondió Aisling, sin hacer m

sar más tiempo con vo

-le pregunté-.

mostró una

de veros, nada más. ¿A

que se calmara? -preguntó

ra la dueña de todo aquell

os, sufriendo porque todo s

ra de un humano se l

biamos una mirada. El

o que pasa

emente estamos comparando

otidiana. Yo me siento más

ea la gente con la qu

vivir en grandes ciudad

cibidas -respondí ponie

suavemente una mano e

cir Elizabeth es que, como

imientos que comp

y nos sentamos todas juntas

a

ceania no nos necesita a m

la sirena. Pero se asegura

para que no

a tenemos a

difícil entenderla -puntua

los de sal d

señalé-. Claro que e

mos, Aisling: ¿tú crees qu

haya consecuencias?

la mirada puesta e

o creo que ver vidas que

o más valor a mi vida, aunq

ocer mis límites. -Volvió

suyos, así que quizá d

lo pasa mal y que sería m

-dijo Elizabeth con una so

tamientos, sino dejarnos c

a ra

ijo Miaka irguiendo la e

s, Ai

una risit

alturas, así que

a as

a una sensación extraña.

e ar

stido a la desaparición y a

o más cambios de moda de

r la Gran Muralla, has mon

ver a los Beatles! -le rec

o m

odo -replicó Mi

ta hablando de los cuadros

, de las películas que había

rutaba observando la vida d

a del pueblo por fin iba a

licado la gente que trabaja

ficaba nada para mí, pero pa

undam

omo el tuyo, Miaka -se lame

lina y el arte-. Me siento

ismo en mi vid

venir a vivir con nosotras

í, hasta tocar mi

en día da la impresión de

d no me durará mucho. Cr

Qué es lo que haces para

e parece que v

Aisling. La verdad es que

mpo de hacer todo lo que

eth parecía inquieta, así

ng me abrazó mientras Miaka y El

r, pero sé lo mucho que te

durante ochenta años no te

obar algo

si meto

etó la

para meter la pata. Y si lo

a que te perdonaran.

en

aci

ué. Vendré a

rrerita. Y yo me quedé pens

a, iniciando los preparativos

erder ni que ganar diciéndo

ella. Así que decidí guard

n y plantearme si habría al

imo tramo de

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