Una madre para mis hijos, una esposa para mí.
la espalda, como había llegado hasta ella, la cama era inmensa; poc
ió de ropa, salió y buscó donde estaba l
ted debe ser la madre de
madre de los niños, ¿Me indica donde
dijo la chica—
jo Sylvia— ¿El señor
yuna o come en casa, s
és del desayuno se dirigió a las habitaciones
sa real, todo indicaba que allí dormía una niña, deta
ente abrazando a un muñeco de felpa que
n de Farid, m
a presencia de un caballero
rmosos; cuando los conoció ese día anterior y la llamaron mamá, recordó s
edió, se tuvo
que la consideraban su madre, le conmovió sus entrañas, solo
dejes más solos"; Sylvia se sintió conmovida con la súplica d
la habitación del niño, est
r haberte ido a viajar, pero si promete
a no los dejará más,de ahora en adelante los cuida
mamá!—di
nó de besos y lo apretó contra su c
r— dijo Sylvia—
evantarme, tengo ha
arte de ropa y bajamos a
iño estuviera cómodo y bien vestid
ción de Amira ésta asomó
ías, quiero ir
días mi
spués de peinarla bajo con sus dos tesoros hasta el comed
yunando cuan
desayuno?— era
días, estamos desayunando con mamá,
como Farid y yo p
ometió no vol
o Fa
fid —y lo va a cump
ñor!—dij
señor a tu esposo, m
or estar siempre de viaje, a to
uy respetuosa— dijo Hafid con
se aman,por eso están
o Amira—¡Yo tamb
amor—dijo Sylvia— y a
ombrecito!—dijo Farid—¿ves com
perfecto!
co princesa!
es mi princesa be
cesito hablar un momento con su mamá y despu
s Farid —d
e los dos, Farid era m
a mamá! — dijo Farid—no q
ya se los prometí—dijo Sylvia— en
gos y Hafid le pidió a Sylvia
oras aquí y ya te ganaste el c
sos niños, me enamoré a p
—preguntó Hafi
ia — ya me dejó claro que no soy
de opinión —dij
Sylvia— mantengamos nu
solo estás acá para ser la madre de mis hijos — dijo Haf
razos de Hafid y se mordió la lengua para no d
ñana traerán varios vestidos para que esco
ien — di
zapatos, perfumes, joyas, maquillaje, eres mi mujer y
ga, señor— res
r! Trátame con confianza, s
dio cuenta, que éste hombre era muy guapo e
Hafid— además de ello poseerás una tarjeta extensiva de mi cu
ente afirmativamente y
parece que me estuvieras invita
Sylvia— ¡Eso no suced
a que hizo que Sylvia retrocediera dos pasos, a él, le gusta
nía las curvas más pronunciadas que jamás había visto, un trasero redondo y muy
o la belleza de Sylvia, además de una boca qu
podía creer que existiera una mujer más bella que esta