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El secreto de la sumisa

El secreto de la sumisa

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Capítulo 1 Un ama de casa corriente

Palabras:2942    |    Actualizado en: 12/10/2022

ITU

E CASA C

die se lo cree. Yo soy un ama de casa corriente, o lo era…de esas que tienen dos niños, un marido y una hipoteca que cuidar, porque si no, ellos solos nada de nada…¡ay!,

ven encima, debajo y a cada costado otros cien vecinos, con sus niños, sus maridos, y sus problemas. Tengo treinta y nueve años, me a

id,

la carrera, dispuestos a pelearse por los cereales del otro y me sacasen de ese mundo personal que es el sueño. En él no tengo niños, ni marido, ni hipoteca, vivo errante por un mundo maravilloso, de la

hombre o no se ducha en una semana, o se queda bajo el agua dos

an angelicales ellos, ¡cualquiera diría que eran dos terremotos!, levanté la persiana y dejé qu

que odiaba la luz para dormir, al contrario que su hermana M

spera! ¡Antonioooo, ¿sales ya de la duchaaaaa?, me vais a volver med

como siempre, cuando se vayan todos. Me quité el delantal, y cogí las llaves de casa de la bandejita de la consola de la entrada. Me di cuenta de que estaba en camisón, me eché una bata por encima y toque la tecla del ascensor. Estaba nerviosa, nada fuera de lo normal. Si cuando Antonio salía de l

s…¿aún en c

algunas tenemos mu

…que tengas b

arrepentirme al instante.- Que trae mal rollo eso de desear mal a alguien. Bajé abrochándome la bata con el cinturón y al sa

ndos si te venías

…me sacas la sonrisa n

onformarme si no

e avena el de Alex. Este niño era soso hasta para comer cereales. ¡Mira que no saben a nada!, ¿eh? Antonio, llegó en calzoncillos a la cocina se sentó, soltó un eructo y le reg

ado alguien pre

e la reina de Inglaterra que quier

e joda

para lo que jo…bueno

Alex que siempre estaba más a

una palabrota y no

qué papá

uede, eso, porque pu

preguntó ahora Antonio

ue tu jefe te echará la charla si no. Y vosotros, ¡no os sigáis peleando por los putos

erezosa, cansada de tanto pelear y ¿para qué? Hojeé el periódico, que ya tenía manchas de mermelada y mantequilla, y pasé las hojas pensando en que la vida es tan corta para desperdiciarla…una mujer se había suicidado porque la habían desahuciado y el ministro anunciaba una subida del IVA. Mejor no leer más. Me fui al baño y me desnudé, me metí bajo el agua y dejé que la mala uva se marchase por el sumidero. Me enjaboné bien y pensé: “aún te

a blusita y un bolsito negro, que era mi preferido. Me dejé secar el pelo que llevaba muy corto al aire libre y me lavé la cara, y me di mi crema de Diadermine, baratita, pero que me iba bien. Dejé que

oy lista para

uedar en la Gran Vía madrileña, por eso de que nadie te conoce y estás más tranquila. Y además el sitio de costumbre era muy coquetón. Una cafetería de esas que imitan a las francesas con sillones dorados y tacitas de té de porcelana fina…yo no soy una mujer muy culta, ¿para qué presumir de lo que no soy?, pero esas cosas me molan. Si estaba libre, nos acomodábamos en torno a una mesita redonda de mármol blanco, junto al enorme ventanal que daba a la calle. ¡Hija que nos gustaba fisgonear al personal!, ¿pa qué negarlo? El camarero, que e

en qué tío ha entra

con una chica muy mona, que siempre va c

viene so

intentar cazarle?, ja ja ja –se la

, -gritó Mari a

on evidente sarcasmo Mario que se lo

o que te gustaría darle un

le haría

y le pedí al camarero otro té de manzana. Él ni se inmutó. Siguió mirando el reloj, como

la mesa y le dediqué unos “piropos” de mi cosecha.-este está esperando a la nena es

rguerías en la cama nena…-dijo Ma

a hay que vivir para ell

o le pongo las tostadas el periódico que tengo que bajar en bata a

enos

e esos que se corren ellos y te dejan

orgasmo con mi Pepe…d

eso…Antonio se mete en el orde

ía, donde el tío se ponía en pie evidentemente cansado de esperar. En ese instante entró la chica que mi amiga Mari ya conocía y a carrerit

tirano que te cagas!, yo no me

asta la desconsolada muchacha y la pregun

todo. Si es que los hombres solo sirven par

egado muy tarde y no es la primera vez…ya me

s tarde, porque tenemos muchas más cosas que atender, marido, hijos, casa, ¡como

ra con ambas manos y salió corriendo, tra

ujeres…!cuando nos enganchamos a u

s muy desestresante. Las novedades del programa “Sálvame” de lo que ya llamábamos “TeleBelén”, fueron analizadas con detenimiento, y cuando la tarde comenzó a

unas mujeres!, ¡si es que hay de todo en este mundo!, la pena es que a mí no me pasa nada. Supongo, -pensé-que le suceden esas cosas a las tías cultas, guapas esas que tienen unas medidas de monumento, de noventa, sesenta, noventa, o algo así…El sol penetraba por el ventanal de la cocina, y la tarde iba dejando estelas rojas y violetas en el cielo, mientras yo acababa de planchar y me disponía a preparar la cena para los nenes. Y aquel tipo, si

con paperas, estoy como loca, a ver si me lo llevo al médico de urgencias, ya sab

ente me quedaré haciendo cosillas en casa, que tengo mucho

a un año o más, y un par de zapatos negros de taconazo, con una faldita negra un poco corta para mi edad la verdad, pero era la que me serviría para la ocasión. Un bolso negro, ¡ay madre, no parecerá que estoy poniéndome de luto!, me miré al espejo, y vi a una mujer de treinta y pico, aburrida, descontenta con su vida, y dispuesta a salir…Los zapatos me torturaban los talones y andar como una grulla con ellos que tenían veinticinco centímetros, e

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