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Después de la Tormenta

Capítulo 5 ¿Se te perdió algo

Palabras:3438    |    Actualizado en: 04/01/2023

re

rle todo sobre el Maskerade. El encuentro del viernes despertó tantas sen

ías? –Dice mi terapeuta, mientras se s

sexo. –Suelto

usto mirándome sobre sus lente

ub de sexo. –Confieso s

o colocaste entre las… “situaciones/cosas/personas me hicieron entender que debía ingresar al

alidad no tenían nada que ver con el sexo, que es lo que me llevó a ese lugar, sino solamente con

te referís? –Pr

cio, dejando mis pulmones va

año, sin si quiera usar protección. –Miro mis manos, pensativa, y dejo que unas lágrimas silenciosas recorran mi mejilla. –Adjudiqué eso, que me pareció denigrante y me hizo sentir tan sucia, al hecho de que solo una semana antes había ido por primera vez al Maskerade y allí había tenido sexo

eras que no era el club de sexo el proble

ocido de la primera vez, que una vez más me hizo recordar lo bien que se siente el sexo y cuánto

ohólicas a tu disposición… ¿y no tomaste nada? –Preg

o que reconozca la sinceridad en mis palabras. Me mira serio,

ol, me refiero. –Aclara soltando un

ozco sin pesar. –Pero entonces vinieron a mi mente las conversaciones interminables con Milena, y la horrible sensación de

n él para encontrarse?

n silencio, pensando en cómo explicar mi negativa a decirle al tatuado mi identidad. –Y no qu

uestras miradas se encuentran veo que estudia mi expresión y no puedo evitar sentirme intimidada

–Pienso tratando de compararlo c

onas, fuera del lugar… ¿Qué pensarías de ellas? –Sonrío

es, que se permiten vivir cosas nuevas. –Digo

l viernes demuestra un gran avance. –Dice tranquilo y me incorporo victoriosa, haci

legar a la sala común veo a mis amigos jugando al pool, y entre ellos esta

ue mal con Fausto. –Dice Fr

terminamos antes. –Contraataco mie

ra nosotros. Digo, jugar con nosotros. –

–Replico, llevando mis brazos a

te preocupes que todavía no estoy cobrando. –Sig

mis amigos y sigo camino hacia mi habitación, pero l

. Me giro y levanto los dos dedos medios de mis manos mientras le saco la le

jardín, evitando cruzarme con el detesta

, pero cada vez dudo más de la posible reacción d

ilena como su novio ya no están. Franco, Josué, Marisa y yo cenam

do veo a Javier por el lugar evito cruzar palabras o miradas, evadiendo su presencia. Con Milena, en cambio, tengo una relación cada vez más estrec

na notificación de su móvil y frena sus pasos. Me volteo a verla y la encuentro con una m

que podes contar conmigo. –Digo intentando sonar lo más empática posible

ació mi sobrina y mi hermano ni si quiera me a

no ser queriendo. –Intento calmar su males

gando con lo que sabe que más me duele. –Replica mien

os y después nos volvemos a encontrar. Lo que sea que esté

a que yo pueda hacer para arreglarlo. –Contesta mien

Se acerca a ella y la abraza sin mediar palabra. Es evidente que la conexión entre ellos es tan fuerte que no hace falta ni hablar para entenderse. Dejo todas mis sospechas de lado y me convenzo de que

ese ánimo? –Propone Javier, mirando a Milena con tern

ta como una niña a la que le

rios en la oficina y puedo

unta Milena mirándo

a, había interpretado que

é, que me mira insistente a

s pendientes. Mejor vayan ustedes. –Miento

isa en sus labios. –Nos encontramos acá, mañana, a las cuatro menos cuarto. No me podés decir que

ué y yo entramos para finali

en mi habitación, acostada en la cama, suponiendo que Milena vendrá a buscarme cuando sea la hora y yo no haya bajado. Efectivament

ando. –Dice Milena mientras abre las corti

r vayan ustedes. –Fin

ue vayan solos. –Replica sacando su teléfono y comenzando a escribir un

ir un rato y seguro me pasa. –S

a en el sillón individual que tengo al lado de la ventana. Suspiro sacando to

. –Digo mientras m

te gustan los caballos? –Pregu

alguna forma mi negativa a ir hoy, con ellos. No puedo simplemente decirle que quiero evitar ver a su novio porque siento que tiene un interés indeb

. –Dice Marisa, asomando su cabe

mientras salgo, s

r mi imaginación, claramente me miró como si quisiera devorarme con la vista. Cuando sus ojos se encuentran con los míos me dedica una sonrisa traviesa, que choca con mi gesto de enojo, que no parece importarle. Miro a Milena

solo movimiento y con total agilidad. Cuando estoy arriba del an

ar su trasero musculoso y cargado, que se marca a través de su pantalón de deporte gris claro. Sigo detallando su cuerpo con la vista y me detengo en los músculos de su espalda, que se marcan ape

ntras sostengo las riendas con una sola mano o incluso me suelto por momentos. Estoy tan concentrada que no noto que Javier

ar tan bien. –Dice en tono burlón

ra y lo miro

i desagrado hacia su persona. Él se ríe sin quitarme la vis

ue con su tono que tanto me molesta y simplemente me giro para no verlo, acelera

a contagiar del ritmo, y como mis amigos no tienen práctica, Marisa comienza a grita

ado de ella y yo me apresuro a imitar

a pero veo que ésta, lejos de escucharlo, solo se pone más nerviosa, por lo que me estiro hacia ella tomando la rienda y frenando a su yegua en su lugar. Logro

mero en llegar a mi lado es Javier, que se arrodilla al lado mío y me ins

n? –Pregunta

puesta, gracias que visto un short de jean corto, y descubro el corte que evidentemente me hice con alguna parte de la montura. Pienso rápidamente como médica y por la zona me doy cuenta de la necesida

n bien. Siento que el mundo entero cae a mis pies y siento que mi cuerpo cede ante un inminente desmayo. Javier me sostiene y me es

ersaciones pero no logro articular palabra. Solo puedo pensar en las miles de vece

mienza a galopar hacia el edificio del complejo. Me detengo a oler su pecho y me castigo mentalmente, advirtiendo por primera vez que es el mismo aroma que sentí las dos veces en el Maskerade, cuando el novio de mi amiga me hacía suya en esas camas del club sexual. Pienso en la

sigue rodeada con la remera de Javier y recuerdo su pecho y hombro tatuados. Totas las preguntas vuelven a mi men

e sin dudar la invito a pasar, pero para mi sorpresa es Javier quien ingresa. L

y me incorporo rápidament

n un claro arrepen

do que se disculpe por no haberme di

correr de mí y por eso haya pasado todo esto. –Contesta con ton

oy, por lo que pienso que lo mejor será actuar

pa. –Digo mientras comienzo a

Me acerca el agua oxigenada y las gasas y yo limpio la herida, para luego cub

l club que por un momento me doy una tregua, advirtiendo que sería realmente

idad y él se incorpora, deja la silla donde estaba y se dirige hacia la puerta de

sa traviesa que esta vez no me molesta. Inconscientemente le

so, antes de dejar que el sueño, producto de los calmantes, vuelva a hacer efecto, trasladándome a otra dimensión, donde un Javier

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