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ROMUALDO, EL ESPÍRITU MALIGNO

Capítulo 4 4

Palabras:810    |    Actualizado en: 28/09/2022

en vez de pisarlas, eran acariciados por aquella textura regia que me transportaba a la gloria. Era una delicia suave, demasiado dó

arangón. Finalmente me entregué a esa quietud y a aquella extrema belleza colmada de delicada textura por doquier. No opuse resistencia alguna y me dejé llevar hacia donde ella decidiera. Las nubes pasaban

mientras daba sus pasos en el firmamento, su poderío aumentaba y hasta el viento se rendía a sus pies. Me sentí caer desde lo más alto de aquella nube deliciosamente suave que me había cobijado. Antes de caer, el sol se burlaba de mí. Cuando llegué hasta el sitio a donde fui arrojado, ese señor ardiente en extremo me miró obstinadamente, s

iña; pero que de la mano de la mala vida; ella ya había dejado de ser tal, para ser tanto o más pecadora que quien la había parido. Realmente los cuatro hijos que mi madre tuvo, fuimos deslices de viciosa. Nunca se sabría quiénes eran nuestros padres y ninguno se interesó en averiguarlo. ¿Para qué? Hilda no pudo haber tenido una maestra mejor para esas lides, puesto que hacía má

en uno. Y nadie me lo contó. Yo, habiendo prácticamente nacido entre esas malignidades, seguí a aquel esperpento que corría como hipnotizado hasta la última célula, y presencié aquella fiesta que destruyó dos inocencias

la pandilla era numerosa. Eran como ocho aquellas bestias. Y eso que había otro grupo jugando también con otra muchachita. Ella nunca se quejó de nada, por lo menos desde donde yo estaba observándolo todo no se escuchaba nada. Debe ser que el miedo no la dejab

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