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El secreto de la sumisa

Capítulo 9 Las tarjetas de la nueva vida

Palabras:3272    |    Actualizado en: 14/10/2022

ITU

TAS DE LA

nes, me bastaba y sobraba y que no anhelaba anda fuera de esas cosas. Me miró de arriba abajo, y comprendió por mis nuevas maneras de saber estar y comportarme, que era una Tere, nueva, y que no me conocía en absoluto. Le dije, que necesitaba más de lo que él me podía ofrecer en distintos ámbitos, y que no le culpaba. Su educación era la que era, y no había tenido la oportunidad de desarrollars

, yo mientras voy a trabajar

que les vaya a buscar al colegio y los fi

er

, Ant

querido a

as, y estabas siempre atento a mis necesidades. Luego vinieron los nenes, y ya todo

go que eso precisamente ha sido un factor determinante en que

tas por primera vez en mi vida. ¿Tú no te has parado a pensar en si realmente vives la vida que quieres, Ant

jos crezcan sanos y tengan más que yo. Y creía tener a la mujer de mis

odo hubiera ido de otra manera, sería todo tan distinto…pero siempre das la razón a tu madre en todo, aunque sepas que l

, que lo de antes era simplemente follar para descargarse él. Con deciros que tuve un per de orgasmos con él. No fue directamente a penetrarme y ya está no, me acarició, me besó, y cuando entró en mí, yo lo deseaba. Así que eso fue hacer el amor. Se durmió bastante tarde, y sentí como lloraba en silencio. Yo hacía lo mismo y me pregunté si hacía bien en dejarle, ahora que todo parecía que mejoraba. Analizar los sentimientos de una no es cosa fácil, cuando se ha tenido encarcelado el corazón y la mente entre rejas oxidadas, durante tantos años. Ahora me debatía entre la frescura y el misterio de Adrián, que me daba protección y caña sexual, o mi marido que me mimaba y trataba como a una mujer y no como a un mueble. ¡Era de locos!, pero tendría, más temprano que tarde, que decidirme por uno de ellos, y

ooo?, si habéis p

mesa mami. –Dijo María para que qu

autoproclamó adulto Alex, i

a dejar?, -soltó

a, ¿quién te

ne el desayuno a la mamá y le hace sus cosas es

para que le inscriba en la carrera de sicología, qu

de que Antonio, estaba detrás de mí. No dijo ni mú

en tu sitio ya hombre de Di

s tú, yo fregaré los platos y luego me iré a currar, que

ajena, eché una miradita al periódico, y me di cuenta de lo agradable que es que te lo pongan todo

ué haréis en el c

ía creer!, si no se interesaba nunca por las cosas

luego, dibujo y mate

les y religión. –Se quis

tos muy difíciles, -dije mirándole a A

é traba

lo contaré que

cime de la cama, y estaba guapote, debo reconocerlo, igual la actividad nocturna también había tenido algo que ver en ello. Llevaba una camisa color morado, con corbata gris y pantalón negro. Los zapatos le brillaban como espejos y la americana colgaba del respaldo de la silla de la habitación. T

primero al gemólogo”. Pues nada, anda a ver en qué para todo esto. Os digo sinceramente que me sentía fatal. Mala madre, mala mujer y peor persona. Pero la suerte estaba echada. “calle La Castellana”, claro, pensé, ¿dónde sino habría un gemólogo” en una de las calles más importantes de Madrid. Claro que entonces yo ignoraba qué era un gemólogo. Me vestí llorando a lágrima tendida y casi me tengo que volve

iba llevar unos diamantitos de la joyería que ye ves tú. Empujé la puerta de cristal y chicas que me sentí un poso amedrentada, sí, ¿Qué queréis que os diga

bondad…-me guio caballerosa

ltaría má

brecitos blancos sobre ella, perfectamente alineados. Una caja fuerte que iba desde e

y el dueño de la joyería, y muy amigo del señor Guevara. Me encargó encarecidamente, que le mostrase como seleccionar l

ido a eso exclusivamente. Le agr

de ayuda a usted y a Adrián. –Le ll

a pesar de que todos eran idénticos en tamaño y color. Él vació este sobre un paño de terci

n iguales e

ad que sí, so

n embargo toda

mucho de piedras p

an calidad, se les denomina “sangre de pichón” porque son transparentes

í y lo puse contra la luz de la lámpara que colgaba del tec

princesa y no suele ser

ra roja cuadrada y ya estaba, per

anillos diademas, coronas, o algún otro tipo de objeto. Se llama joy

a joya era un an

aste se denomina alhaja, claro está que casi no se usa esta deno

ga por favor,

n no es tan puro y transparente, pero tie

más grande y de un color meno

son de baja calida

más. Se veían como rayitas

. Pero algunos rubíes tienen y son muy valiosos. No hay regla que no se quiebre en e

en su corona la reina de I

iere al que se encuentra engastado en la cruz, es una espinela,

aron de algún galeón q

las indias señorita, veo que le gusta la historia. Es el pago que hizo el rey de Castilla pedro primero “el cruel” al prí

aquel tipo, que se lo sabía todito, todo

s que poseen más de dos mil diamantes y un cetro, que está repujado en plata y con herretes de rubíes p

yo con Mario y Mari en la siguiente citaaaa. Y mira por donde me enteré de que no éramos tan pobretones en España como yo y muchos más creíamo

son esm

diferent

re esta es de Colombia. El color es intenso, como ocurría antes c

Colombia y puesto en un anillo de platino debía quedar de madre.

smeralda. Cada piedra exige ser facetada de manera distinta, segú

loso trabajar en

ero que se pruebe algunas joyas y que sep

e qué hacía, porque la puerta de esta le ocultaba a mi vista. Trajo consigo cuatro cajitas muy planas y fue abriéndolas de una en una. Ante mí apareció un collar de diamantes que brillaron como estrellas. Me dijo que se le ll

a juego, pero tiene

pichón, cre

usarse, a diferencia del aderezo, con mayor frecuencia. Claro, que nunca fuera de un ámb

Y me ayudó a cerrar sobre mi muñeca la pulsera. Me llevó hasta dónde un espejo oval cubierto por un lienzo, me permitió verme enjoyada del todo todito. ¡Ay, hijas mías

elo. No quiero cansarla demasiado, vuelva

insistí, no era correcto. Me puso el chal que llevaba cubri

a verla pronto

y tanta leche si no me iba a llevar ni el más pequeñito. Paseé tranquilamente por La castellana y

is cuantos años hacía que un hombre no se daba la vuelta para mirarme como a una mujer deseable?, me refiero a un hombre de los que merecen la pena claro, no a

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